CURIOSIDADES:
Bien
es sabido que en los primeros días de agosto de 1914 comenzó la primera guerra
mundial. Las divisiones alemanas entraron en Bélgica a través de las fronteras
francesas, de suerte que a final de mes la situación en Francia era crítica, acechando
las huestes alemanas la capital París. Forzado, el gobierno francés deja parís
en Septiembre, se traslada a Burdeos.
He
leído esta tarde en Amiens los periódicos de la mañana, de París. Para mí, que
conocía una parte de la verdad, me parecía increíble que un gran pueblo tenido
en semejante ignorancia de la situación que no se halla directamente ante sus
ojos. Los periódicos transmiten, como una charla infantil, cosas que decían de
la guerra, en las tertulias de sus países, hace una semana. Ni una palabra de
la caída de Namur, los diarios ingleses que traen la noticia no pueden circular
en París, y el Daily Mail parisiense se vio obligado a publicar una negativa de
la declaración del Departamento de Prensa inglesa que lo había publicado, y
considerable charla sobre los nuevos acontecimientos del Mosa.
SOLDADOS ALEMANES ATRAVIESAN BRUSELAS |
Esto
no está bien. Pleitearé con el censor inglés para que deje pasar mi mensaje. Le
garantizo que respecto ala situación de tropas, no tengo nada que decir que no
sea ya conocido por el Estado Mayor alemán. No hay ninguna razón, ni táctica ni
estratégica, para que no se publique una palabra de cuanto yo escribo. Y para
obtener mi información no he roto ninguna promesa ni obligación. Me he movido
lejos y de prisa en el Norte de Francia, entre el miércoles por la mañana y la
hora que en esto escribo. El coche ha sido avisado y detenido quizás un
centenar de veces; pero los pálpeles que llevábamos nos han permitido pasar por
todas partes. Por otra parte, es importante que la nación sepa y compruebe
ciertas cosas. Verdades amargas, pero podemos hacerles frente. Debemos limitar
las pérdidas, comprender la situación, poner los pies en firme.
Para
comenzar, digamos que el honor está a salvo. En todas las ocasiones duras que
hemos presenciado, dechado y muestra de las más fieras luchas de la historia,
no vi el miedo en el rostro de un solo hombre. Era un ejército roto y en
retirada, pero no un ejército perseguido. Ni en las declaraciones de los
oficiales, ni en lo que me dijeron otros oficiales no comisionados, ni tampoco
en lo de los demás, hay una sombra de desmoralización. Nadie puede responder de
todos, pero cada regimiento británico, y toda batería, que se sepa hasta el
presente, ha cumplido con su deber. Y nunca ha habido más terrible deber.
Desde
el último lunes por la mañana el avance alemán ha sido de la más increíble rapidez.
Como os escribía ya, las fuerzas británicas sostuvieron una terrible lucha, que
puede denominarse la acción de Mons, aunque cubría un gran frente, el domingo.
El ataque alemán fue resistido hasta el límite extremo; una división entera
tuvo que entrar en lucha después de una larga marcha, y sin tiempo para excavar
trincheras. Los auxiliares franceses del ala derecha esperaban habérselas tan
bien que ni siquiera se notase habían establecido contacto; pero no puedo decir
si estaban igual unas cuantas horas más tarde.
Más
a la derecha, a lo largo del Sambre y en el ángulo del Sambre y el Mosa, los
franceses, después de varios días de largo y valiente batallar, fueron rotos.
Namur cayó, y el general Joffre se vio forzado a ordenar una retirada a lo
largo de toda la línea. Los alemanes, cumpliendo unos de los mejores preceptos
de toda guerra, no dieron un momento de descanso al ejército en retirada. La
persecución fue inmediata, infatigable, continua. Aeroplanos, zepelines, coches
acorazados y caballería fueron lanzados, como una flecha disparada de un arco,
y sirvieron a la vez para fatigar a las columnas en retirada, y también para
informar plenamente al Estado Mayor de los movimientos de las fuerzas aliadas.
SOLDADOS BRITÁNICOS QUE PARTICIPARON EN LA BATALLA DE MONS |
Las
fuerzas británicas retrocedieron por Bavai, en un frente entre Valenciannes y
Maubeuge; después por Le Quesney, donde tuvo lugar una lucha desesperada,
continuamente hacia el Sur. Los regimientos fueron gravemente maltratados, y el
ejército roto se abrió camino a la desesperada en muchos puntos, hacia atrás y
siempre hacia atrás, por la masa de enemigos, que estaban dispuestos a
sacrificar la vida de cuatro de sus hombres por la de un soldado británico. No
puedo decir, después de lo ocurrido, dónde están todas y cada una de sus
unidades; pero había cosas que era indudablemente justo que se dijeran, y las
he dicho.
Esta
noche escribo oyendo el rugido de los cañones. Toda la tarde la artillería
estuvo batiendo los caminos del Este. Un aeroplano alemán voló sobre nosotros
esta mañana, y fue derribado.
Un
chofer militar me dijo que el eje de su coche se rompió y tuvo que abandonarlo.
Apenas había salido fuera del coche cuando se lo voló un obús. La Cuarta
División, en unidades diseminadas, con el enemigo en los talones, cuanto de lo
que quedaba de viente mil excelentes soldados, se infiltraba hacia el Sur.
Nuestras
pérdidas son muy grandes. He visto los fragmentos de varios regimientos.
Dejadme repetir que no hay aquí ningún fallo en la disciplina, ni pánico, ni
uniformes amañados. Todos tienen un buen temple y no se dejan dominar de los
nervios. Llega un grupo de hombres, un docena más o menos. Llega, bajo el Mando
correspondiente. Los hombres están cansados de marchar, y deberían sentirse
débiles de hambre, pues desde luego, ningún comisario puede evitar tal caso,
pero no obstante, están firmes y de buen humor, y a menudo, se informan entre
sí y preguntan noticas de su regimiento.
Vi
a dos hombres dándose tales nuevas, después de saludarse amistosamente: “Mal
trago hemos tenido, señor” era la frase usada en su regimiento. El otro dijo: “Temo
que hayamos perdido mucho, señor”, cuando el otro le preguntó cuántos sobrevivían.
Manifiestamente,
todas las divisiones estaban en acción. Algunas han perdido casi todos sus
oficiales. Los regimientos quedaron rotos en pedazos y una buena disciplina y espíritu
mantuvieron juntos aquellos fragmentos, aunque no sabían que había sido de las
demás partes con las que antes habían formado un espléndido conjunto.
SOLDADOS FRANCESES TRAS UNA ZANJA |
Hay
algo que parece claro respecto a esta lucha: primero, el carácter colosal de
las pérdidas alemanas. Confieso que al leer los partes diarios, el París,
acerca de cuán mayores eran las pérdidas alemanas que las de los aliados, no me
extrañó mucho. He observado en gran manera que el modo de guerrear de los europeos
del Este. Cada uno cree haber aniquilado al adversario, y esto me ha vuelto muy
escéptico en tales materias. Pero tres días entre los combatientes me han
convencido de que en este caso, la historia no mentía.
Está
claro también que aunque el Estado Mayor francés sabía que sus fronteras
orientales eran tan perfectas que obligaron a Alemania a contornearlas para
buscar un lugar débil, y aunque sabían que Alemania no se atrevería a
enfrentarse a Inglaterra y a ultrajar la opinión internacional violando la
neutralidad de Bélgica, no obstante, subestimaron la fuerza del golpe germano a
través de Bélgica. Todas las estimas hechas sobre el efectivo del ejército
alemán en Bélgica necesitan revisión, y tras la pantalla, en Alsacia y Lorena
había estacionadas probablemente muchas menos de las que se supuso, o de lo
contrario, Malhausen no hubiese tenido que ser reconquistada dos veces.
Los
jefes alemanes en el Norte hacían avanzar sus hombres como si tuvieran de ellos
un efectivo inagotable. Del valor de estos hombres no es necesario hablar.
Avanzan en secciones profundas, tan poco extendidas que les permite permanecer
casi en orden cerrado, con poco miramiento en el cubrirse., lanzándose adelante
tan pronto como su artillería ha abierto fuego tras ellos en nuestras posiciones.
Nuestra artillería abre largas brechas en el centro de las secciones, de modo
que frecuentemente no queda nada de ellas excepto las alas. Pero apenas se hace
esto, cuando aparecen más alemanas, saltando sobre sus propios muertos y rehacen
la sección. La pasada semana su superioridad numérica fue tan grande que no se
les podía detener más que a las olas del
mar. Sus granadas son bastante malas, aunque sus artilleros son excelentes en
puntería. Por otra parte, sus cañones motorizados son de las más mortífera eficacia,
y muy numerosos. Sus disparos de rifle no son de primera clase, pero sus número
hace que al fin todo acabe en un ataque a la bayoneta. Son superiores en número
de hombres y en cañones, en especial en cañones motorizados; usan el sistema,
del mayor éxito, de acompañar el ataque con aeroplanos y zepelines; motores llevando
cañones, y caballería. Los elementos de su presente éxito residen en su extrema
movilidad.
ZEPELIN QUE BOMBARDEÓ LIEJA EL 6 DE AGOSTO |
En
resumen: el primer gran esfuerzo alemán ha tenido éxito. Debemos enfrentarnos
con el hecho de que la fuerza expedicionaria inglesa, que llevó el gran peso de
la ofensiva, ha sufrido terribles pérdidas y requiere de un inmediato e inmenso
refuerzo. La fuerza expedicionaria británica, ha ganado, en verdad, una gloria
imperecedera, pero necesita hombres, hombres y más hombres. El ataque sobre
París no puede ser descartado del campo de las posibilidades. YO vi la abalanza
amenazadora moviéndose hoy rápidamente. Queremos refuerzos y los queremos
ahora. Si el jefe del Estado Mayor alemán, después de contar sus pérdidas
humanas, ha de hallar que le han quedado bastantes hombres aún para intentar
otro asalto con alguna esperanza de éxito, es de lo más dudoso. Su ejército ha
hecho un colosal esfuerzo y se ha movido con extraordinaria velocidad. Es
posible que sus límites hayan sido alcanzados.
fuente_ARTHUR MOORE en THE TIMES
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