JUANA DE ARCO |
Un gran halo de misterio rodea a la figura de Juana de Arco
y a los sucesos que ocurrieron durante su vida. Esto se debe a la escasez de
documentación al respecto y a que la mayoría de esa documentación pertenezca a
las actas del cuestionable proceso por herejía y brujería que se llevo a cabo
contra ella, en Ruan, entre 1430 y 1431.
La vida de Juana comienza un 6 de enero de 1412, en un
poblado llamado Domrémy, situado en la región de Lorena. Fue criada en el seno
de una familia humilde, dedicada a la agricultura, donde no aprendió a leer ni
a escribir pero si a llevar una vida piadosa. Tanto es así, que a la edad de
trece años comenzó a escuchar voces que le exhortaban a llevar una vida devota.
Juana identificó estas voces como las de Santa Catalina y Santa Margarita, así
como la de San Miguel, protector de Francia, quien le encomendó la misión de
dirigirse a Orleans y dirigir a las tropas del Delfín Carlos, hijo del difunto
Carlos VI, para lograr derrotar al ejército ingles y coronar al candidato
armagnac.
Convencida de su misión se dirigió a Vaucouleurs, al norte
de Domrémy, donde se encontraba la guarnición de armagnac más cercana, comandada
por Robert de Baudricourt. Este, no tomando en serio a la joven Juana, declino
su petición de una escolta para dirigirse al encuentro del delfín, que se
encontraba refugiado en Chinon, para informarle de la misión que Dios le había
encomendado.
Tras meses de insistencia, Robert de Baudricourt accedió a
proporcionarle una escolta, formada por seis hombres, que le protegiese en territorio borgoñés y
poder llegar a su destino. El viaje hacia Chinon daría comienzo el 13 de
febrero de 1429 y le llevaría a atravesar ciudades como Auxerre o Sainte Catherine,
desde donde escribió al delfín sobre el motivo de su viaje.
La fama de Juana le precedía y, para cuando su carta llego a
Chinon, ya tenía partidarios y detractores dentro de la corte. Carlos, movido
por la confianza en Robert de Braudicourt, accedió a recibir a Juana. La
leyenda cuenta que, ante la desconfianza de que la joven fuese una farsante con
oscuras intenciones contra su persona, el delfín disfrazo a uno de sus
sirvientes con sus ropas y el mismo se oculto entre el gentío para ver que sucedía.
Cuando Juana fue llevada ante el
supuesto delfín, le reconoció como un farsante y, para sorpresa del propio
Carlos, se dirigió directamente a él. Tras este suceso, Carlos se habría
reunido con ella a solas para conocer sus intenciones, a lo que Juana habría
respondido que venía por voluntad de Dios a reclamar un ejército para levantar
el asedio a Orleans y lograr su
coronación.
La fama de Juana le precedía y, para cuando su carta llego a
Chinon, ya tenía partidarios y detractores dentro de la corte. Carlos, movido
por la confianza en Robert de Braudicourt, accedió a recibir a Juana. La
leyenda cuenta que, ante la desconfianza de que la joven fuese una farsante con
oscuras intenciones contra su persona, el delfín disfrazo a uno de sus
sirvientes con sus ropas y el mismo se oculto entre el gentío para ver que sucedía.
Cuando Juana fue llevada ante el
supuesto delfín, le reconoció como un farsante y, para sorpresa del propio
Carlos, se dirigió directamente a él. Tras este suceso, Carlos se habría
reunido con ella a solas para conocer sus intenciones, a lo que Juana habría
respondido que venía por voluntad de Dios a reclamar un ejército para levantar
el asedio a Orleans y lograr su
coronación.
Tras esta reunión, Juana se había ganado la confianza del delfín,
pero fue sometida a un proceso en Poitiers, a manos de numerosos teólogos, para
verificar su historia. Cuando la misión divina de Juana recibió el visto bueno,
Carlos la puso al frente de 5000 hombres (según las fuentes el número oscila
entre los 5000 y los 10000) y pusieron rumbo a Orleans. Una vez allí, tras
superar los recelos iniciales de Jean de Orleans, que era quien estaba al mando
en la ciudad, Juana se hizo un hueco en el consejo y lidero a los soldados en
la batalla. Según lo que se deduce de sus declaraciones en el proceso de Ruan,
ella portaba el estandarte y enardecía la moral de los hombres. Aunque también
se habla de sus grandes dotes para la táctica y la estrategia militar. En
cualquier caso, la fe que tenía el ejército francés en Juana de Arco provocó
que el cerco a la ciudad fuese roto y el ejercito ingles fuese derrotado el 8
de mayo de 1429.
Juana en la conquista de Orleans |
Tras esta victoria, el ejercito de la doncella de Orleans,
como a partir de entonces se conocería a Juana, recuperó varios puentes a lo
largo de la rivera del Loira y en poco tiempo conseguiría las victorias de
Jargeau, Meung-sur-Loire, Beaugency y Patay, que dejarían el camino libre al delfín
para dirigirse a Reims, donde debía ser coronado. Aunque el camino pasaba por
varios territorios controlados por los borgoñones, encontraron escasa
resistencia y el 16 de julio entrarían en la ciudad de Reims. Un día después el
delfín sería coronado como Carlos VII.
Con su objetivo cumplido poco le quedaba por hacer allí a
Juana, pero ante la insistencia de sus seguidores y la creencia de que sin la
conquista de Paris el reinado de Carlos VII no se asentaría definitivamente,
decidió seguir liderando el ejercito armagnac. Así pusieron rumbo a Paris,
aprovechando una reciente tregua con la facción borgoñona, por lo que
realizaron el trayecto sin excesivas complicaciones, a excepción de unas
cuantas victorias menores. Una vez situados en las cercanías de la capital
francesa, el rey decidió adoptar un tono más pausado para afrontar la toma de
Paris, algo con lo que Juana no estuvo de acuerdo. Pero una vez más, gracias a
las presiones y a la influencia que la doncella de Orleans tenía sobre el ejército,
el rey accedió a atacar la ciudad. Esta ofensiva fue un absoluto fracaso, donde
incluso Juana fue herida por una flecha en el muslo, y el ejército tuvo que
retirarse el 10 de septiembre.
A partir de este momento la confianza del rey en Juana fue
en declive, siendo apartada de la toma de decisiones y progresivamente
marginada, ya que el rey quería llevar a cabo una política pactista para la que
la doncella no le servía, pues sus ideas eran más beligerantes. Así pues,
tomando una actitud al margen del rey, Juana decide llevar a cabo varias
campañas que acaban en fracaso, llevando a apartar a la doncella durante algún
tiempo de la vida militar. La última acción militar de Juana de Arco fue la
resistencia de la ciudad de Compiègne, donde acudió a luchar contra el Duque de
Borgoña, que pretendía tomar la ciudad. La resistencia fue inútil y Juana fue
tomada prisionera por el enemigo.
Estando cautiva protagonizó un par de intentos de fuga,
hasta que encadenada vio como era entregada a los ingleses, quienes la
trasladarían a Ruan, donde seria juzgada, acusada de herejía, por un tribunal
eclesiástico. Este proceso no era más que un intento, por parte de Inglaterra,
de desprestigiar al rey francés, quien habría estado siguiendo los consejos de
una bruja. Juana siempre se declaró inocente, pero llego un momento en que se
retracto de sus palabras para cambiar la pena de muerte por una cadena
perpetua. Pero algunos días más tarde, la doncella de Orleans se reafirmo en la
creencia del origen divino de su misión, hecho que le valió una condena a morir
en la hoguera, que se haría efectiva el 30 de mayo de 1431.
Juana en la hogera |
Años más tarde, después de muchos intentos, Juana de Arco
fue declarada inocente por el Papa, pero no fue hasta el siglo XX cuando fue
declarada mártir y santa por la Iglesia. Aun así la figura de Juana de Arco se
convirtió en el símbolo de la unidad y el patriotismo francés, convirtiéndose
en una heroína nacional.
Escrito por-Javier S.Roquero
holi me encanti y soy gey
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