CURIOSIDADES:
En esta entrada os propongo conocer a un curioso personaje de la historia como es William Randolph Hearst. Este tuvo el acierto de nacer el 29 de Abril de 1863, en San Francisco, USA, en el seno de una familia acaudalada, realmente millonaria, que amasó una enorme fortuna en negocios como la minería, ganadería e industrial de la madera. A pesar de esto, lo que atraía a nuestro personaje en la vida es la profesión de periodista, por lo que impartió estudios en la universidad de Harvard, pero no prosperó mucho allí ya que fue expulsado después de dos años de estancia. No obstante, pudo comenzar una colaboración como aprendiz de reportero en el Boston Globe para pasar luego al New York Globe, propiedades de Joseph Pulitzer, el rey de la prensa por aquel entonces. Hearst admiraba el estilo de Pulitzer, de cómo enfocaba sus historias, moldeando información política y social a través del escándalo llevando al lector hacía altas cotas de interés, y por tanto, a una mayor tirada con lo que incrementaba las ventas.
DIRECTOR DE SU PERIÓDICO Y TENSIONES CON PULITZER
Pero llegados los 23 años de edad, Hearst, creyó oportuno que ya había amasado unos conocimientos suficientes para abandonar el aprendizaje y aprovechando que su padre obtuvo como pago de una apuesta un diario, el San Francisco Examiner, se hizo director del mismo. Una de las tácticas que aprendió de su maestro fue reclutar los mejores periodistas del momento respaldado por los recursos económicos de la familia y emuló la estrategia de Pulitzer aplicando una combinación de periodismo de investigación y morbo para dar al lector historias de corrupción financiera municipal y hasta se atrevió con los negocios de su familia. Sumado a lo anterior, ofrecía en el diario fotografías y titulares que eran una especie de escaparate de contenidos. Todo ello llevo al periódico en pocos años al control del mercado de San Francisco.
Pasado 10 años, y con la ayuda
de su madre, compró otro diario, el New York Morning Journal, en vacas flacas.
Este fue el comienzo del imperio que fraguó después que estuvo compuesto por 28
diarios, 18 revistas, varias agencias de noticias, cadenas de radio y
productores cinematográficas. Con la fortuna que amasó le dio la fiebre de
comprar palacios, ranchos y obras de arte, conocéis al Roca de la operación
Malaya, pues algo así, pero es que por excéntrico pocos le ganaban, fijaros
compró el monasterio cisterciense de Santa Maria de Ovila, en Guadalajara, y lo
hizo enviar piedra por piedra a los Estados Unidos. Pero volviendo al tema de
la compra del Journal, esta fue un movimiento estratégico ya que supuso una
contienda abierta con Pulitzer por el control del mercado de los Estados
Unidos. Para este periódico contrató los mejores periodistas de la competencia,
y entre ellos algunos de los trabajaban para Pulitzer como Richard F. Outcault,
el inventor de la tira cómica actual. Pulitzer harto de que estos se fueran con
Hearst, que les ofrecía el doble de lo que ganaban, se vio a obligado a
desembolsar grandes cantidades de dinero, esta y otras medidas estaban
colocando la situación financiera del grupo de Pulitzer, World, en dificultades
porque comenzó una guerra de precios. La presión del Journal hizo que Pulitzer
rebajara su diario a 5 centavos, medida que no afectó al Journal que decidió
bajar el precio a 1 CENTAVO!!! Obteniendo
un alto índice de ventas mientras su rival las bajaba. El Journal así se
convirtió en solo un año en el segundo más leído en New York. Pero el gran
deseo de Hearst era hundir por aquél entonces a Pulitzer y se le presentó una
gran ocasión para hacerlo: CUBA.
CUBA
Trascurría el final del siglo
XIX, las relaciones entre USA y España eran muy tensas debido a la posesión de
la isla. Muchos cubanos ansiaban la independencia por lo que se producían
revueltas y, tanto Pulitzer com Hearst vieron en ello una buena razón para
aumentar sus tiradas. Tanto uno como otro, comenzaron a publicar historias
sobre la insurrección cubana, pintando con enfoques llamativos las exigencias
isleñas, es decir, exagerando las demandas de los insurrectos, así como
realizando montajes fotográficos donde aparecían tropas españolas maltratando a
los residentes cubanos. Los reportajes de estos diarios elevaban las tensiones
entre los dos estados y desde los medios de comunicación españoles empezaron a
desprestigiar a los americanos. En USA se subrayaba la valentía de los cubanos
como libertadores del yugo español y desde España se decía que USA quería
anexionarse la isla. El lector americano corría a comprar los diarios
interesados en la contienda incitando a ambos magnates a continuar por la senda
del sensacionalismo, pero fue Hearst quién dio el paso decisivo para alimentar
las intenciones de los americanos para ir de guerra contra España. Para ello,
publicó un reportaje que mostraba a un desvalido civil americano que decía
haber sido encarcelado sin juicio previo y que sostenía que ningún ciudadano
americano estaba seguro en Cuba mientras los españoles la dominaran. Esta
historia hizo que las ventas del Journal se dispararan. La pugna entre los dos
magnates arrastró a que estos publicaran hasta cuarenta ediciones en un mismo
día para incrementar las ventas, aunque tanta edición costaba grandes fortunas,
al menos Hearst, puedo vislumbrar parte de su sueño, su diario el Journal se
convirtió en el líder de ventas de Nueva York.
RECREACIÓN DE LA VOLADURA DEL MAINE |
Hearst, por lo visto no tenía suficiente,
y autorizó a trasladar la redacción a Cuba. Fletó un barco con oficinas, equipo
para el proceso de impresión y una habitación oscura para el revelado de fotografías.
Desde allí dirigió, realizó alguna crónica y tras muchos miles de artículos sobre
Cuba. Pero el destino le otorgó en bandeja una gran oportunidad para sus
ambiciones. El 15 de febrero de 1898, a las 21:40 horas, hubo una explosión que
iluminó el puerto de la Habana. El buque americano Maine, que el gobierno había
enviado a la ciudad para proteger los intereses americanos en la isla, saltaba
por los aires. El Maine tenía una tripulación de 335 , murieron 256. Después,
en un principio las razones del suceso no estaban claras, incluso los
periodistas del Journal apostaban por tratar
con precaución el mismo debido a las tensas relaciones entre USA y
España y la exaltación que existía entre la opinión pública americana. Pero su
director tenía en mente otra cuestión, tras llamar enseguida al director del
Journal le preguntó por las noticias que pensaba colocar en primera plana al
día siguiente del suceso, y aquel le contestó que las importantes. Esto no
gustó a Hearst, que se dice que le gritó al director que la única noticia
importante era GUERRA. Así, el Journal publicó en primera página “EL BARCO DE
GUERRA MAINE PARTIDO POR LA MITAD POR UN ARTEFACTO INFERNAL SECRETO DEL
ENEMIGO” y dos días después “¿GUERRA? ¡SEGURO!” . Hearst, se atrevió a
presentar el suceso como un ataque español contra una misión americana de buena
voluntad cosa que empujó a la opinión pública de los Estados Unidos a desear la
guerra y al congreso a declarar la guerra. Como se puede apreciar, Hearst, con
un tratamiento tan poco riguroso de la información se inventó una guerra.
PUBLICACIÓN DE LA GRAN MENTIRA |
Para Hearst, el conflicto bélico
fue toda una gran victoria y como consecuencia, permitió a Estados Unidos
iniciar el despegue que consolidó en 1918 como potencia, así como en ese mismo
año el 25% de los lectores americanos acudían a alguna de las publicaciones del
imperio de comunicación que este poseía. No conforme con ello, tuvo una nueva
ambición que era hacer carrera política. Usó sus diarios para acceder a
ciudades como Chicago, Boston o los Ángeles. Fundaba o compraba rotativos por
todo el territorio norteamericano. Así, a mediados de los veinte contaba con
algunos tan influyentes como eran el Detroit Times, Washigton Times. El 1924,
abrió el New York Daily Mirror, un tabloide que emulaba al New York Daily News.
Adquirió un par de agencias de noticias, la Universal News y la internacional
News Service, con una compañía de cine, con muchos inmuebles en New York y
miles de acres de tierras en California y Mexico, además de sus intereses en la
minería y la madera. También, fue un visionario que impulsó a articulistas,
escritores y dibujantes, como George
Herriman, inventor de Krazy Cat, un tira cómica que no fue muy popular
en su épica, pero hoy en día es un clásico. También, emprendió iniciativas
tales como el primer vuelo alrededor del mundo de un dirigible en 1929, el Graf
Zeppelin LZ 127. En él, viajaban un fotógrafo, varios articulistas, y la
primera mujer que sobrevoló el planeta, Marguerite Hay Drummond.
LA DECADENCIA
Pero los buenos tiempos estaban
a punto de finalizar. Tras fracasar en su ambición de ser elegido gobernador
del estado de Nueva York, así como de la alcaldía de la gran ciudad, decidió
retirarse a una mansión que ordenó erigir, el Hearst Castle, cerca de San
Simeon, California. El edificio estaba situado encima de una colina que miraba
al océano Pacifico y que había bautizo como la cuesta encantada. Desde allí
dirigió su imperio, escribió guiones y produjo películas para su amante, la
actiz Marion Davis. Pero la depresión del 29 y sus convicciones políticas (defendía
no entrar en la primera guerra mundial, así como su idea contraria a que USA
entrara en la Sociedad de Naciones) redujeron su esfera de influencia
notoriamente, hasta el punto que pasó los últimos años de su vida retirado. La
depresión se llevó adicionalmente el control de muchas de sus posesiones. Los
diarios generaban enormes pérdidas, que intentaba paliar con los ingresos de
otras sus empresas. Esto no impidió que el colapso económico le llegara e
incapaz de liquidar todas las deudas, se vio obligado a vender diarios,
propiedades, obras de arte, cerrar su productora de cine, y aunque la segunda
guerra mundial rehízo los ingresos a la prensa por tirada y publicidad, los
días de gloria para Hearst acabaron. Murió de un ataque de corazón en 1951, a
la edad de 88 años, en Beverly Hills (California).
Como epitafio a su vida, se
puede citar la nota necrológica del The New Yorker, que con cierta ironía,
decía que la mejor contribución que Hearst había hecho al periodismo fue
demostrar que un nuevo llegado a ese mundo era capaz usando mucho dinero como
una porra, de hacer lo que quisiera, y que solo un riqueza comparable a la suya
podía hacerle frente. Aún hoy, existe la corporación Hearst como un
conglomerado de medios de comunicación privados de Nueva York.
BIBLIOGRAFÍA:
Hearst, un magnate de la prensa, David Nasa, Tusquets editores (2005)
La vida de William Randolph Hearst es la crónica de su voraz apetito de
poder, de riqueza, de mujeres... Heredó un periódico de su padre con
apenas quince mil lectores y lo convirtió en el más leído de Estados
Unidos, con unos veinte millones de ejemplares y primera piedra de un
imperio de 28 periódicos, una agencia de pren
La destrucción del patrimonio artístico español. W. R. Hearst el gran acaparador, Maria José Martínez Ruíz, Catedra (2012)
El desbarate sufrido por el patrimonio artístico español entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX nos ofrece un triste relato: la crónica de un tiempo en el que un país pobre e inculto hizo almoneda de su casa, vendiendo sus enseres al mejor postor. Una historia donde se dan cita las dudosas actividades de vendedores, intermediarios, consentidores, encubridores y compradores de un acervo cultural acumulado a lo largo de siglos de historia. El resultado es un estremecedor catálogo de piezas artísticas, de diversa naturaleza, que fueron perdidas la mayor parte de las veces en dolorosas circunstancias y hoy se encuentran desperdigadas en colecciones de todo el mundo, principalmente en Estados Unidos. William Randolph Hearst es el gran protagonista de esta narración; el todopoderoso empresario de la comunicación, tristemente vinculado a la página final de nuestra historia colonial, y fuente de inspiración para Orson Welles en su mítica película "Ciudadano Kane". Hearst fue el mayor comprador de arte español de su tiempo, un comprador compulsivo que, a través de turbias maniobras, no dudó en vulnerar todo tipo de obstáculos legales a fin de satisfacer su insaciable apetito como coleccionista. Para ello, a golpe de talonario, contó con cooperadores en todos los estamentos sociales, desde modestos operarios, hasta dignísimos intelectuales, clérigos y políticos, quienes, por su condición, más obligados estaban a la defensa del legado artístico
DOCUMENTAL Y VIDEOS RELACIONADOS:
Guerra entre Pulitzer y Hearst
Audio sobre la historia de Hearst
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