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martes, 5 de mayo de 2015

TEOTIHUACÁN

MISTERIOS DE LA HISTORIA:





La ciudad de los dioses fue concebida por los hombres, se dice que hace casi 2.000 años. Lo que vemos hoy en Teotihuacán se le sumaban varios edificios más, hasta cubrir unos 20 kilómetros cuadrados en su máximo apogeo. En aquel entonces, dos avenidas se cruzaban de forma perpendicular, dividiendo la ciudad en cuatro sectores, tantos como puntos cardinales. Ellos concibieron, como hicieron otros pueblos en América, la ciudad como el centro de la creación; los mexicas en Tenochtitlán, los incas con Cuzco, la capital de su imperio, el Tahuantinsuyo, formado por cuatro provincias; Antisuyo, Chinchasuyo, Collasuyo y Cuntisuyo. En esas ciudades se establecía la comunicación con los dioses.


TEOTIHUACÁN


En su centro se erigían los templos, y adosados a ellos, los palacios de los gobernantes, quiénes eran los encargados de gestionar las instrucciones que recibían de los dioses, únicos intérpretes de su voluntad. En el centro de la cruz que dividía la ciudad, se establecía el enlace con las fuerzas ultra terrenas, era en ese lugar donde los ciudadanos debían ir a rendir culto y dar de alimento a sus dioses, que desde allí distribuían para la totalidad de la ciudad la energía espiritual. Si la conexión era interrumpida y los dioses o los fieles dejaban de acudir a ese lugar, la ciudad dejaba de tener ningún sentido, se iría desvaneciendo. Por ello, el posterior abandono de las ciudades americanas en el transcurso del tiempo debe encontrarse en las decisiones de los sacerdotes, y no en lo político o lo económico, es decir, en lo espiritual.

Hoy en día, solo queda una avenida de las dos originales que partía la ciudad en cuatro sectores. Y es la considerada más importante; “la calle de los muertos” o como la llamaban los aztecas “Miccaotli”, porque pensaban que en los templos  y las plataformas a ambos lados de ella eran depositarios de ilustres personajes. Mide unos 45 metros anchura y prosigue recta a lo largo de cuatro kilómetros. Fue concebido el conjunto para impresionar a los que peregrinaban de todos los rincones del estado para celebrar las ceremonias colectivas.

En los 1000 años que esa vía estuvo activa de rebosante actividad, se construyeron palacios y templos sobre templos.  Por su estructura anduvieron gentes desconocidas, como los sus dioses hoy olvidados. En su mayor apogeo se calcula que la ciudad albergó unos 250.000 habitantes. Desgraciadamente, nada quedó escrito por esas gentes, no sabemos que sintieron los señores de Teotihuacán, aquellos que no el pueblo no podía mirar de enfrente, los omnipotentes sacerdotes y reyes. Una de sus residencias fue el plació de Quetzalpapalotl, que es el más lujoso que queda en ruinas. Papalotl significa mariposa y el quetzal es un pájaro de hermoso plumaje, que simboliza el cielo; pero lo que viene representado en el palacio no es uno ni otro, sino un águila joven, sin apenas plumas, símbolo solar y de la vida que empieza, que renace en su capacidad creadora. 

Existen unas columnas que rodean el patio interior, donde el águila reina entre bandas de ojos, que son las estrellas, los ojos de la noche. Su religión fue una de vida, de la fertilidad, de la renovación de la tierra, el sol era el elemento masculino generador, y la tierra, regada por las aguas, la eterna madre fecundada.


PIRÁMIDE DEL SOL


Teotihuacán fue una ciudad de paredes pintadas. Sus templos y palacios fueron revestidos exteriormente de estuco policromado como en el Egipto o Creta. Se daba una gran relevancia al arte, el trazo de las formas. Ellos cultivaban filosofía y espiritualidad, en constante armonía con la naturaleza y, por ello, no es de extrañar el profuso y exquisito gusto por decorar sus estancias. Puede ser que nunca conozcamos el auténtico sentido de lo que quieren representar en sus grabados. Es posible que no representen como afirman los textos oficiales, al dios de la lluvia, Tlaloc, sino al sol, el águila recién nacida, el joven sol del equinoccio de la primavera, rodeado de toda la expresión de vida que su llegada significa, y una visión de paraíso de Tlaloc, con las almas jugando a las canicas o la pelota, risueña. Y no nos vaya a suceder que confundamos como le puede pasar a un africano bosquimano que cuando ve la representación sagrada de la última cena de Jesús, contempla un banquete de amigos en donde el homenajeado pronuncia unas palabras sin la significación que posee para los cristianos. Por ello, cuando miramos en retrospectiva nos damos cuenta que lo que hacemos es proyectar nuestro pensamiento o concepto de las cosas, quedándonos en la forma pero ignorando, probablemente, el contenido, y cuando afirmamos sin dudar que una representación de pasado significa aquello o lo otro, no hacemos más que decir “tonterías” consecuencia de nuestro ímpetu por explicar y ordenarlo todo, sin poseer todas las herramientas y evidencias que nos presten a un juicio justo.

Las ruinas de Teotihuacán no provienen de una sociedad agrícola, sin metales, ni instrumentos técnicos, sino de un grupo aparte, separado de esa sociedad, un grupo pequeño que manejaba profundos conocimientos en geometría, física, matemática, espiritualidad. Eran las gentes elegidas que sabían lo que se debía hacer, el para qué y cómo hacerlo. La gran mayoría de las gentes fueron la mano de obra. El considerar que los sacerdotes eran hombres emplumados y pintados que encendían el fuego en honor de unos dioses en forma de serpiente o de pájaros es falso. Estos hombres eran inteligentes, intuitivos, de gran capacidad de reflexión. Fueron respetados y temidos, acumuladores de información, separados del resto, investigadores, pensaban y deducían. La sociedad, mientras tanto, combatía, cazaba, recolectaba, y los sacerdotes eran como sus científicos. Su ciencia era para ellos y no era compartida. 


PIRÁMIDE DE LA LUNA


De esa conocimiento salieron los edificios colosales de Teotihuacán, que dejaron sin habla a los aztecas, cuando arribaron a la ciudad abandonada por primera vez, las pirámides. La más grande, es la pirámide del sol”, de 228 metros en cada lado de la base y una altura actual de 65 metros. Lo que fue un monumento erigido a un Dios ha quedado en la actualidad como un monumento al pueblo que la levantó. La fachada principal de “la pirámide del sol” se ilumina como una antorcha al atardecer, porque así fue dispuesto en función del recorrido del sol y porque estaba cubierta de estuco y pintada de brillantes colores. La pirámide cumple sus funciones de calendario solar y desde otros lugares de Teotihuacán se puede saber al contemplarla en qué momento se producen los equinoccios y solsticios. Sus constructores pudieron recoger en ella, y en la de la luna, datos astronómicos y terrestres, como hicieron los egipcios con la gran pirámide. Sin embargo, con el paso del tiempo, la pirámide perdió altura y no se pueden dar las medidas exactas.


LA DISPOSICIÓN DE LA MOLÉCULA DEL AGUA EN FORMA DE PIRÁMIDE


En 1974, se descubrió una cámara subterránea, que llega justo debajo del centro de la pirámide, tres más debajo de la base. Se supone que la pirámide fue construida en aquel lugar a razón de esa cavidad; sin embargo, no se encontró nada que aporte luz de su relevancia, pero podría ser que nadie haya dado con la clave, en caso de sí que haya algo que lo explique. Pero nada quedó escrito por los sacerdotes que si sabrían el porqué de la construcción de las pirámides, de esa cueva… Lo que es curioso, es que en diferentes partes del mundo y en el tiempo se han construido pirámides; Egipto, Mesoamérica, Sudamérica, Croacia, China, Oriente medio, Camboya. En diferentes ambientes; selváticos, desierto, escarpadas montañas. Si negamos que no hubo contacto entre estos diferentes pueblos en forma de relaciones comerciales y de otro tipo; solo nos queda aceptar, admitir la existencia que un pueblo enviara una serie de misioneros del conocimiento, tal como parece indicar las leyendas de América, o admitir que los responsables intelectuales de las pirámides, llegaron cada uno por su cuenta a la conclusión de que esa forma es la más adecuada para aquello que pretendían. Que podrían pretender sino alcanzar un estado de iluminación, una apertura de consciencia, acaso no la inmortalidad... Los que han experimentado con la forma piramidal, dicen que los procesos de introspección y de concentración son más fáciles de conseguir, así como otros procesos psíquicos que bajo otras formas geométricas no se llegan a alcanzar. Y qué decir, si en lo primero no es posible medir si en lo siguiente: la forma piramidal parece que retrasa los procesos físicos; como es la precipitación de los coloides, lo que nos indica que el envejecimiento de las células es mucho más lento.

sábado, 2 de mayo de 2015

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESCORIAL

 CURIOSIDADES:



 
El Monasterio del Escorial se construyó en homenaje de la victoria de los españoles sobre los franceses en San Quintín en el 10 de agosto de 1557. Fue obra de los arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. La construcción se inició en 1562 y finalizó en septiembre de 1584.


VISTA DEL ESCORIAL


No se se era más admirable y de más nueva y alegre vista la de esta casa, cuando se iba edificando, que ahora cual la vemos perfecta y acabada. Aquel bullicio y aquel ruido, aquella variedad de gentes y voces tan varias, la deferencia de artes, oficios y ejercicios envueltos todos en una priesa y diligencia extraña y en aquella al parecer confusa muchedumbre, aunque en la verdad admirablemente avenida y concertada, causaba un como pasmo y admiración a cuantos de nuevo la veían y aun a los que despacio la estaban considerando. Había en sola la iglesia veinte grúas de dos ruedas, unas altas, otras bajas y otras sobre estas más altas, y sobre estas tablados y andamios que subían al cielo; estos daban voces a aquellos, los de abajo llamaban a los altos, los de en medio a los unos y a los otros; de día, de noche a la tarde, a la mañana, no se oía sino guinda, amaina, vuelve, revuelve, torna, estira, para, tente, menea; bullía todo y crecía con aumento espantoso; parecía trabajaban no solo para ganar de comer como en otras obras, sino para dar remate y perfección a los que tenían entre manos en una amigable contención y porfía, pretendiendo cada uno ir el primero, y junto con esto ayudar al otro.

Fuera de este número de grúas que andaban en la iglesia y torres de ella, había otras ne diversas partidas; en el aposento de palacio, casa real y de las damas y caballeros, otras dos; en el pórtico principal cuatro y aun seis; en el corredor de la enfermería otra; en el colegio otras, no sé cuántas, a todas se proveía con abundancia y con puntualidad los materiales necesarios; peonaje, carretería, piedra, cal , agua, madera. Quien viera la multitud de aserradores y carpinteros de tantas suertes y diferencias de otras, unas gruesas como andamios, grúas, cabrillas, agujas y otros ingenios y vasos, tijeras y maderamientos de tejados, otros de puertas y ventanas, y otros más primos, y delgadas manos para cajones, y sillas y estantes, y todo cuanto toca a ensamblaje, jurara que se hacían una ciudad de sola madera. Quien considerara las fraguas y el hierro que se gastaba y labraba, pensara que era para algún castillo o alcázar de puro hierro, y lo mismo afirmara los que pesaran el plomo y otros metales, como bronce, estaño y cobre.

Por otra parte, la variedad y diferencia de albañiles, para lo que se gastaba de cal, yeso, estuque, azulejos, ladrillos y cosas de este menester era tan grande, que si se derramara, ocupara gran parte de esta campaña, y sin duda que si esto, o cualquiera cosa de las que he dicho la amontonaran por si en el contorno de esta casa, admirara la grandeza de cada una, y se atrevieran a afirmar ser bastante para fundar una ciudad entera. Diremos adelante la razón y la suma de lo que pudiéramos en ello; entre estos maestros públicos que hacían tan acordado bullicio, había otros más secretos y retirados, como eran pintores, muchos y de gran primor en el arte, que llaman ellos valientes;  unos hacían dibujos y cartones y otros ejecutaban; unos labraban al olio tableros y lienzos, otros al fresco las paredes y techos, otros al temple, y otros iluminaban, otros estofaban y doraban, y otros muchos, porque los juntemos con estos, escribían libros de todas suertes, grandes y pequeños, y otros los encuadernaban.

De este género y no de menos primor había gran copia de bordadores, que iban haciendo ornamentos al culto divino para alteres y sacristía, en telas de raso, marañas, terciopelo, brocados; unos matizaban con extraño primor, otros bordaban, otros hacían franjas y cordones. Sin esto otra diferencia de maestros más extraños para los metales, unos hacían órganos y otros campanas, otros vaciaban grandes planchas de plomo y otros mezclaban los unos con los otros para diversos ministerios y instrumentos, garruchas, poleas troclas. El esparto y el cáñamo para sogas, serones, espuertas, guindaletas, cuerdas, maromas, ondas, cables, que casi se labró aquí todo, era otra parte de fábrica grande, que aunque aquí era casa sorda y de poca cuenta, en otra parte hiciera harto ruido.

JUAN DE HERRERA, ARQUITECTO E INVENTOR DE LA FÁBRICA DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL


Esto todo junto y como a la par, pasaba aquí, y se ejecutaba a pie de la fábrica; y sin todo los campos de esta comarca resonaban con los golpes de las almádenas y cuñas, y con la fuerza de los martillos, picos y escodas, partiendo o, digámoslo así, rebanando con tanta maña y artificio, que al rendirse parecían de cera, y en la blancura de dentro, nieve; estaba todo el contorno sembrado de talleres, fraguas, tabernáculos y aun tabernas donde se amparaban de las injurias del tiempo, del agua, del sol y de la nieve, y donde cobraban fuerzas con el vino; por otra parte se veían ingeniosas ruedas traídas del agua, cosa con que se cortaban, aserraban, pulían jaspes y mármoles durísimos, con la fuerza de los esmeriles y sierras artificiosas. 

La multitud de la carretería, carreteros y bueyes, era también de consideración, por la puntualidad con que acudían a sus horas concertadas, proveyendo a las grúas, agujas y cabrillas de piedra, para que ni parasen las ruedas, ni descansasen los pescantes, ni se quejasen los estajeros y asentadores, que no les daban materia. Veíase cada día traer piezas grandes, basas, cornijas, capiteles, pedestales, linteles, jambas y otras piezas de tan descomunal grandeza, que no las meneaban menos que siete o nueve pares de bueyes, y algunas doce, y muchas veinte, y no pocas cuarenta. Aquí era de ver mucho una procesión, o un rosario tan largo de estos bueyes ensartados, tan iguales y tan parejos, tirar todos tan a un punto de aquella pesada carga, que parecía entenderse y adunarse para arrancar con ella, y cuando esto no era muy a una, acontecía arrancar del casco los cuernos de los que quedaban faltos o postreros.


JUAN BAUTISTA DE TOLEDO ARQUITECTO EN EL ESCORIAL


Para todos estos oficios y para tal variedad de menesteres, y para que todo creciese a la iguala, había diferencias de aparejadores y sobrestantes, conviniendo unos con otros en dar recado, prisa, calor y ánimo a los que andaban en sus partidas. En estando hecha la ventana o la puerta o lo que tocaba a la cantería, puestas las jambas y linteles, acudía el carpintero con la madera, marco, ventana o puerta, el herrero con el antepecho o reja de hierro; en cerrando o cubriendo el aposento con la bóveda o con la clave, y levantando las paredes, ya estaba la madera del tejado, y el carpintero le cubría, el pizarrero le empizarraba, acudía el albañil y jaharraba y enlucía las paredes, y si se había de pintar, asentaban el estuque y le pintaba; el otro tenía hecha la cerradura, y tan presto el solador la soleaba de lo que la pieza pedía mármol, jaspe, piedra, azulejo o ladrillo. Así se veía acabar un montón grande de cosas a la par, con tanta presteza que parecía se había nacido así. Bullía sin fin, como dice el poeta, aquí un hormiguero concertadisimo, tan sin encontrarse ni embarazarse, que parecían todos uno, o que uno lo hacía todo. Fuera de aquí, en muchas otras partes había y se hacía gran cantidad de obra, en que se ocupaban no poca diferencia de gentes, todo para la perfección de esta fábrica.

En las canteras del jaspe, no lejos del Burgo de Osma, y junto a nuestra casa de San jerónimo de Espeja, andaban sacando y labrando españoles, italianos, lo que tocaba la jaspe de la fábrica, que como veremos es mucho. En Madrid se hacia la obra de la custodia y relicario con parte del retablo, donde se juntaban muchos maestros y laborantes; allí, y en Guadalajara y Cuenca, y en otras partes que yo no sé, se hacía gran cantidad de rejas de hierro, sin lo que se labraba aquí. En Zaragoza se fundían y obraban las rejas principales de bronce de la iglesia, y los antepechos que corren por lo alto de ella.

En las sierras de Filabres se sacaba el mármol blanco, y en estas de las Navas y en Entremoz y en las riberas del Genial, junto a Granada, y en las sierras de Aracena y otras poartes, mármoles pardos, verdes, colorados negros, sanguíneos y de cien hermosos colores y diferencias. Los pinares de Cuenca, Blasaín de Segovía, Quejigal de Ávila y de las Navas, estaban siempre sonando con los golpes de las hachas y segures con que derribaban y labraban pinos altísimos, y con el ruido de los aserradores derribaban y labraban pinos altísimos, y con el ruido de los aserradores que los hacían trozos, tozas y tablas. En Florencia o en Milán se fundían grandes figuras de bronce, para el retablo y entierros. En Toledo se hacían lámparas, candeleros, ciriales, cruces, incensarios y navetas de plata. En Flandes otros candeleros de bronces grandes, medianos y menores, y de extrañas hechuras, de donde también se trajo grande cantidad de lienzos de pintura al temple para adorna las celdas. De suerte que por toda España, Italia y Flandes, estaba esparcida no pequeña parte de esta fábrica, y aunque se pudo contar la gente que andaba en el Templo de Salomón, la que anduvo en este no se puede averiguar fácilmente, por estar allende, de la mucha que aquí se veía, en infinitos lugares repartida, porque aun los monasterios de monjas estaban ocupados en las cosas de esta fábrica, labrando grande número de preciosos paños, corporales, palias, fruteros, paños de muchas diferencias y hermosuras, sábanas para los altares, sobrepellices, albas, amitos, pañizuelos cornijales y otras cien preciosas menudencias de lino, roanas, calicut y holandas, y otras diferencias de lienzos que no les sé yo los nombres.


LA SILLA DE FELIPE II DESDE DONDE CONTEMPLABA LA CONSTRUCCIÓN


Se obraba al fin y crecían en competencia tantas cosas juntas, que me confieso vencido para hacer memoria de ellas, sin tratar ahora de lo que se hacía en la dehesa del Quejigal, y en la de la Fresneda, de lo que se plantaba, edificaba, componía; estanques, jardines, fuentes, viñas, olivares, bodegas y lagares, todo con el calor y el aliento de este pío rey que con solo su vista parecía lo levantaba, daba vida, ser y aumento.


fuente_PADRE JOSE DE SIGÜENZA