El arte y las inscripciones mayas narran a menudo diferentes rituales de sacrificio humano que podían tener la finalidad de restaurar el orden del cosmos. Las víctimas podían ser torturadas, desangradas, desmembradas y decapitadas, y sus restos mortales arrojados a una fosa común. Un equipo de investigadores de la Universidad de Bonn (Alemania) ha comprobado que los mayas efectivamente consumaron estas macabras ceremonias, según han anunciado los investigadores este mes de septiembre.
El arqueólogo Nicolaus Seefeld se hallaba estudiando para su tesis doctoral el sofisticado sistema de suministro de agua en el antiguo asentamiento maya de Uxul, en Campeche (México), cuando descubrió una fosa común emplazada en una cueva artificial de unos 32 metros cuadrados que antiguamente había sido utilizada como depósito de agua. En su interior yacían los esqueletos de 24 individuos que fueron decapitados y desmembrados hace unos 1.400 años. Los restos mortales de las víctimas, que debieron ser arrojados al interior de la cueva, se encontraban esparcidos de forma desordenada, desprovistos de su articulación anatómica original. Las mandíbulas inferiores, por ejemplo, habían sido cercenadas y separadas del resto del cráneo. En los cuerpos de todos los individuos se han podido constatar signos de violencia extrema, como por ejemplo marcas realizadas con objetos cortantes -hachas, cuchillos o porras- en el cráneo o en la columna vertebral. En cambio, las extremidades de las piernas y de las manos de algunos individuos no sufrieron daños. «Esta observación excluye la posibilidad de que la fosa común fuera un lugar de enterramiento secundario al que fueron trasladados los huesos de los difuntos», afirma Seefeld.
Los investigadores del Proyecto Arqueológico Uxul -dirigido por Nikolai Grube y Kai Delvendahl, de la Universidad de Bonn, y Antonio Benavides, del INAH- han excavado en el asentamiento de Uxul durante los últimos cinco años con el objetivo de investigar los orígenes y el colapso de los estados regionales en las tierras bajas mayas. El estudio científico realizado con los restos hallados en la fosa común ha permitido determinar la edad y el sexo de 15 de los 24 individuos: un total de 13 hombres y dos mujeres que tenían entre 18 y 42 años de edad en el momento de su muerte. Durante el análisis de los dientes se ha podido observar que algunos tienen diminutas incrustaciones de jade, un símbolo de alto estatus social. Los investigadores no han podido aclarar si los sacrificios corresponden a prisioneros de guerra o a nobles de la propia Uxul. El análisis de isótopos arrojará luz sobre esta cuestión.
FUENTE-arqueólogo Nicolaus Seefeld
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