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miércoles, 30 de julio de 2014

ENCONTRADOS COLLARES DE 7.200 AÑOS DE ANTIGUEDAD EN LA DRAGA ( BANYOLES )

NOTICIAS:


ALGUNAS PIEZAS ENCONTRADAS

¿Ricos y pobres en el primer Neolítico? Quizá no, pero que existían grupos que poseían elementos de distinción y de notable valor ideológico, sin duda. Así lo permite deducir el descubrimiento de numerosos abalorios en el yacimiento de La Draga (Banyoles), uno de los más antiguos del Neolítico peninsular y lo que es más importante: un verdadero taller de joyería de la época”.

“Por primera vez, en toda la península se puede ver un proceso de fabricación completo de abalorios de la época y en muy buena conservación”, afirma Antoni Palomo, codirector del yacimiento de la Draga e investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona, que participan en los trabajos de campo.

Así, el descubrimiento deja ver numerosos collares, anillos, brazaletes de mármol y hueso y otros adornos ya terminados y otros en pleno proceso de fabricación. Los abalorios encontrados tienen también distintas formas: redondeadas, triangulares y hasta romboidales... Muchos de los colgantes llevaban piezas de conchas y caracolas de mar, algo que los investigadores justifican porque el mar se encuentra a solo unos 35 kilómetros del yacimiento.

Entre las piezas han aparecido las herramientas, como ‘taladros’ de sílex
El hallazgo ha deparado también otra sorpresa notable: las herramientas con las que se fabricaban las piezas, entre ellas una especie de taladros de sílex y otros utensilios que servían para perforar esas pequeñas piezas.

El hallazgo ha deparado también otra sorpresa notable: las herramientas con las que se fabricaban las piezas, entre ellas una especie de taladros de sílex y otros utensilios que servían para perforar esas pequeñas piezas.
“Con este descubrimiento ya sabemos que los objetos de adorno son elementos de distinción entre la comunidad, que los sujetos que los llevaban tenían un determinado valor social”, apunta Palomo. En cualquier caso, el hallazgo parecería apuntar que el poblado neolítico de la Draga era un importante punto de fabricación de joyas de la época.
El hallazgo del taller de joyería es inusual en el contexto del Neolítico peninsular, lo que sitúa el yacimiento de la Draga una vez más como referente para el estudio de los primeros agricultores del Mediterráneo occidental. Pero, además, el estado de conservación de los hallazgos es de una calidad inusual en Europa. Ello es debido a que la excavación se encuentra a pocos metros del lago de Banyoles y por tanto ha sido conservada bajo el agua. Al no tocar el aire la conservación de la madera y de la materia orgánica su estado, en general, es excelente. Lo demuestran los ya 1.400 pilares de madera que se utilizaban para construir las cabañas y que se han podido recuperar en perfecto estado. Estas columnas de las casas son prácticamente únicas en la Prehistoria de la Península Ibérica. Del mismo yacimiento han salido los tres arcos más antiguos y mejor conservados de Europa.
Mañana finalizarán los trabajos de excavación arqueológica realizados esta temporada en la Draga, cerrando así una campaña de dos meses. Los trabajos de campo se reanudarán en junio del próximo año. En este sector se ha podido excavar una superficie de 84 metros cuadrados, que corresponde a un área del poblado donde los habitantes de la Draga adecuaron espacios para realizar diversas actividades relacionadas con la vida cotidiana. Entre los restos documentados estos últimos días se han detectado varias fosas que fueron utilizadas como vertederos. Estos desechos corresponden a las comidas y residuos de las diferentes actividades realizadas en el asentamiento y que aportarán más y curiosa información. En Draga, arqueológicamente, se aprovecha todo.


FUENTE-El País.

martes, 29 de julio de 2014

EL JUICIO A ESCIPIÓN EL AFRICANO.

CURIOSIDADES:


TRIUNFO CONCEDIDO A ESCIPIÓN TRAS SU VICTORIA A CARTAGO 

En el año 201 a.C., Escipión «llegó a Roma tras recorrer una Italia no menos feliz por la paz que por la victoria, no sólo con ciudades desbordadas por tributarle honores, sino también con una multitud de rústicos que bordeaba los caminos, y entró en la ciudad en medio del más imponente de los triunfos. Llevó al erario 123.000 libras de plata y repartió entre los soldados 400 ases». La euforia de los romanos, tal como la relataba el historiador Tito Livio, estaba plenamente justificada. Con su victoria unos meses antes sobre el ejército de Aníbal en Zama, a las afueras de Cartago, Escipión había puesto fin a la segunda guerra púnica, una durísima contienda que durante más de quince años puso a prueba como nunca en el pasado la fuerza y la capacidad de resistencia de la capital del Lacio. Ocupada Cartago, con Aníbal exiliado en la corte de Antíoco III de Siria, Roma se convertía en dueña indiscutible del Mediterráneo occidental y los ciudadanos recibían con alborozo el extraordinario botín del general victorioso.
Para los romanos, Escipión era sin duda el hombre del momento, y enseguida empezó a recibir las debidas recompensas. De entrada, en el cortejo triunfal iba un senador portando el gorro de liberto, como reconocimiento al gran libertador. Los soldados y el pueblo le concedieron asimismo el sobrenombre de Africano; como recuerda Tito Livio, Publio fue «el primer general en ser distinguido con el apelativo del pueblo vencido por él». Escipión fue también nombrado censor en el año 199 a.C., y años más tarde recibiría el título de princeps senatus, «el primero de los senadores», que ostentaría prácticamente hasta su muerte. A partir de entonces, el vencedor de Zama ejerció una influencia determinante en las discusiones del Senado, pues tenía el privilegio de ser el primero en emitir sus dictámenes, orientando así la decisión final. Sus seguidores, mientras tanto, ocupaban gran parte de las altas magistraturas de la República, empezando por el consulado.
Escipión tenía una visión clara de lo que debía ser el futuro de Roma. Para él, la conquista de Cartago no era el final, sino una etapa más en la expansión romana por todo el Mediterráneo. Por ello, nada más ser nombrado cónsul en el año 194 a.C., defendió la necesidad de una nueva guerra contra el rey de Siria, Antíoco III. Las operaciones comenzaron en el año 190 a.C., cuando era cónsul Lucio Escipión, hermano menor del Africano. Con Lucio como comandante y Publio como legado, el ejército romano obtuvo una memorable victoria en la batalla de Magnesia (190 a.C.), que supuso la anexión de gran parte de Anatolia.
Las numerosas conquistas que las legiones de Roma realizaron en esos años en la cuenca del Mediterráneo, desde Hispania hasta Siria, no sólo extendieron las fronteras del dominio romano, sino que también aportaron a la urbe un aluvión de riquezas en forma de botín de guerra. Este enriquecimiento produjo un fuerte impacto en la conciencia de los romanos. Antaño ciudad austera dedicada a la agricultura y la guerra, Roma asistía ahora a una escalada de la opulencia o, como lo denominaban los mismos romanos, de la luxuria, el lujo, con la importación de toda clase de refinamientos tomados del mundo griego y oriental, como los banquetes amenizados por músicos, la cocina sofisticada, la literatura… Para muchos romanos, estos cambios eran una forma de corrupción moral y de adopción de un estilo de vida extranjero, el de los griegos. Contra esta evolución reaccionó la facción tradicionalista, de aristócratas aferrados al solar y a las propiedades itálicas, que veían con recelo la política imperialista y la influencia griega y reivindicaban los antiguos valores de Roma. Para ellos, el culpable de la transformación que estaba sufriendo su ciudad tenía un nombre: Escipión. Y contra él y sus allegados decidieron poner en marcha una ofensiva legal.
Escipión ya había sido en el pasado objeto de acusaciones. Cuando preparaba la expedición contra Cartago, el Senado inició una investigación contra Pleminio, el propretor que había permitido el saqueo de la ciudad de Locri, en el sur de Italia, que los romanos habían reconquistado a los cartagineses. Fabio Cunctator, el general que lideró al inicio la guerra contra Aníbal y que sería gran rival de Escipión, le responsabilizó también de lo ocurrido en Locri por no saber mantener el orden en su ejército: «Escipión había nacido para corromper la disciplina militar y lo mismo había pasado en Hispania […] Se mostraba indulgente con el libertinaje de los soldados y al mismo tiempo cruel con ellos». Fabio también acusó a Escipión del peor de los pecados para un patricio: dejarse contaminar por las costumbres vergonzantes de los griegos. En efecto, durante sus campañas en el sur de Italia y Sicilia (territorios muy helenizados), Escipión «iba con un manto griego y con sandalias al gimnasio, dedicaba tiempo a leer y a la palestra».

Fabio fracasó en su ataque, pero tras la batalla de Magnesia la ofensiva del bando tradicionalista se renovó, animada ahora por Catón el Censor, que se revelaría como el enemigo más encarnizado de Escipión. Varios generales próximos al Africano fueron acusados de enriquecerse durante las campañas en Oriente y se les negó el privilegio de celebrar un triunfo.
Los ataques llegaron hasta Lucio Escipión, al que se le imputó haber distraído 500 talentos del total de 3.000 que Antíoco III de Siria había pagado a Roma como indemnización. Su hermano mayor reaccionó con indignación. Según Tito Livio, el Africano pidió a Lucio que trajera los libros de cuentas a la curia y los rompió ante los instructores, instándoles a que encontraran la respuesta ellos mismos. Le parecía inconcebible que reclamaran a su hermano 500 talentos cuando él había ingresado 15.000 en el erario público. Aun así, Lucio fue arrestado hasta que pagó una desorbitante multa.
El propio Africano fue también acusado. Se dijo que se había dejado sobornar por Antíoco, como demostraría el hecho de que éste le devolvió a su hijo, capturado en campaña, sin que mediara ningún pago de rescate. Dos tribunos de la plebe, llamados ambos Quinto Petilio, convocaron al general a juicio ante la asamblea de las tribus en el foro romano, alegando que nadie, por importante que fuera, podía sustraerse a la ley. Cuenta Tito Livio que Escipión acudió al tribunal acompañado por una multitud de ciudadanos de todas las clases. Invitado a defenderse desde los Rostra, la tribuna de los oradores, en vez de responder a las acusaciones pronunció un complaciente discurso en el que glosaba sus gestas. Eso no impidió que los tribunos enumeraran a continuación los cargos, afirmando que el propósito de Escipión al hacer la guerra contra Antíoco era demostrar que «un solo hombre era la cabeza y el sostén del Imperio romano». Las victorias de Escipión, sus títulos y sus embajadas con monarcas y dioses lo convertían, pues, en sospechoso de querer comportarse él mismo como un rey.
En el segundo día del juicio, Escipión volvió a subir a la tribuna rostral. Esta vez recordó que ese día se cumplía el aniversario de la batalla de Zama y anunció que había decidido ir a dar gracias por ello a Júpiter, Juno y Minerva, la tríada de dioses a la que estaba dedicado el gran templo de la colina Capitolina. En un palmario gesto de desprecio hacia los tribunos, Escipión, «acompañado por el pueblo de Roma, hizo un recorrido por todos los templos de los dioses, no sólo en el Capitolio sino en toda la ciudad. Aquella jornada casi superó en favor popular y justo reconocimiento a su grandeza al día en que hizo su entrada en Roma celebrando su triunfo sobre el rey Sífax y los cartagineses».
Como escribió el mismo Tito Livio, aquel fue «el último día de gloria» en la vida de Escipión. Previendo que el juicio le sería desfavorable, el Africano aprovechó un aplazamiento para retirarse a su finca de Literno, cerca de Nápoles, pretextando que estaba enfermo.

Ante la marcha de Escipión, los tribunos Petilios propusieron ir en su busca para juzgarlo, pero otros preferían aceptar la excusa de la enfermedad y suspender de una vez el proceso. Entonces tomó la palabra el tribuno Tiberio Sempronio Graco, enemigo personal de Escipión y del que se esperaba una actitud contundente contra éste. Sin embargo, para sorpresa de todos, Graco recordó a los presentes todo lo que había hecho el Africano por Roma y afirmó que sería una deshonra para los romanos condenar a su benefactor. «¿Va a estar aquí a vuestros pies, tribunos, el gran Escipión, conquistador de África? ¿Para esto capturó a Sífax, derrotó a Aníbal, hizo a Cartago tributaria nuestra, obligó a Antíoco a retirarse? ¿Nunca llegarán los varones preclaros a una ciudadela segura donde su ancianidad descanse libre de ataques?», proclamó.
Escipión murió en su villa de Literno poco después: «¡Patria ingrata, ni siquiera posees mis huesos!», rezaba su epitafio, según Valerio Máximo. Séneca elogiaría este final de forma un tanto grandilocuente: «Considero en él más admirable cuando abandonó la patria que cuando la defendió. El asunto llegaba a tal extremo que, o la libertad perjudicaba a Escipión, o Escipión perjudicaba a la libertad, de modo que, o Escipión debía estar en libertad, o Roma». Y pone en boca de Escipión estas palabras: «Sírvete, oh patria, de mis beneficios sin mi presencia. He sido para ti la causa de la libertad, seré también la prueba de que la tienes: me marcho si me he encumbrado más de lo que a ti te conviene».



FUENTE- Pedro Ángel Fernández Vega. Doctor en Historia Antigua

domingo, 27 de julio de 2014

DESTRUCCIÓN SISTEMÁTICA DEL PATRIMONIO SIRIO.

NOTICIAS:




La situación del patrimonio histórico de Siria solo admite la calificación de catastrófica. Sitios arqueológicos del tremendo valor de Apamea, Palmira o Dura-Europos sufren el saqueo sistemático de bandas organizadas construidas, al mismo tiempo, por gente pobre y desesperada y profesionales del robo. Estos últimos son quienes tienen los contactos y los medios necesarios para sacar las piezas expoliadas fuera del país. Junto a ellos, Maamoun Abdulkarim, responsable de la Dirección General de Antigüedades y Museos (DGMA) de Siria, señala la implicación de grupos afines a Al Qaeda, marchantes e islamistas radicales. Demasiados enemigos para las viejas y desprotegidas ruinas de Siria.

Para darse cuenta de la magnitud del desastre hay que mirar desde el cielo. Fíjense en la primera imagen bajo estas líneas. Está tomada por satélite el 28 de junio de 2012. Capta el sitio arqueológico de Dura-Europos. ¿Recuerdan? Conocida como la “Pompeya del desierto sirio” anda a medio camino de Alepo y Bagdad, en las riberas del Éufrates. Por ella han pasado, y dejado su historia, el mundo heleno, romano y cristiano.
La segunda fotografía se tomó el pasado 2 de abril y sí se percatan, arriba, a la derecha, verán un enjambre de puntos negros. Son cientos de pozos practicados por los saqueadores para expoliar piezas. Solo esa imagen sería evidencia más que suficiente para entender la magnitud del desastre. “Es una pesadilla”, admite Michel Al-Maqdissi, investigador del Louvre y hasta 2012 director d....
Al fin y al cabo, ¿cómo defender el patrimonio de un país cuando ni siquiera hay guardias vigilando las ruinas? Y si los hay son amenazados de muerte.

Una situación similar es la que ocurre en las históricas tierras de Apamea (actualmente Qal’at al-Madhīq). Situada en la orilla derecha del río Orontes, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Hama, las fotografías del satélite revelan idéntico expolio que en Dura-Europos. Infinidad de rastros negros lo delatan en la vista área fechada el 4 de abril de 2012. Y desde entonces, el saqueo no ha cesado.

Michel Al-Maqdissi traza el paisaje en esta tormenta y es para preocuparse. A corto plazo llegan los robos, las excavaciones ilegales, los destrozos en los museos y la paralización de los trabajos arqueológicos sobre el terreno. A largo plazo habrá un éxodo de arqueólogos bien formados por la DGMA que ya no regresarán al país cuando la situación de Siria se normalice.

Con esta tormenta perfecta tiene que convivir estos días Siria, que se queja, con razón, pues se siente abandonada, cuando no torpedeada, por sus propios vecinos. Al Gobierno turco le ha dicho claramente que no está haciendo lo suficiente para prohibir y frenar el tráfico de obras expoliadas sirias a través de su frontera. La vulnerabilidad es evidente. A pesar de los esfuerzos de las patrullas fronterizas solo una “muy, muy pequeña cantidad de lo expoliado consigue recuperarse”, reconoce, en la revista art.netFrancesco Bodarin, experto en protección cultural de la Unesco.
Mientras esto sucede, y ante la imposibilidad de acceso de la comunidad internacional a las zonas en conflicto y al propio país, “hay muchos sirios que constantemente arriesgan sus vidas para proteger su patrimonio y su herencia cultural”, sostiene, en The Art Newspaper, Brian Daniels, director de investigación del museo de Pensilvania (Estados Unidos), quien está desarrollando un programa de formación junto al Gobierno interino sirio para formar comisarios y expertos en patrimonio que puedan actuar desde dentro del país. Son unas 20 personas, cuyos nombres están protegidos, y que han recibido el entrenamiento en un lugar sin especificar, pero fuera de Siria. Profesionales que se jugarán la vida por defender la identidad de su nación y de sus habitantes. Por proteger su pasado y poder, algún día, legarlo al futuro. Sin duda, la cultura es una de las primeras bajas en una guerra. A eso hemos llegado.




FUENTE- El País.

LA FIEL INFANTERIA.

RECOMENDACIÓN:



SINOPSIS:

Después de varios meses en primera línea del frente, llega la orden de relevo para el batallón Barleta. Es el reencuentro de los soldados con sus familias, con sus novias, y sobre todo, con la paz. Pero la tranquilidad dura poco, pues pronto les llega la orden de reincorporarse al frente. Allí se les confiará una peligrosa misión: la toma de Cerro Quemado, una cota difícil.


COMENTARIO DE LA PELÍCULA:


Tras la Primera Guerra Mundial aparecieron varias obras literarias en las que diversos combatientes exponían sus experiencias y vicisitudes. Generalmente estas obras se caracterizaban por su carácter antibelicista, tal es el caso de "Sin novedad en el frente" de Erich María Remarque, o "Adiós a todo eso" de Robert Graves. Pero hubo también obras que parecían ensalzar la guerra tal es el caso de "Tempestades de acero" de Ernst Jürgen. Al parecer esta obra tuvo una gran influencia en el desarrollo del militarismo alemán, pero también influyó en otros movimientos políticos, sobre todo aquellos con un carácter de derechas y/o nacionalista.

Parece ser que uno de los lectores de las obras de Remarque y de Jürgen era un falangista llamado Rafael García Serrano. Nacido en Pamplona, fue uno de los que se unió a la columna que partió hacia Madrid con el estallido de la Guerra Civil. Al igual que Jürgen, García Serrano estaba orgulloso de su experiencia bélica y de sus heridas en el frente, llegando a despreciar la obra de Remarque (según él solo era buena para limpiarse el trasero). Su segunda obra literaria se trató de la novela "La fiel infantería" publicada en 1943 y ganadora del Premio Nacional de Literatura de ese año. Todo parecía indicar que dicha novela iba a ser un éxito pero ¡la obra fue censurada debido a las presiones de la Iglesia! El motivo: el lenguaje inmoderado que utilizaban los personajes. En palabras del propio autor “gracias a la denuncia del arzobispo primado de Toledo y a la pasión eclesial de Gabriel Arias Salgado”.

No debemos olvidar que en 1942 se había publicado "La familia de Pascual Duarte" y que había pasado la censura. Así que sorprende que una obra escrita por un falangista no consiguiera pasarla por motivos tales como " se proponen como necesarios e inevitables los pecados de lujuria en la juventud". Al parecer tuvieron que pasar 15 años para que la novela viera de nuevo la luz. Cuando lo hizo se convirtió en un éxito por lo que se realizó su adaptación cinematográfica al año siguiente.

Dicha adaptación corrió a cargo del director Pedro Lazaga y del productor José Luis Dibildos. Se acortó y suavizó algo la historia, insistiendo en el mensaje reconciliatorio. Eran tiempos de apertura del régimen franquista. También se eliminaron las referencias a la prostitución pero se mantuvo el episodio del adulterio. También se conservó la idea principal de la novela. García Serrano decía que su generación, con independencia del bando en que luchasen sus miembros, sacrificó su juventud para crear una España mejor que aquélla en que la que crecieron. Y ese mensaje queda destacado en la dedicatoria final de la película que reza: "A todos los españoles que hicieron esta guerra, estén donde estén, vivos o muertos. ¡Larga Paz! ".

En el aspecto cinematográfico la película es correcta. De hecho recuerda mucho a las producciones bélicas norteamericanas pero con toques de comedia ligera a la española. Comienza con una presentación de personajes: los mandos, el estudiante, el tendero, el caradura ligón, el padre de familia, el agricultor, etc. Posteriormente la unidad recibe unos días de permiso en su ciudad de origen, la imaginada Atarbe. Allí la película se ajusta más a los cánones de los melodramas romanticones tan al gusto de la época por lo que es bastante floja. Solo hay que ver el bodorrio que protagoniza Arturo Fernández. En cuanto al toque de comedia se consigue con la mamá del soldado estudiante o los tejemanejes entre Tony Leblanc y Jesús Puente. Supongo que se quería atraer al público femenino con la gran cantidad de historias románticas que se nos cuentan.

La cinta rompía algunos moldes con respecto a películas bélicas producidas anteriormente en la dictadura. Por un lado mostraba a los soldados nacionales emborrachándose cuando estaban de permiso, algo bastante raro de ver en obras más tempranas. También había alguna pullita hacia el régimen como la escena berlanguiana en que "llama el ministro". Al parecer García Serrano ajustó algunas cuentas con la Iglesia. En determinados momentos se hacen pequeños chistes sobre ella, como por ejemplo sus proclamas sobre que el baile de la rumba o el tango podría considerarse un sabotaje de la guerra, o en la secuencia en la que un soldado está de permiso en su casa y se queja de que no le dejan dormir en paz diciendo "esta es la familia cristiana y española por la que uno es capaz de derramar hasta la última gota de su sangre". Adicionalmente, Lazaga intentó evitar que su película se considerase un instrumento de propaganda del régimen, así que sólo sale una imagen de Franco y es cuando las chicas de Atarbe preparan el recibimiento de los soldados. Es un retrato al fondo y casi está desenfocado. Tras la dictadura y en el clásico ejercicio de valentía antifranquista a toro pasado, muchos "críticos" la despellejaron y la calificaron de elegía del heroísmo militar, olvidando que está realizada en 1959.

Tiene algunos errores. A mi me llamó mucho la atención la escena en la que Ismael Merlo lee una carta a un soldado analfabeto. Vemos que están en la trinchera y sin embargo Merlo lee la carta por encima de la misma, situación que habría hecho feliz a cualquier francotirador enemigo. Otra cosa que canta mucho es que las féminas van vestidas al estilo de finales de los años 50 en lugar de los años de la guerra. Curiosamente es el mismo error que cometerá Otto Preminger en la aburrida "Primera victoria". También se ven señales de circulación de los años 50 que no existían en los años 30 cuando las tropas entran desfilando en la ciudad. Y no digamos nada del "avión republicano" que les bombardea.

Es en la última media hora cuando la película retoma el aspecto bélico y vuelve a cobrar ritmo y fuerza. Tiene secuencias bastante llamativas como es aquella en la que el comandante indica a su ordenanza que toque la armónica y así "espontáneamente" se ponga a cantar el batallón -Los de Barleta somos la bomba viva la madre que nos parió- para evitar que no se desmoralicen mientras por el medio de las dos filas pasan los burros con los cadáveres de soldados de otras unidades. También se nos muestra que las tropas beben alcohol antes de los combates, el propio García Serrano opinaba que las laureadas las ganan Domecq y González Byass.

La escena de la toma de Cerro Quemado es bastante buena para los estándares de la época y creo que representa bastante bien el típico "asalto a las bravas" tan característico y costoso de nuestra guerra incivil, secuencia que culmina con el sangriento contraataque republicano en el que muere hasta el apuntador. Hay que resaltar que los soldados y oficiales republicanos no son representados como los típicos patanes desastrados y borrachines de películas anteriores tales como "Raza". Son soldados como los que tienen en frente y se nota que tienen las mismas inquietudes que ellos. Aunque uno de los méritos de esta película es que puede cambiarse perfectamente a los nacionales por los republicanos y la historia seguiría siendo la misma, es muy probable que si a Pedro Lazaga se le hubiera permitido desarrollar algún personaje republicano estaríamos ante una gran película.

 Aunque personalmente me gusta más "Posición Avanzada", creo que "La fiel Infantería" es una producción sobre la Guerra Civil española bastante digna, bastante más realista que muchas películas actuales y que está siendo injustamente olvidada en estos tiempos de "corrección política".

TRAILER:




Artículo de- Asier Menéndez Marín.

sábado, 26 de julio de 2014

ENCONTRADA UNA NECRÓPOLIS EN UNA ISLA GRIEGA.

NOTICIAS:


RESTOS DE UN CABALLO EL RIMERO EN SALIR AL NORESTE DEL EGEO.

El Ministerio de Cultura griego anunció hoy el hallazgo de una necrópolis del siglo VII y VI a.C. en el yacimiento arqueológico de la isla griega de Jíos, en el mar Egeo, que podría arrojar importantes datos sobre la topografía histórica de la antigua ciudad.
Los arqueólogos, que descubrieron el antiguo cementerio en una parcela llamada"Psomí", certificaron que se trata de la necrópolis más antigua de Jíos.

Entre los hallazgos figuran los restos completos de un caballo que es el primero que sale a la luz en el noreste del Egeo y que ha sido trasladado al Museo Arqueológico de Jíos para ser estudiado.

También se encontraron varios sarcófagos de arcilla -algunos con decoración geométrica- con medidas de niño y uno construido con piedra.

Jíos es una de las islas más grandes del Egeo y además de ser conocida por su historia, paisaje y gastronomía es el lugar de nacimiento del famoso músico y compositor Mikis Theodorakis.



FUENTE- El Informal.com

jueves, 24 de julio de 2014

EL DUELO EN EL SIGLO XVII

CURIOSIDADES:



DUELO EN EL PONT HEUF DE PARÍS


El12 de mayo de 1627, a las dos de la tarde, el conde de Bou-teville y el marqués de Beuvron se encontraron en una céntrica plaza de París para batirse en duelo. A sus 27 años, Bouteville era un espadachín consumado que ya había librado una veintena de combates de ese tipo y había dado muerte al menos a dos contrincantes. Una de sus víctimas era pariente de Beuvron, y para vengarla éste había pasado los meses anteriores buscando un encuentro con el conde. Convenida la cita, los dos se presentaron acompañados cada uno por una pareja de testigos. Se batieron en camisa, primero con espada y daga, luego sólo con esta última. Cuando estaban agarrados y tenían la daga cada uno en la garganta del otro, decidieron darse por satisfechos. Entre tanto, sus compañeros se habían enzarzado en un combate que dejó a uno sin vida y a otro malherido.
En las primeras décadas del siglo XVII este tipo de episodios fueron habituales en París y en muchas otras ciudades francesas. También en el resto de Europa eran frecuentes, pero todos los contemporáneos coinciden en que Francia vivió una auténtica fiebre por los duelos. Esto se explica por la libertad que tuvieron los nobles franceses durante las guerras de religión (1562-1598) y también bajo el gobierno de dos reinas regentes, en 1610-1617 y 1643-1661, la época, precisamente, en que están ambientadas novelas como Los tres mosqueteros de Dumas.

Existían muchos tipos de duelo. A veces podían ser resultado de un encuentro accidental (lo que en francés se denominaba rencontre) y tenían lugar sin mayor preparación. Por ejemplo, en 1613 el caballero de Guisa se tropezó una mañana en la calle de Saint-Honoré de París con el barón de Luz, que al parecer había hablado mal de su padre tiempo atrás. Guisa bajó del caballo, sacó la espada e invitó al barón a hacer lo propio. Éste era ya un hombre de edad madura, por lo que apenas pudo hacer frente al joven e impetuoso Guisa, que lo atravesó de una sola estocada. El barón cayó muerto en la tienda de un zapatero. En este caso, más que de un duelo se trató de un asesinato a sangre fría.

Por lo general, sin embargo, los duelos se ajustaban a una serie de ritos. Uno era el desafío. En un caso de ofensa a la honra, el ofendido podía retar al ofensor a un duelo, de palabra o, de forma más brutal, dándole una bofetada. También podía dirigirle un desafío por escrito, mediante «carteles» o cartas. Por ejemplo, el hijo del barón de Luz, después de enterrar a su padre, ordenó a su escudero que fuera a casa del caballero de Guisa a presentarle un cartel de desafío que decía: «Señor, os invito por este billete a hacerme el honor de verme con la espada en la mano para hacer justicia de la muerte de mi padre. Este gentilhombre [el escudero] os conducirá al lugar en el que me encuentro, con un buen caballo y dos espadas, de las que podréis elegir la que más os convenga». El duelo tuvo lugar y el caballero, después de haber matado al padre, hizo lo propio con el hijo.
Como lugar de combate solía elegirse algún punto en las afueras de la ciudad, a resguardo de las autoridades; en París, el Pré-aux-Clercs era muy conocido como escenario de duelos. Pero éstos también podían tener lugar dentro de la ciudad y a plena luz del día. El cardenal de Richelieu se quejaba en la década de 1630 de que «los duelos se han vuelto tan comunes en Francia que las calles comienzan a servir de campo de batalla».

Era habitual que los duelistas combatieran «en camisa», dejando el torso expuesto a la espada del rival. Quedaba prohibido, por tanto, usar armaduras, como se hacía en los antiguos duelos caballerescos, aunque se conoce algún caso de duelistas que la intentaron llevar oculta y fueron sorprendidos por los testigos del contrincante. El duelo se desarrollaba generalmente a pie, aunque a veces también podía ser a caballo. En cuanto al armamento, se rechazaban las armas de fuego, que contradecían el ideal de valentía personal propio de los aristócratas. Sin embargo, se conocen muchos casos de duelos con pistola, seguramente porque se prestaba al combate cuerpo a cuerpo. En todo caso, el arma preferida era la espada, en cualquiera de sus múltiples variantes, aunque la más apreciada era la rapière o espada ropera, la más mortífera, pero que a cambio no causaba mutilaciones ni desfiguraba el rostro del rival. A veces se vigilaba que las espadas tuvieran la misma longitud, pero en la mayoría de ocasiones los contrincantes se lanzaban al combate sin más, para no parecer cobardes.

Otra novedad de los duelos del siglo XVII fue la figura de los testigos o padrinos. En francés se llamaban «segundos» y no se limitaban a acompañar a los duelistas y vigilar que se respetasen las reglas, sino que también se batían entre sí, como hemos visto en el ejemplo de Bouteville. Curiosamente, cuando un segundo vencía a su rival podía acudir en ayuda del duelista al que acompañaba, aunque entonces fueran dos contra uno. «La disparidad sólo se tiene en cuenta al principio del choque; para el resto, sólo cuenta la Fortuna», escribía Montaigne.

Ciertas reglas tendían a evitar los desenlaces fatales. Además de las posibilidades de reconciliación antes de cruzar las espadas, los duelistas podían darse por satisfechos en el momento en que uno hería ligeramente al otro; eran los duelos «a la primera sangre». A veces los combates eran farsas para salvar la reputación, y tras intercambiar un par de estocadas los dos contrincantes se daban por satisfechos. Sin embargo, muchos duelos terminaban con la muerte de uno de los participantes. Es difícil establecer la «tasa de mortalidad», pero puede sacarse una estimación a partir de la información que ofrece un cronista francés de mediados del siglo, Tallemant de Réaux; del centenar de desafíos y duelos que menciona, algo más de un tercio no tuvieron lugar porque se llegó antes a un acuerdo, un tercio no fueron mortales y el resto tuvieron un desenlace fatal.

En cuanto a las cifras totales, un historiador ha calculado que durante el reinado de Enrique IV (1589-1610) tuvieron lugar en Francia unos 10.000 duelos en los que participaron unos 20.000 duelistas, de los que 4.000 o 5.000 perdieron la vida. Hubo casos de duelistas que se comportaban como criminales; un tal caballero D’Andrieu, por ejemplo, con sólo 30 años había matado a 72 hombres en duelo, hasta que fue ejecutado por la justicia real.

Aunque a veces se ha exagerado el impacto demográfico de los duelos, lo cierto es que las autoridades tenían motivos para preocuparse por la proliferación de los desafíos. Por ello, la legislación contra los duelos se hizo cada vez más rigurosa, pese a la simpatía que buena parte de la población sentía por los duelistas. Bouteville, por ejemplo, fue detenido justo después de su duelo con Beuvron y el cardenal de Richelieu lo hizo juzgar y condenar a muerte. Más tarde, Luis XIV promulgó numerosos edictos de prohibición de los duelos. El número de duelos se redujo poco a poco, aunque sin desaparecer nunca del todo. El último duelo mortal en Francia tuvo lugar en 1892, entre un capitán judío y un marqués antisemita; murió el primero pero se convirtió en héroe de la opinión liberal.


FUENTE- Alfonso López. Historiador,

miércoles, 23 de julio de 2014

ENCONTRADO EL RESTO HUMANO MAS ANTIGUO DE ITALIA.

NOTICIAS:


DIENTE DE LECHE

Un grupo de arqueólogos y científicos dirigidos por el profesor Carlo Peretto han descubierto el resto humano más antiguo de Italia, un diente de leche de un niño de 5 años que vivió aproximadamente hace 600 mil años.

"El resto ha sido encontrado en el yacimiento arqueológico de 'La Pineta', en Isernia (centro), cuyas primeras excavaciones datan de 1979", dijo hoy Carlo Peretto, responsable científico de las excavaciones.

El hallazgo es un "incisivo superior izquierdo de leche de un niño que tenía unos cinco o seis años y que vivió hace 600 mil años.

El resto humano, según confirmó Peretto, perteneció a los Homo Heidelbergensis, una de las especies más antiguas de 
Europa y que perduró al menos hasta hace 250 mil años.

"Es el resto más antiguo encontrado en Italia", subrayó el arqueólogo antes de añadir que "ya hay otros restos encontrados que se sabe que pertenecieron al Homo Heidelbergensis, pero son más recientes".

El profesor ordinario del departamento de estudios humanistas en la Universidad de los Estudios de Ferrara (Unife) señaló que en estos momentos el equipo de investigación se encuentra realizando análisis de ADN para determinar la edad exacta que tenía el niño, entre otras cosas.

Estudiando la corona del diente, el esmalte, las estrías y su parte interna, estos científicos podrán establecer también "diferencias entre el Homo Heidelbergensis y sus progenitores que en Europa son los Homo Antecessor y los Homo Neanderthalensis".

"Este hallazgo puede ser un elemento de referencia para ser comparado con especies más antiguas encontradas, por ejemplo, en España en Atapuerca", sostuvo.

Lo que será difícil de determinar, en palabras de Peretto, será el sexo de su dueño.

También es poco probable conocer la causa de la muerte o si tenía alguna enfermedad.

En cuanto a la dieta, Peretto apunta a que seguramente seguía un régimen alimenticio carnívoro.

"Probablemente tenía una dieta rica en carne porque en el yacimiento hemos encontrado restos de animales como elefantes, rinocerontes o bisontes", aseveró.

No obstante, apuntó, no hay "ninguna prueba científica al respecto, por lo que no se puede saber si ingería otros alimentos como frutas".


FUENTE- El Informal.

martes, 22 de julio de 2014

GLADIATOR.


RECOMENDACIÓN:




SINOPSIS:

En el año 180, el Imperio Romano domina todo el mundo conocido. Tras una gran victoria sobre los bárbaros del norte, el anciano emperador Marco Aurelio (Richard Harris) decide transferir el poder a Máximo (Russell Crowe), bravo general de sus ejércitos y hombre de inquebrantable lealtad al imperio. Pero su hijo Cómodo (Joaquin Phoenix), que aspiraba al trono, no lo acepta y trata de asesinar a Máximo.


COMENTARIO DE LA PELÍCULA:


Son muchos los que critican a "Gladiator" en varios de sus aspectos. Y no voy a ser yo el que les niegue la razón. De Historia tiene tan sólo lo imprescindible para hacer un buen atrezzo. Se abusa de los efectos digitales. El guión es un refrito de otros guiones anteriores pertenecientes a grandes clásicos, está lleno de lagunas y es de un maniqueísmo insultante, etc, etc, etc. Pero son muchos más los que la consideran una gran película que tuvo la virtud de resucitar el cine de romanos treinta y seis años después del fiasco de "La caída del Imperio Romano".

En mi opinión, esta notable película épica palidece cuando se la compara con "Espartaco" y "Ben-Hur", las dos joyas de la corona de dicho género. Si hablaramos en términos gastronómicos, estaríamos comparando una hamburguesa con un solomillo. Sin embargo a veces a uno le apetece comerse una hamburguesa y disfrutarla si está bien hecha. Y hay que reconocer que el avispado Ridley Scott nos sirve una sabrosa hamburguesa de las buenas. Supo contentar al público y hacer bien las cosas desde el punto de vista de la productora. Si el objetivo era conseguir un éxito cinematográfico a escala mundial y ganar un montón de pasta, "Gladiator" lo consiguió con creces.

Fue el cuadro Pollice Verso lo que inspiró a Ridley Scott para realizar esta producción. Inicialmente se intentó dar el papel protagonista a Mel Gibson, pero lo rechazó. Así que el personaje de Máximo fue a parar al australiano Russell Crowe, famoso tras su interpretación de policía en "L.A. Confidential". Joaquin Phoenix le daría la replica como el malvado y retorcido emperador Cómodo. Para el resto del reparto Scott contó con viejas glorias que dieran prestigio a la cinta y que interpretasen a personajes cruciales. Así tenemos a Richard Harris en el papel del emperador Marco Aurelio, a Oliver Reed en el del lanista Próximo, y a Derek Jacobi, protagonista de "Yo, Claudio" en el papel del senador Graco. Para los secundarios que debían ser los fieles amigos del protagonista contó con Djimon Hounsou en el papel de Juba, un trasunto del Draba de "Espartaco". La escasa presencia femenina se reduce a la actriz Connie Nielsen. La épica banda sonora, en la que destacan la presencia de voces femeninas fue compuesta por Hans Zimmer y Lisa Gerrard.

¿Por qué considero que "Gladiator" es una hamburguesa? Porque como ellas está formada de tres ingredientes básicos, en este caso las tres películas de romanos que he mencionado antes: "Espartaco", "Ben-Hur" y "La caída del Imperio Romano" y está preparada para su consumo rápido y sin que el comensal piense demasiado en lo que deglute. La trama vuelve a situarnos en el año 180 DC, con Marco Aurelio luchando contra los germanos. Otra vez encontramos a un capaz general, esta vez de origen hispano y llamado Máximo, que será victima de las intrigas del cruel Cómodo en su ascenso al trono imperial. Sin embargo esta vez no hay sutilezas ni soliloquios. El malo es un parricida que no se anda con chiquitas a la hora de eliminar a sus oponentes y a sus familiares cercanos. Así que ya tenemos el leitmotiv del protagonista que se resume en la siguiente frase: Me llamo Máximo Décimo Meridio, comandante de las legiones del Norte, ..., y alcanzaré mi venganza en esta vida o en la otra - Y para que dicha venganza sea espectacular nada mejor que hacerle un gladiador y ponerle minifaldita para conseguir arrancar suspiros de las féminas. En cuestión de unos cuantos meses, Máximo conseguirá vengarse, alcanzar el martirio, acabar con el cruel Cómodo y volver a reinstaurar la Républica Romana devolviendo el poder al Senado. 

¡Eso es un héroe y lo demás tonterías!

Reconozco que fui a verla con una cierta aprensión. Pero cuando vi la secuencia inicial de la batalla en Germania casi me levanto a aplaudir. Por vez primera veía en la pantalla grande a un ejército romano en formación de batalla que no parecía un grupo de extras disfrazados. Incluso se veían a tropas auxiliares uniformadas de manera distinta a los legionarios. Y las cohortes avanzaban en formación cerrada, hombro con hombro y no como si fuera un paseo por el campo. Es cierto que la recreación no era perfecta y tenía sus fallos: la caballería romana sale con estribos y el general en jefe nunca cargaría al frente de ella, los legionarios no arrojan los pila al enemigo y al final se acababa luchando en combates individuales y no en equipo. Pero era la mejor recreación que había visto hasta ese momento superando a la mítica escena de "Espartaco".

 La espectacular batalla contra los germanos se filmó en un bosque inglés que debía ser deforestado. Las llamas que vemos no son efectos digitales, son auténticas, y el bosque quedó completamente arrasado. Se tardó 20 días en filmar dicha secuencia y se utilizó una técnica cinematográfica similar a la usada para las escenas de acción de "Salvar al soldado Ryan". Después de la batalla empecé a interesarme por la historia, pero comprendí que estábamos delante de una película-espectáculo made in Hollywood y no de una película-seria, así que deje descansar al cerebro en la butaca de al lado y me dispuse a disfrutar de los fuegos de artificio. Y doy fe de que disfruté un montón.

A pesar de que se utilizaron grandes decorados para algunas de las escenas, la película utilizó con profusión los efectos digitales, incluso para "revivir" al actor Oliver Reed, que murió de un ataque al corazón durante el rodaje. Se cuenta que cuando Scott vio el Coliseo Romano le pareció pequeño, así que recreó digitalmente una Roma Imperial grandiosa basándose en los bocetos dibujados por Albert Speer para el Berlín del Reich de los Mil Años. En las escenas del Circo se llegaron a usar unos 2.000 extras, pero la sensación es de 40.000 personas. Scott utilizó un viejo truco ya usado en "Ben-Hur". Sólo las filas cercanas a la arena están ocupadas por personas reales, mientras que las filas posteriores son rellenadas con "maniquíes digitales". 

El presupuesto final del la película superó los 100 millones de dólares. Dicha cantidad se amortizó en tan sólo en las dos primeras semanas de taquilla. Al final de su exhibición en cines había ganado un total de 457 millones de dólares.
Hay muchos gazapos y errores históricos. Uno bastante curioso es que en la versión inglesa Máximo dice que es de "Trujillo" (sic), el nombre moderno de la romana Turgalium. Quizás lo hicieron para crear una especie de paralelismo con Francisco Pizarro. 

En la versión española se decidió que Máximo dijera que era de Emerita Augusta, la actual Mérida. En el aspecto cinematográfico un gazapo muy llamativo es que el personaje del fortachón de Hagen es resucitado para la ocasión de transportar el cadáver de Máximo. Supongo que cada uno de los espectadores tendrá su gazapo preferido de esta película. En mi caso el que más me divierte es la increíble cabalgada de 2.500 kilómetros que hace desde Germania hasta la actual Extremadura en un par de días. Y es que ya no se hacen caballos como los de antes.

Pero hay que reconocer que la película tiene muchas más virtudes que defectos. Es entretenida, es espectacular y consiguió resucitar el interés por el género histórico. Si no hubiera sido por ella es probable que no se habrían realizado otras producciones modernas, buenas o malas, sobre la Historia Antigua. El historiador Allen Ward la definió como la mejor y la peor de las películas sobre la Antigua Roma. Creo que coincido con él.


TRAILER:




Artículo de- Asier Menéndez Marín.

lunes, 21 de julio de 2014

LA GRAN MURALLA CHINA.


CURIOSIDADES:



El viento otoñal levanta gemidos, / mientras marchamos muy lejos miles de millas. / ¿Marchando miles de millas con qué fin? / A través del desierto reconstruimos la Gran Muralla. / Pero ésta no fue idea Nuestra, / fue construida por sabios emperadores del pasado: / Establecieron aquí una política que durará miles de siglos, / para asegurar las vidas de sus millones de súbditos. / ¿Cómo podríamos, pues, evadirnos de estas preocupaciones, / y descansar en paz, despreocupados, en la capital?». Este poema compuesto por el emperador Yangdi a principios del siglo VII de nuestra era nos recuerda lo que fue una de las grandes preocupaciones de los emperadores chinos: la defensa de la frontera septentrional del país mediante una «Gran Muralla» que habría de durar «miles de años». Sin embargo, este tipo de estrategia defensiva fue sólo una de las que empleó el Imperio del Centro en las cambiantes relaciones que mantuvo con los pueblos de las estepas.
Desde el siglo IV a.C., las estepas al norte de China fueron ocupadas por pastores nómadas. Éstos dependían de sus vecinos sedentarios del sur para obtener todo lo que no les proporcionaba la estepa, sobre todo productos agrícolas con los que completar una alimentación basada en la carne y los lácteos. Su población era muy inferior a la de China, pero constituían una grave amenaza. Armados con potentes arcos compuestos y a lomos de sus pequeños ponis esteparios, rápidos y muy resistentes, los guerreros nómadas se apresuraron a lanzar ataques sobre los Estados del norte de China.

Los emperadores ensayaron diferentes estrategias para defenderse de la amenaza de estos nómadas. Una de ellas era la muralla defensiva. El primer emperador, Qin Shihuang di (221-210 a.C.), construyó una línea de fortificaciones que unía las levantadas por Estados anteriores y abarcaba toda la frontera. Luego, la dinastía Han trató de controlar a los bárbaros mediante sobornos (camuflados como subsidios) y campañas de conquista en la estepa, a la vez que construía una nueva Gran Muralla. Los nómadas, por su parte, pronto aprendieron que podían utilizar sus incursiones no sólo para obtener botín, sino como método de presión para aumentar el volumen de los subsidios, en forma de objetos de lujo, especialmente seda.

Durante los siguientes mil años se mantuvo un cierto equilibrio entre chinos y bárbaros, hasta que a principios del siglo XIII un jefe mongol llamado Temujin consiguió unificar la estepa y reanudó el ciclo de ataques al norte de China para obligar a los chinos a enviar subsidios y a comerciar. La resistencia encontrada llevó a Temujin, convertido en emperador de los mongoles con el nombre de Gengis Kan, a lanzarse a la la conquista de China. Esta empresa sin precedentes para un nómada sería completada por su nieto Kublai Kan, quien además de ser kan de los mongoles fundó una nueva dinastía, la de los Yuan.

Los Yuan fueron destronados por una revuelta campesina, y en 1368 la corte mongol evacuó su capital y se refugió en la estepa. La nueva dinastía reinante en China, los Ming, llevó a cabo una agresiva campaña de ataques a la estepa con el objetivo, primero, de impedir cualquier intento de los refugiados Yuan para recuperar su trono perdido y, después, para mantener a los nómadas a raya. Pero los Ming pronto comprobaron que su poder militar no bastaba para doblegar a los nómadas: en 1449 sufrieron una terrible derrota en la batalla de Tumu, y el mismo emperador, Zhengtong, cayó prisionero de los enemigos.
A partir de mediados del siglo XV, los Ming pasaron gradualmente a la defensiva. El gobierno consideró en repetidas ocasiones la opción de enviar subsidios a los nómadas para contenerlos en sus dominios, pero ésta era una medida impopular tanto para los diferentes emperadores como para los funcionarios civiles, por el perjuicio que causaba al tesoro. La consecuencia de ello fue que los mongoles redoblaron sus ataques sobre la frontera para obligar a los chinos a comerciar. Como afirmaba en 1459 el Gran Secretario Li Xien, los mongoles «son una calamidad para China sólo porque necesitan desesperadamente ropa y comida». No es exagerado afirmar que los Ming fueron la dinastía de toda la historia china que sufrió más ataques por parte de los nómadas. No sería hasta 1571 cuando un cortesano, el ministro Wang Chung Ku, que había acumulado un gran poder, logró convencer al emperador Longqing de cambiar de política. Se enviaron subsidios a la aristocracia mongola y se establecieron mercados en la frontera, con lo que se consiguió reducir el número de ataques mongoles y el gasto del dispositivo militar chino en la frontera.
En realidad, desde decenios atrás la estrategia de defensa de los Ming frente a los nómadas había pasado por una de las soluciones clásicas del Imperio chino: la de la barrera defensiva. Los Ming construyeron una nueva Gran Muralla, aunque de características más avanzadas que las anteriores. Mientras que en el pasado las fortificaciones se habían erigido empleando la tierra como materia primera, compactándola en una especie de tapial, ahora se empleó en la mayoría de los tramos una combinación de zócalo de piedra y alzado en ladrillo. Este sistema era mucho más caro que los anteriores –se ha llegado a decir que cien veces más–, pero también resistía las inclemencias del tiempo mucho mejor.
Sin embargo, la eficacia militar de esta barrera fue siempre relativa. La frontera septentrional china sufrió un número de ataques muy alto, a veces por parte de grandes bandas de guerreros, verdaderos ejércitos que podían alcanzar los 100.000 efectivos, pero también por pequeños grupos de nómadas. Un ejemplo de este último caso ocurrió en Wo Yan, en 1555. Una veintena de guerreros mongoles asaltó una torre en plena noche, trepando con ganchos, pero justo cuando el primero de ellos la coronaba los relinchos de sus caballos alertaron a los soldados chinos que pudieron rechazar el ataque. Sería, sin embargo, un error presentar a los nómadas siempre como los agresores. En 1563, en el curso de una investigación por corrupción, se descubrió que unos soldados habían asesinado a un grupo de mongoles tras aceptar su rendición para fingir una victoria en combate y ser recompensados en consecuencia.
Hay que tener en cuenta que los militares chinos destacados en la Gran Muralla vivían en unas condiciones muy duras. Un documento del propio ministerio del ejército reconocía en 1443 que «los soldados en la frontera noroccidental están expuestos al viento y el frío. Ya sirvan como vigías en las torres de señales o como guardias en los pasos […] pueden estar fuera durante meses o años sin regresar a su base, y sus familias e hijos, careciendo de ropa y comida, están en una situación desesperada. Ciertamente, reciben un salario mensual, pero muy a menudo tienen que gastarlo en armas o caballos y sus sufrimientos por el hambre y el frío son indescriptibles».


Las tropas chinas acantonadas en la Gran Muralla mantenían múltiples contactos con los nómadas, a pesar de la oposición de sus superiores. Los soldados chinos comerciaban frecuentemente con sus enemigos, actividad que, como hemos visto, era especialmente importante para los nómadas, y en situaciones extremas los soldados podían llegar incluso a desertar. En 1550, el comandante militar de Datong, al oeste de Pekín, escribía indignado: «Nuestras tropas y exploradores a menudo van al territorio mongol para comerciar con ellos y han hecho amigos. Los cuatro caudillos Altan, Toyto, Senge y Usin han incorporado torres de observación de nuestra Gran Frontera a sus campamentos. Los mongoles reemplazan a nuestras dotaciones como vigías y nuestros soldados reemplazan a sus tropas como pastores, con el resultado de que ninguna información estratégica de nuestras defensas pasa inadvertida a los mongoles».
En numerosas ocasiones los funcionarios del gobierno demostraron una gran desconfianza hacia el comportamiento de sus propios soldados. En 1554, uno de ellos acusó a las tropas fronterizas de tener tanto miedo a los mongoles que, cada vez que éstos cruzaban la Gran Muralla, huían sin siquiera combatir. Otro afirmó en 1609 que los guardias de las torres, incapaces de defenderse a sí mismos, al descubrir mongoles en las cercanías no se atrevían a dar la voz de alarma y preferían fingir que no los habían visto. También se acusó a los soldados de sobornar a los nómadas para que no les atacasen, lo que no deja de ser chocante teniendo en cuenta la oposición radical del gobierno a este recurso. La colaboración entre los nómadas y algunos soldados llegaba hasta tal punto que en 1533 un funcionario del gobierno afirmó que las dotaciones de las torres de observación servían de guías a las partidas de guerra mongolas durante sus incursiones en territorio chino.
La dinastía Ming se debilitó como consecuencia de dos siglos de enfrentamiento con los nómadas. Además, en su obsesión por los mongoles, descuidaron protegerse de otros enemigos, como los manchúes, que aprovecharon este error para convertirse en un poder a tener en cuenta y, cuando se desató una rebelión interna en China, atravesaron la Gran Muralla, cuya guarnición les franqueó el paso, y derrocaron a los Ming en 1644.
Pasado el tiempo, la Gran Muralla, perdida ya su función original, se ha convertido en símbolo del orgullo colectivo del pueblo chino y en el icono más conocido del país, lo que no deja de ser irónico dado los escasos frutos que dio en la larga lucha de China por defenderse de sus vecinos nómadas del norte.  

FUENTE- Borja Pelegero. Historiador y Arqueólogo.