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lunes, 19 de mayo de 2014

WILLIAM RANDOLPH HEARST, EL HOMBRE QUE INVENTÓ UNA GUERRA


CURIOSIDADES:


En esta entrada os propongo conocer a un curioso personaje de la historia como es William Randolph Hearst. Este tuvo el acierto de nacer el 29 de Abril de 1863, en San Francisco, USA, en el seno de una familia acaudalada, realmente millonaria, que amasó una enorme fortuna en negocios como la minería, ganadería e industrial de la madera. A pesar de esto, lo que atraía a nuestro personaje en la vida es la profesión de periodista, por lo que impartió estudios en la universidad de Harvard, pero no prosperó mucho allí ya que fue expulsado después de dos años de estancia. No obstante, pudo comenzar una colaboración como aprendiz de reportero en el Boston Globe para pasar luego al New York Globe, propiedades de Joseph Pulitzer, el rey de la prensa por aquel entonces. Hearst admiraba el estilo de Pulitzer, de cómo enfocaba sus historias, moldeando información política y social a través del escándalo llevando al lector hacía altas cotas de interés, y por tanto, a una mayor tirada con lo que incrementaba las ventas.

 
HEARST APODADO " THE CHIEF"


 DIRECTOR DE SU PERIÓDICO Y TENSIONES CON PULITZER


Pero llegados los 23 años de edad, Hearst, creyó oportuno que ya había amasado unos conocimientos suficientes para abandonar el aprendizaje y aprovechando que su padre obtuvo como pago de una apuesta un diario, el San Francisco Examiner, se hizo director del mismo. Una de las tácticas que aprendió de su maestro fue reclutar los mejores periodistas del momento respaldado por los recursos económicos de la familia y emuló la estrategia de Pulitzer aplicando una combinación de periodismo de investigación y morbo para dar al lector historias de corrupción financiera municipal y hasta se atrevió con los negocios de su familia. Sumado a lo anterior, ofrecía en el diario fotografías y titulares que eran una especie de escaparate de contenidos. Todo ello llevo al periódico en pocos años al control del mercado de San Francisco.

Pasado 10 años, y con la ayuda de su madre, compró otro diario, el New York Morning Journal, en vacas flacas. Este fue el comienzo del imperio que fraguó después que estuvo compuesto por 28 diarios, 18 revistas, varias agencias de noticias, cadenas de radio y productores cinematográficas. Con la fortuna que amasó le dio la fiebre de comprar palacios, ranchos y obras de arte, conocéis al Roca de la operación Malaya, pues algo así, pero es que por excéntrico pocos le ganaban, fijaros compró el monasterio cisterciense de Santa Maria de Ovila, en Guadalajara, y lo hizo enviar piedra por piedra a los Estados Unidos. Pero volviendo al tema de la compra del Journal, esta fue un movimiento estratégico ya que supuso una contienda abierta con Pulitzer por el control del mercado de los Estados Unidos. Para este periódico contrató los mejores periodistas de la competencia, y entre ellos algunos de los trabajaban para Pulitzer como Richard F. Outcault, el inventor de la tira cómica actual. Pulitzer harto de que estos se fueran con Hearst, que les ofrecía el doble de lo que ganaban, se vio a obligado a desembolsar grandes cantidades de dinero, esta y otras medidas estaban colocando la situación financiera del grupo de Pulitzer, World, en dificultades porque comenzó una guerra de precios. La presión del Journal hizo que Pulitzer rebajara su diario a 5 centavos, medida que no afectó al Journal que decidió bajar el precio a 1 CENTAVO!!!  Obteniendo un alto índice de ventas mientras su rival las bajaba. El Journal así se convirtió en solo un año en el segundo más leído en New York. Pero el gran deseo de Hearst era hundir por aquél entonces a Pulitzer y se le presentó una gran ocasión para hacerlo: CUBA.


 CUBA

Trascurría el final del siglo XIX, las relaciones entre USA y España eran muy tensas debido a la posesión de la isla. Muchos cubanos ansiaban la independencia por lo que se producían revueltas y, tanto Pulitzer com Hearst vieron en ello una buena razón para aumentar sus tiradas. Tanto uno como otro, comenzaron a publicar historias sobre la insurrección cubana, pintando con enfoques llamativos las exigencias isleñas, es decir, exagerando las demandas de los insurrectos, así como realizando montajes fotográficos donde aparecían tropas españolas maltratando a los residentes cubanos. Los reportajes de estos diarios elevaban las tensiones entre los dos estados y desde los medios de comunicación españoles empezaron a desprestigiar a los americanos. En USA se subrayaba la valentía de los cubanos como libertadores del yugo español y desde España se decía que USA quería anexionarse la isla. El lector americano corría a comprar los diarios interesados en la contienda incitando a ambos magnates a continuar por la senda del sensacionalismo, pero fue Hearst quién dio el paso decisivo para alimentar las intenciones de los americanos para ir de guerra contra España. Para ello, publicó un reportaje que mostraba a un desvalido civil americano que decía haber sido encarcelado sin juicio previo y que sostenía que ningún ciudadano americano estaba seguro en Cuba mientras los españoles la dominaran. Esta historia hizo que las ventas del Journal se dispararan. La pugna entre los dos magnates arrastró a que estos publicaran hasta cuarenta ediciones en un mismo día para incrementar las ventas, aunque tanta edición costaba grandes fortunas, al menos Hearst, puedo vislumbrar parte de su sueño, su diario el Journal se convirtió en el líder de ventas de Nueva York. 

RECREACIÓN DE LA VOLADURA DEL MAINE


Hearst, por lo visto no tenía suficiente, y autorizó a trasladar la redacción a Cuba. Fletó un barco con oficinas, equipo para el proceso de impresión y una habitación oscura para el revelado de fotografías. Desde allí dirigió, realizó alguna crónica y tras muchos miles de artículos sobre Cuba. Pero el destino le otorgó en bandeja una gran oportunidad para sus ambiciones. El 15 de febrero de 1898, a las 21:40 horas, hubo una explosión que iluminó el puerto de la Habana. El buque americano Maine, que el gobierno había enviado a la ciudad para proteger los intereses americanos en la isla, saltaba por los aires. El Maine tenía una tripulación de 335 , murieron 256. Después, en un principio las razones del suceso no estaban claras, incluso los periodistas del Journal apostaban por tratar  con precaución el mismo debido a las tensas relaciones entre USA y España y la exaltación que existía entre la opinión pública americana. Pero su director tenía en mente otra cuestión, tras llamar enseguida al director del Journal le preguntó por las noticias que pensaba colocar en primera plana al día siguiente del suceso, y aquel le contestó que las importantes. Esto no gustó a Hearst, que se dice que le gritó al director que la única noticia importante era GUERRA. Así, el Journal publicó en primera página “EL BARCO DE GUERRA MAINE PARTIDO POR LA MITAD POR UN ARTEFACTO INFERNAL SECRETO DEL ENEMIGO” y dos días después “¿GUERRA? ¡SEGURO!” . Hearst, se atrevió a presentar el suceso como un ataque español contra una misión americana de buena voluntad cosa que empujó a la opinión pública de los Estados Unidos a desear la guerra y al congreso a declarar la guerra. Como se puede apreciar, Hearst, con un tratamiento tan poco riguroso de la información se inventó una guerra. 

PUBLICACIÓN DE LA GRAN MENTIRA


Para Hearst, el conflicto bélico fue toda una gran victoria y como consecuencia, permitió a Estados Unidos iniciar el despegue que consolidó en 1918 como potencia, así como en ese mismo año el 25% de los lectores americanos acudían a alguna de las publicaciones del imperio de comunicación que este poseía. No conforme con ello, tuvo una nueva ambición que era hacer carrera política. Usó sus diarios para acceder a ciudades como Chicago, Boston o los Ángeles. Fundaba o compraba rotativos por todo el territorio norteamericano. Así, a mediados de los veinte contaba con algunos tan influyentes como eran el Detroit Times, Washigton Times. El 1924, abrió el New York Daily Mirror, un tabloide que emulaba al New York Daily News. Adquirió un par de agencias de noticias, la Universal News y la internacional News Service, con una compañía de cine, con muchos inmuebles en New York y miles de acres de tierras en California y Mexico, además de sus intereses en la minería y la madera. También, fue un visionario que impulsó a articulistas, escritores y dibujantes, como George  Herriman, inventor de Krazy Cat, un tira cómica que no fue muy popular en su épica, pero hoy en día es un clásico. También, emprendió iniciativas tales como el primer vuelo alrededor del mundo de un dirigible en 1929, el Graf Zeppelin LZ 127. En él, viajaban un fotógrafo, varios articulistas, y la primera mujer que sobrevoló el planeta, Marguerite Hay Drummond. 

 
HEARST'S CASTLE


 LA DECADENCIA


Pero los buenos tiempos estaban a punto de finalizar. Tras fracasar en su ambición de ser elegido gobernador del estado de Nueva York, así como de la alcaldía de la gran ciudad, decidió retirarse a una mansión que ordenó erigir, el Hearst Castle, cerca de San Simeon, California. El edificio estaba situado encima de una colina que miraba al océano Pacifico y que había bautizo como la cuesta encantada. Desde allí dirigió su imperio, escribió guiones y produjo películas para su amante, la actiz Marion Davis. Pero la depresión del 29 y sus convicciones políticas (defendía no entrar en la primera guerra mundial, así como su idea contraria a que USA entrara en la Sociedad de Naciones) redujeron su esfera de influencia notoriamente, hasta el punto que pasó los últimos años de su vida retirado. La depresión se llevó adicionalmente el control de muchas de sus posesiones. Los diarios generaban enormes pérdidas, que intentaba paliar con los ingresos de otras sus empresas. Esto no impidió que el colapso económico le llegara e incapaz de liquidar todas las deudas, se vio obligado a vender diarios, propiedades, obras de arte, cerrar su productora de cine, y aunque la segunda guerra mundial rehízo los ingresos a la prensa por tirada y publicidad, los días de gloria para Hearst acabaron. Murió de un ataque de corazón en 1951, a la edad de 88 años, en Beverly Hills (California).

Como epitafio a su vida, se puede citar la nota necrológica del The New Yorker, que con cierta ironía, decía que la mejor contribución que Hearst había hecho al periodismo fue demostrar que un nuevo llegado a ese mundo era capaz usando mucho dinero como una porra, de hacer lo que quisiera, y que solo un riqueza comparable a la suya podía hacerle frente. Aún hoy, existe la corporación Hearst como un conglomerado de medios de comunicación privados de Nueva York. 


BIBLIOGRAFÍA:


Hearst, un magnate de la prensa, David Nasa, Tusquets editores (2005)


La vida de William Randolph Hearst es la crónica de su voraz apetito de poder, de riqueza, de mujeres... Heredó un periódico de su padre con apenas quince mil lectores y lo convirtió en el más leído de Estados Unidos, con unos veinte millones de ejemplares y primera piedra de un imperio de 28 periódicos, una agencia de pren sa, varias cadenas de radio, una constelación de revistas y el estudio cinematográfico más importante de los años veinte. Su vocación política, de tinte populista, estuvo a punto de convertirle en alcalde de Nueva York y en candidato demócrata a la presidencia.Partidario vociferante de la participación estadounidense en la guerra hispanocubana, defensor de los trabajadores pero ferozmente anticomunista –llegó a publicar en sus periódicos textos de Hitler y Mussolini–, constructor de casas fabulosas –como la legendaria finca de San Simeón, la Xanadú de Kane–, coleccionista de amantes hasta la irrupción de Marion Davies... Una vida apasionante que encuentra aquí su biografía definitiva.



La destrucción del patrimonio artístico español. W. R. Hearst el gran acaparador, Maria José Martínez Ruíz, Catedra (2012)



El desbarate sufrido por el patrimonio artístico español entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX nos ofrece un triste relato: la crónica de un tiempo en el que un país pobre e inculto hizo almoneda de su casa, vendiendo sus enseres al mejor postor. Una historia donde se dan cita las dudosas actividades de vendedores, intermediarios, consentidores, encubridores y compradores de un acervo cultural acumulado a lo largo de siglos de historia. El resultado es un estremecedor catálogo de piezas artísticas, de diversa naturaleza, que fueron perdidas la mayor parte de las veces en dolorosas circunstancias y hoy se encuentran desperdigadas en colecciones de todo el mundo, principalmente en Estados Unidos. William Randolph Hearst es el gran protagonista de esta narración; el todopoderoso empresario de la comunicación, tristemente vinculado a la página final de nuestra historia colonial, y fuente de inspiración para Orson Welles en su mítica película "Ciudadano Kane". Hearst fue el mayor comprador de arte español de su tiempo, un comprador compulsivo que, a través de turbias maniobras, no dudó en vulnerar todo tipo de obstáculos legales a fin de satisfacer su insaciable apetito como coleccionista. Para ello, a golpe de talonario, contó con cooperadores en todos los estamentos sociales, desde modestos operarios, hasta dignísimos intelectuales, clérigos y políticos, quienes, por su condición, más obligados estaban a la defensa del legado artístico


DOCUMENTAL Y VIDEOS RELACIONADOS:


Guerra entre Pulitzer y Hearst 

Audio sobre la historia de Hearst

Trailer de la película Ciudadano Kane




AUDIOS RELACIONADOS:


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