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lunes, 24 de noviembre de 2014

REPORTAJE DE LA BATALLA DE LEPANTO

CURIOSIDADES:




En 16 de septiembre salió el señor den Juan de Mesina, con toda la armada para levante. Eran doscientas doce galeras y quince  naves y seis galeazas. Fue a dormir a la Fossa de San Juan.

De las galeras eran ciento de España con todas las de particulares y las demás de venecianos, y seas galeazas; y la misma noche se hicieron las escuadras. El señor don Juan de Austria llevaba una escuadra de sesenta galeras. Llevaba por divisa en la real el estandarte que el Papa envió, con un Cristo, y las armas de los de la Liga. En medio las armas del Papa; las del rey a mano derecha, a la izquierda las de venecianos, y abajo las del señor don Juan con un lazo que las ligaba a todas. Llevaba en la entena una flámula azul y una banderilla en el cárcel. Iba Juan Andrea con otra escuadra de cincuenta y tres galeras. Llevaba en su galera, en la entena, una flámula verde, encima de la cual tenía una banderilla verde; y todas las galeras de su escuadra llevaban una banderilla verde; y todas las galeras de su escuadra llevaban una banderilla verde al cabo de la entena. Diose otra escuadra a don Álvaro de Bazán, de treinta galeras. Llevaba su galera por divisa una flámula blanca.



ASÍ PINTÓ VERONESE, CONTEMPORÁNEO DEL SUCESO, LA BATALLA DE LEPANTO


Don Juan de Cardona iba siempre descubriendo, con seis galeras. Todas las galeras de Venecia iban entretejidas con las nuestras por algunos respectos. Iban en esta armada cuatro tercios de españoles, dos de soldados viejos, y dos de bisoños. Llevaba más de un tercio de italianos y otros tudescos. Iba por maestre de campo general Ascanio de la Corna, de toda la infantería. Don Pedro de Padilla, maestre de campo, del tercio de Nápoles; Don Diego Enríquez del tercio de Sicilia: don Miguel de Moncada del un tercio de bisoños; don Lope de Figueroa del otro de bisoños; del tercio de tudescos el conde Lodrón; de los italianos el propio Ascanio de la Corna. Capitanes generales de las galeras eran Gil de Andrada de las de España, de las del Papa Marco Antonio Colona, de las de Nápoles, don Álvaro de Bazán, de las de Sicilia don Juan de Cardona; general de las de Saboya Monsieur de Leim, general de las de Génova, Hector Spinola; el señor Juan Andrea de las suyas; de venecianos, el señor Barbarigo.

Iban en las galeras de venecianos, españoles e italianos y así también en las galeazas. A los 17 de septiembre salió la armada de la Fossa de San Juan, en la orden que tengo dicho.

A las siete, digo por la mañana, se descubrió la armada del Turco, a doce millas de la nuestra en el mismo cabo de la Salina. Cuatro galeras venían delante, y creíamos sería don Juan de Cardona que iba descubriendo; pero fue Carahoja que venía a descubrir nuestra armada, la cual vista se fue a la vuelta de su armada, y dio aviso de nuestra venida, la cual que ya los enemigos nos habían descubierto. Tocóse la alarma en nuestra armada, y a gran prisa se hizo la pavesada, y luego cada escuadra tomó dos galeazas a jorro, y púsose la armada de esta manera.


CRISTO DE LEPANTO EN LA CATEDRAL BARCELONA


La real se puso en orden con su escuadra: a su mano izquierda venía Barbarigo con su escuadra; a la derecha Juan Andrea. Don Álvaro de bazán venía de retaguardia y socorro con treinta galeras, para favorecer donde necesidad hubiese.

Llevaba la real de Su Alteza dos galeras de socorro y quince fragatas; y las otras dos escuadras cuatro galeras y quince fragatas, de suerte que nuestra armada iba muy en orden.

Dijeron después los turcos, que cuando nos poníamos en orden ellos pensaron que huíamos, y que tenían por cierta la victoria; y así habían puesto por la costa mucha caballería porque si vencidos embistiésemos en tierra cayésemos en manos de la caballería.

Venía la armada turquesca con buen orden, en la cual había doscientos ochenta bajeles; las doscientas cincuenta galeras reales, las demás galeotas de veinte y de veintidós y de dieciocho sin muchas otras fragatas; y nuestra armada tenía doscientas doce galeras y seis galeazas.

Salíó Su Alteza con una fragata, y anduvo por la mayor parte de nuestras galeras animando y exhortando capitanes y soldados a la batalla con eficacísimas palabras, a las cuales con gran esfuerzo todos respondieron que Su Alteza no dudase que vencerían con el favor de Dios, si no que paleando todos morirían.

Puestos en su orden caminaban los enemigos hechos un escuadrón como media luna; ni dejó de hacer Alí Bajá general, lo que a buen capital convenía. Yendo las enemigas una contra otra, caminaban muy despacio. Los contrarios tenían viento y mar en su favor; pero permitió el señor que en legándose la una armada con la otra, mar y viento en nuestro favor se volviesen.

Una milla estaría la una armada de la otra cuando la general del Turco tiró una pieza de artillería desafiando a la nuestra para la batalla. Nuestra real respondió con otra aceptando la batalla, y a esta con otra respondió el Turco.

Cuando tan juntas se hallaron las armadas, que con la artillería se podían fácilmente batir, se hallaron seis galeazas nuestras delante nuestras galeras, dos en frente de cada escuadra.

Las dos de la mano izquierda comenzaron a jugar la artillería porque por aquella parte se comenzó la batalla, e hicieron grandísimo daño en los enemigos.




Lo mismo hizo las otras cuatro galeazas a su tiempo.

Luego Barbarigo arremetió con su escuadra de galeras, y se trabó una muy sangrienta batalla, en la cual herido el Barbarigo murió; pero ya certificado de la victoria.

Su Alteza acometió con su real a la general turquesca, la cual, aunque tenía mucha y muy buena gente y era por la popa socorrida fue en breve rendida, muerto Alí Bajá general, y derribado el estandarte. Un cuarto de hora después Juan Andrea acometió por el cuerno derecho, al cual vino al encuentro Luchali, renegado y rey de Argel; pero llegándose a la galera conoció que era de Juna Andrea, y no la osó acometer, y fuese contra la capitana de <malta con otras galeras, la cual, aunque peleó muy valerosamente, por la multitud de los enemigos fue rendida. Juan Andrea acometió la proa de Luchali, y la rindió, y otra galeota echó a honda otra galera y rindió algunas más.
En la real fue muerto de un falconete don Bernandino de Cárdenas, que le dio sobre la rodela acerada, y murió el tercero día.

Viendo Luchali su armada llevar el peor, procuró salvarse y huyó con cinco galeras. Fue esta batalla muy grande, muy reñida y muy sanguinosa.


CROQUIS ORIGINAL DE LA FORMACIÓN DE LAS ESCUADRAS EN LA BATALLA DE LEPANTO



Estuvo cerca de hora y media a declararse la victoria por los cristianos, lo cual conocido por muchos turcos, procuraron de arremeter y embestir en tierra, y así se salvaron algunos perdiendo sus galeras. Fueron rendidos doscientos cuatro bajeles con los echados a hondo y quemados.

El daño que recibió nuestra armada, fue que fueron rendidas cuatro galeras de venecianos, y dos echadas a hondo.

La capitana de Malta rendida, San Juan de Sicilia casi rendida, la patrona del duque de Saboya rendida, y la capitana de Nicolás Doria, en la cual murió peleando el capitán Juan de Silva y toda su compañía. Duró la batalla y alcance de ella de las once del mediodía hasta las cinco de la tarde.

Fueron enviados por Su Alteza embajadores don Lope de Figueroa, maese de campo, al rey, a Su Santidad, el conde de Pliego.

Recogidas las galeras se retiraron al puerto de la canal de Petrache. De allí partimos con buen tiempo la vuelta de Santa Maura, llevando cada galera una de las rendidas. A las trece partiendo de allí, se tuvo consejo, y se concluyó se tomase Santa Maura.

A las quince echaron en Santa Maura diez mil hombres. Fue a reconocer Ascania de la Corna con cien soldados, y el príncipe de Urbino y don Miguel de Moncada, y por ser noche le mandaron volver.
Los turcos habían ya quemado el burgo y rompida la puerta del Estaño, de suerte que la fortaleza quedaba ya aislada, y no se podía llegar artillería a ella sino con gran trabajo.

Estúvose allí dos días y hízose el repartimiento de las galeras y turcos que se tomaron. Hallóse que habían tomado seis mil turcos, y muertos se cree que pasaron treinta mil, y siendo ellos cincuenta y seis mil según se entendió por sus listas, los demás se salvaron o, dando en tierra, o huyendo con las galeras que se escaparon. De los nuestros, entre muertos y heridos fueron doce mil.


fuente_Fray Miguel Servia, confesor de don Juan de Austria


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