LÁPIDA |
Bajo la Catedral de Valencia aún quedan tesoros. Y en opinión de la Comisión Diocesana de Patrimonio, muchos. Los trabajos bajo el altar de Santo Tomás de Villanueva, en una de las criptas de la Seu, han desvelado dos vestigios medievales de gran valor: una lápida funeraria completa del siglo XIII, perteneciente al secretario de Pedro III de Aragón, Raimundo Escorna, y un pedestal con varios escudos de los Vallterra del siglo XIV.
Jaime Sancho, presidente de la Comisión Diocesana de Patrimonio y canónigo conservador de la catedral, explicaba ayer que no tienen constancia de cómo era la Seu «antes de la reforma neoclásica dl siglo XIX». En opinión de Sancho, sucesivos trabajos en el subsuelo del templo pueden dar lugar a nuevos hallazgos de vestigios medievales e incluso aún más antiguos. «Las cosas relacionadas con el culto se enterraban y van saliendo cosas y cuando ampliemos el museo es posible que aparezcan más», aseguró ayer Sancho.
Por ahora, la adecuación de la cripta para volver a instalar un lienzo bocaporte un tipo de cuadro que puede esconderse en la pared para abrir un compartimento oculto, con Santo Tomás de Villanueva y restaurado por el taller de la Luz de las Imágenes, que estuvo hasta antes de la guerra y que se ha restaurado para que cubra las reliquias de la Seu ha dejado a la vista la lápida y el capitel, «ambos cubiertos de escombros durante siglos pero en buen estado», según Sancho. La losa en cuestión se encontraba en la capilla de San Lucas, uno de los lugares de enterramiento de la catedral, y aún tiene restos de policromía. Ahora, será restaurada y limpiada en el Instituto Valenciano de Conservación y Restauración (Ivacor),tal como confirmó ayer Sancho.
La lápida tiene unas dimensiones de 52 centímetros de alto y 37 de ancho y corresponde al ciudadano de Valencia Raimundo Escorna, que fue secretario del rey Pedro III de Aragón y a quien el monarca y su sucesor, Jaime II, concedieron los señoríos de Olocau y Rafelbunyol. En la inscripción original que aparece en la lápida, fechada el 17 de febrero de 1291, se puede leer, tras el nombre del fallecido, el siguiente epitafio en latín: «Hombre que me miras, lo que tú eres yo fui, y lo que yo soy tu serás. Te pido que reces un Padre Nuestro por mi alma». Los Escorna dotaron la capilla de San Lucas donde se encontró la lápida en cuestión.
La lauda sepulcral incluye también ángeles turiferarios acompañando el alma sobre la figura yacente del difunto y otros elementos iconográficos, entre los que destaca el escudo parlante del linaje, un toro, según explicó Sancho, que hizo hincapié la relación entre los cuernos del animal y el apellido, Escorna, del difunto.
Se trata de una de las inscripciones funerarias medievales «más antiguas descubiertas en Valencia, que se unen a las ya existentes en la Catedral: del deán Ramón de Belestar y del obispo Jaspert de Botonach y a las conservadas en la iglesia de san Juan del Hospital», según fuentes del Arzobispado.
Otra de las piezas halladas es un pedestal con varios escudos de los Vallterra, «idénticos a los conservados en la capilla que de esta misma familia se conserva en la Catedral de Segorbe». Los Vallterra, emparentados con los Blanes, tuvieron capilla también en la Catedral de Valencia. La obra se encuentra en buen estado.
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