CURIOSIDADES:
Uno
de los mayores logros diplomáticos conseguidos por España en la historia es el
referido en la paz de Cateau – Cambrésis, que los historiadores suelen comparar
con el tratado de Tordesillas de 1494. La corona consigue afianzar su supremacía
en Italia, con presencia en los ducados de Milán, y los reinos de Sicilia,
Cerdeña y Sicilia, el marquesado de Finale y de los presidios toscanos, que se
obtuvieron después de la guerra de siena del 1555.
ASI QUEDÓ EL MAPA EUROPEO TRAS LA PAZ |
Esta
paz trajo una profunda revisión de las alianzas en Europa occidental. Llevaba
la diplomacia española porfiando por una alianza con Inglaterra, ante la
perspectiva del enemigo secular, Francia. Se iban a producir unos cambios
fundamentados en 1554 con el matrimonio del príncipe Felipe, viudo de Maria
Manuela de Portugal, con la reina inglesa María Tudor. Si bien, cinco años
después, se iba a negociar la boda del ya rey de las Españas, que queda otra
vez viudo, con la princesa Isabel de Valois, hijo del rey de Francia, que sería
llamada por el pueblo Isabel de la Paz, puesto que se interpretaba de ese
matrimonio que la dote más importante que portaba era el fin de cuatro décadas
de guerras encadenadas.
MARIA TUDOR |
Aún
a pesar de lo dicho, en la política exterior antes de virar hacía Francia, se
sigue apostando por la alianza con Inglaterra. Así, siendo Felipe II viudo otra
vez, en 1558 presenta su candidatura ante Isabel Tudor, la hija de Ana Bolena,
que había nacido en 1533. No resultaba una belleza ante los ojos, pero era
joven, de unos 25 años, el rey le llevaba sólo seis. No resultaba ser algo
molesto como fue casarse con Maria, que si era ya vieja. De este hecho hace
mención el duque de Feria y en un párrafo en una de sus cartas a Felipe II:
GOMEZ III SUAREZ DE FIGUEROA CONDE Y i DUQUE DE FERIA |
“Quando
V.M. se casó con S.M. que haya gloria, lo sintieron los franceses en extremo, y
también sentirán ahora que V.M. case con ésta, y tanto más cuanto que hay más
esperanza de tener hijos ésta por su edad y disposición, que estas dos cosas
tiene muy mejores que la Reina que haya gloria…”. Si bien en otro comentario le
señala lo siguiente: “.. .en las otras disposiciones le hacía S.M. ventaja
incomparable…” referente al aspecto religioso y el amor hacía España que
profesaba Maria de Tudor que en Isabel no es así.
Sin
embargo, esto último no impide a Felipe II dar órdenes a su embajador en
Inglaterra, conde de Feria, para comenzar negociaciones. ¿se parece este caso
al planteado en 1553 con Carlos V en la boda anterior? ¿Con las mismas
condiciones? Sobre todo en la cuestión de los hijos, si los hubiere, deberían
heredar Flandes e Inglaterra conjuntamente.
Se
debe añadir que hay diferencias entre los dos proyectos de boda. Con María
Tudor existía la condición de que el catolicismo fuera oficial en Inglaterra
cuestión aparentemente sencilla puesto que Maria era católica. Pero con Isabel
y sus mejores seguidores su pensamiento religioso había sido dirigido a un
campo reformado, el anglicanismo, que chocaba con los sentimientos y posición
de Felipe II. En las negociaciones pensaba Felipe II presentar una serie de
exigencias con pocas compensaciones debido a que mandó salvar la vida en los
tiempos de Maria en el trono de las manos del verdugo, sumando a esto la
presión que se podía ejercer en Roma al Papa para que declarase como ilegítima
a Isabel. Es más, hecho que podría conducir a Francia ir en apoyo de aquella
que tenía mejores derechos a la subida al trono, según la ley romana, y que era
católica, la princesa Maria Estuardo.
MARIA ESTUARDO |
Como
se aprecia, Isabel podía perder el trono, y quizá la vida y Felipe II se podría
encontrar delante de un bloque formado por Francia, Inglaterra y Escocia
haciendo peligrar los países bajos que los rodeaban por todas partes.
De
esta forma, le convenía a Felipe II ser aliado de Isabel, y estos argumentos
serían llevados por Carranza, en la misión que Felipe II le hizo llevar cerca
de su padre Carlos V, ya en Yuste, en el 58, del porqué de su apoyo a Isabel
Tudor. Felipe II pensaba que Isabel Tudor estaba en peligro y dependía de su
protección. Por tanto, presenta una serie de exigencias. Una es que Isabel
abandone sus veleidades religiosas, aunque le llevara a distanciarse de muchos
de sus seguidores. Y que en segundo lugar, los hijos del matrimonio, si los
hay, que nadie piense que los hijos habrían de heredar también los países bajos,
pues él ya tenía un hijo, Don Carlos, de quince años de edad. Y en tercer
lugar, Felipe II tendría libertad de movimientos para salir de Inglaterra
tantas veces como quisiera, en función de que debía gobernar otros reinos.
ISABEL TUDOR |
Estas
condiciones son las de alguien que se cree fuerte, pero Felipe II estaba mal
informado. De esas exigencias, la de que Carlos sería el heredero a los países
bajos es curiosa, puesto que ya estaban recogidos en el tratado matrimonial con
Maria Tudor en el 1554. Carlos V en aquel tratado había creído que esa
condición persuadía a los ingleses de que aquella boda les era favorable, para
convencer a aquellos que no quería aquel matrimonio en Inglaterra. Y Carlos V
llegó a la conclusión de lo difícil que era mantener a los Países Bajos bajo la
monarquía católica y era preferible aquella alianza, para poder salvaguardar
Flandes del acoso francés.
Carlos
V le dijo a su embajador Simón Renard “Es nuestro propósito que Inglaterra y
estos Estados anden juntos, para ayudarse en todo momento…”
FELIPE II |
A
la boda inglesa con Isabel Tudor el embajador, el conde feria, le decía a
Felipe II: “cuánto más pienso en este negocio (le escribía desde Londres), entiendo que él
consiste en el marido que esta mujer tomare, porque si es tal cual conviene,
las cosas de la religión irán bien y el reino quedará amigo de V.M.; si no,
todo será borrado”.
Es
decir, lo que estaba en juego era apuntalar lo que se logró bajo el reinado de
Maria Tudor, o todo se iría por la borda. La clave de esto era la boda de la
nueva reina. El conde de feria, falto de información, añade a Felipe II: “Si
determina casar fuera del Reino, ella porná los ojos en V.M….”. Pero no era una
cuestión que estuviera madura como se interpreta desde la contestación que da
Felipe II a su embajador: “Lo que agora os puedo decir es que, por ser negocio
de tan grande importancia y consideración…, quiero mirar y pensar mucho en ello…”
. Por lo que la negociación se mantenía abierta. “Y entretanto, vos porcederéis
en esto con la Reina por la vía que llévais… de manera que ni la déis esperanza
ni la desconfiéis, sino que se vaya así entreteniendo el negocio hasta que yo
me determine…”
ANTONIO PERRENOT DE GRANVELA |
Lo
que se entendía por la protección a Isabel era dilatar las negociaciones, sin
acabar de cerrar la boda. ¡Qué era lo que deseaba la Reina inglesa! Y sólo
cuando Felipe II se dio cuenta que Isabel iba desatando sus ataduras poco a
poco a Roma, le pareció oportuno amenazar con romper negociaciones
matrimoniales. Y creía que esto sería suficiente para preservar sus intereses,
pero poco a poco se fue convenciendo que esto no sería así. En ese punto
intentó ya cerrar el acuerdo, pero obtenía respuestas dilatorias por parte de
Isabel. Además, el pueblo inglés no quería que esta casara con un pretendiente
extranjero. Aunque no se cerrara la boda, si que podía mantenerse la amistad.
En esos tiempos Isabel llamaba a Felipe II: “frátre consanguíneo et amico
nostro charissimo”. Sabiendo esto, y Felipe II, no le gustaba en realidad la
boda pareció complacido comentando : “yo he quedado satisfecho”. De forma que la
diplomacia de Felipe quedaba en libertad para negociar otra boda para el rey.
Pusieron la vista en una hija de Enrique II.
Las
razones que empujaban a Francia y España
hacia la paz era el cansancio de guerras entre ellos. Los problemas
económicos que acarreaban en aquellos las guerras, que no declaraban un claro
vencedor. Y eso hasta el punto que el 12 de febrero de 1559 Felipe II ordenó a
Granvela desde Bruselas que no se rompieran negociaciones por estar muy
endeudado y por que le llegaban avisos desde España de que ya no le podían
enviar más dinero.
ENRIQUE II DE FRANCIA |
Aún
añadir que para ambos reyes, el problema religioso se había instalado en sus
reinos, por un lado los brotes luteranos en la corona de Castilla, y por otro
lado el avance de los hugonotes en Francia. Por ello, Enrique II de Francia
deseaba detentar un mayor control religioso en sus dominios, y Felipe II
regresar a España para lo mismo. En esta época Enrique II decidió que el tema
italiano podía dejarse de lado. Italia, rica y vulnerable, que tantas discordias
había traído a Francisco I y Carlos V, también atrajo a Enrique II pero la
expedición de Guisa acabó en fracaso mientras las expediciones francesas en el
norte habían sido beneficiosas para Francia; Verdún, Metz, Toul y Calais. En
1558 la diplomacia francesa acuerda una boda entre el delfín Francisco con un
joven princesa hermosa; Maria Estuardo, reina de Escocía. Y en tras la muerte
de María Tudor, accedía Isabel al trono inglés, de dudosa legitimidad por lo
que se podía formar un bloque entre Francia, Escocía e Inglaterra. Era algo que
hasta ese momento se quería mantener en secreto por lo que se abandonaba la
vieja idea de controlar Italia.
No
obstante, en la corte parisina tenemos al duque de Guisa y sus seguidores a
favor de la guerra, contrarrestado por otro partido que clamaba por la paz
capitaneado por Montmorency, debido a que a este la paz le podría permitir
recuperar la libertad perdida, al caer prisionero en la batalla de San Quintín.
En
las primeras negociaciones de paz establecidas en la abadía de Cercamps,
dirigidas por Francia por el condestable Montmorency y por España por el obispo
Antonio Perrenot de Granvela, junto al duque de Alba, Ruy Gómez de Silva, el príncipe
de Orange y el presidente del Consejo de Estado de Los Países Bajos. En estas
conversaciones tuvo, sin embargo, un gran protagonismo Cristiana de Dinamarca,
la prima carnal de Felipe II, como hija de Isabel de Austria, la hermana del
emperador casada con el rey danés Cristián II. Después de la batalla de
Gravelinas, y con la excusa de visitar a su primo, el duque de Lorena,
prisionero de Francia, obtuvo un salvoconducto francés. En la entrevista
celebrada en Peronne, en el 58, asistida por el cardenal de Lorena y por
Granvela, que después serían dos principales negociadores de la paz de Cateau –
Cambrésis. Posteriormente, en enero de 1559 , Cristina propuso que las
negociaciones empezadas en Cercamps se trasladasen a Cateau – Cambrésis. Para España,
aparte de los demás intereses tenía que defender a sus dos aliados; Saboya e
Inglaterra. No había problema en devolver las plazas conseguidas en la guerra
en la frontera de Flandes, pero si las condiciones en la devolución al duque de
Saboya del Piamonte y la cuestión de Calais. Si Calais se perdía para
Inglaterra, sería el comienzo del enfriamiento y posterior distanciamiento
entre Inglaterra y España.
CRISTINA DE DINAMARCA |
Se
sustituyó al duque de Feria como embajador en Inglaterra por el obispo Quadra
que recibiría de Granvela desde la abadía de Cercamps lo siguiente: “En lo de
Calais, temo que hallaremos mayor dificultad allá de lo que algunos se piensan,
y jamás seré yo de parecer que de aquí les persuadamos que le dexen, pues
aunque por su culpa le perdieron, en fin, fue por nuestra sociedad.”.
Hay
un hecho trascendental en que las negociaciones entre Francia y España tuvieran
buen puerto debido a que Felipe II, harto de aspirar a rey consorte de
Inglaterra, dio su visto bueno para una tercera boda a sus diplomáticos en
Francia con la muy joven Isabel de Valois, tenía 13 años. Y si se había fijado
en un principio casar a su hijo Carlos con esta, fue desplazada por los
intereses en juego por su padre Felipe II.
De
esta forma, la paz fue firmada en Cateau – Cambrésis los días 2 y 3 de abril de
1559. Francia y España acordaban la devolución de sus respectivas conquistas en
las fronteras de Flandes; San quintín volvía a Francia, y Marienbourg a España.
También se recobró el estado tapón entre el delfinado Francés y el Milanesado
español, siendo devuelto el Piamonte al duque de Saboya, y Francía devolvía
Córcega a Génova, pero tendría en su poder Calais durante 8 años, y una
cláusula de pago de 500.000 escudos sin al término de dicho plazo no la
devolvía, como así ocurrió después. Se establecían acuerdos matrimoniales entre
Felipe II e Isabel de Valois, y la del duque Manuel Filiberto de Saboya con
Margarita, la hermana de Enrique II. Finalmente, en unas fiestas en París,
Enrique II perdería la vida en un torneo caballeresco. Con lo que Francia
entraba en un período de inestabilidad. El 20 de agosto de 1559, Felipe II
regresaba a España.
REPRESENTACIÓN DE LA PAZ DE CADEAU-CAMBRESIS |
Antes,
en las instrucciones de 5 junio de 1558 al arzobispo de Toledo, Carranza, en su
misión en Valladolid con la princesa Juana, y en Yuste con el emperador Carlos
V, una cuestión a tratar era el gobierno de Flandes, donde Felipe II era reacio
a dejar a Manuel Fibiberto, lo consideraba una persona poco grata para los
naturales. Este general y su rey no mantenían buenas relaciones. Era un
problema, tras la vacante dejada por la reina viuda de Hungría, la posición de
mando en aquellas tierras no tenía las manos más adecuadas en el duque de
Saboya. Felipe II piensa en el regreso de su tía, era uno de los principales
encargos a Carranza: “…cierto, no sé en qué podría la dicha Reina servir más a
Dios ( dice Felipe II a su hermana Juana) que en venir a regir y gobernar estos
Estados, y si se podría escusar, sin cargo notable de consciencia, teniendo la
obligación natural que tiene mirar por ellos..”.
ISABEL DE VALOIS |
En
todo caso se firmó como se ha dicho la paz en abril de 1559 y esta se recibió
con alegría entre los vasallos de Felipe. Así desde el mes de marzo, en
Napoles, se rezaba por ella porque se temía que apareciere la armada turca,
como pasó en 1558. Se puede dar constancia de esto en una carta de Ayala a
Granvela: “el correo partió de Bruselas a los cinco del presente, llegó con la
buena nueva de la paz, de que se ha reçibido el contentamiento que es razón.
Bendita sea Nuestro Señor que asy lo ha hecho, que bien creo que v.s. haurá
sido mucha parte en ello, como tan zeloso de su servicio y de Su Mag.; y lo del
casamiento es cosa muy açertada y con que se perpetúan más estos negocios… Este
correo lleva póliças de DCCC mil ducados, como allá lo verá v.s., por los
despachos que van, y queda lo de acá de manera que ha sido bien necesaria la
paz”.
Tenemos
también el texto de Francisco de Ibarra, desde Milán,: “… todo el mundo la
vendize, juzgando las condiciones con que se han acabado por tan aventajadas.
No se quexará S.M. de que le hayan casado con mujer fea y vieja y por quién
haya de esperar a entrar en nuevos trabajos, sino que le han satisfecho en lo
uno y dado la vida en lo otro, como bueno médicos…”.
Sin
embargo, aquí podemos citar un testimonio desde lado francés, desde Augsburgo,
el secretario Gámiz, al servicio de Fernando I, da la noticia a Gravela de que
los franceses no estaban demasiado contentos con la paz: “estos embaxadores franceses
aún la niegan y amenazan a quienes la han publicado con partidos tan
vituperosos a su Rey.”
Por
tanto, fue un escándalo esta paz para los franceses en aquel tiempo, y recibido
con alegría por los españoles en tanto que fue más ventajosa para los últimos
que cristalizó con el dominio sobre Italia, mientras Francia fracasaba en su
gran proyecto sobre Inglaterra. Tras la paz, parece claro que en esos momentos
España será la primera potencia en Europa.
En
esas fechas, el 8 de mayo de 1559 tras concluir el primer parlamento convocado
por la reina Isabel en Inglaterra fue introducir de nuevo declarar al reino
inglés dentro de lo que conocemos por la iglesia anglicana. De esta forma,
Isabel fue declarada cabeza de la Iglesia. El conde de Feria, en contacto con
el Partido católico inglés, tenía la sensación que este giro de Isabel y el
gobierno presidido por Cesil, iban a causar problemas para el país, porque
podía ser atacado por Francia con la bendición de Roma. De forma que se
convenció que en lugar de mantener la política de Felipe de apoyar la reina, se
debería hacer lo contrario: “yo querría, cuando le daba cuenta de la grave
situación religiosa en Inglaterra, que tal obra se hiciese por manos de V.M. no
se nos pase Dios a los enemigos.”.
El
duque de Feria pensaba que la guerra civil en Inglaterra era inminente, y con
el peligro que los católicos, si Felipe no lo oía, buscaran la protección del
rey francés. Felipe II ante esto pidió a sus asesores, que estaban negociando
la paz en Cateau – Cambrésis, es decir, Granvela, Alba Y Ruy Gómez de Silva,
con la excusa de llevar a don Carlos a Flandes, y poder de esta forma hacer
desembarco en Inglaterra: “esta armada, puesta así a punto, podría servir en
este medio que S.M. acá estuviese, para pasar a Inglaterra, ofreciéndose la
necesidad, toda la gente de pie y de a caballo española que S.M. aún tiene, la
que para este efecto habría de entretenerse, aunque para otro no fuese menester
más.”. Se aconsejaba apoyar al Duque de Feria con dinero suficiente para apoyar
al partido católico y dando instrucciones de que tuviera a Isabel de que la amistad de España seguía vigente.
También:
“esto a fin que cuando todavía nasciese rompimiento entre católicos y hereges,
S.M. se halle confidente a entrambas partes, o a lo menos no sospechoso a la
Reina y a los suyos, porque con esto no se les dé ocasión de acudir a los
franceses y llamarlos en su ayuda, antes que S.M. se pueda haber apoderado de
la tierra.”.
Tal
empresa se inició pero no se llevó a
cabo, sin embargo, llegó a oídos de Isabel que la temió, y se preparó para lo
que pudiera pasar, y esto fue de conocimiento de Quadra que dice: “he entendido
que la Reina ha mandado por toda la costa hasta Cornualles, proveer de gente y
encomendado que la tengan apercibida en diversas partes como es su costumbres,
para lo que fuese menester…”. El gobierno de Isabel no escondía esto,
declaraban que lo hacían en virtud de que un temporal arrojara a Felipe II a
sus costas, y de esta manera poder hacer un buen recibimiento, y así se lo
indicaron a Felipe II, pero Quadra apuntó que había otro motivo: “Otros piensan
que esta gente la han apercibido por miedo que tienen de V.M.”.
fuente: felipe II y su tiempo
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