«Vuestra Majestad debe mandar se den por todas
partes infinitas gracias a nuestro Señor por la victoria tan grande y señalada
que ha sido servido conceder en su armada, y porque V. M. la entienda toda como
ha pasado, demás de la relación que con esta va, embio también a D. Lope de
Figueroa para que como persona que sirvió y se halló en esta galera, de manera
que es justo V. M. le mande hacer merced, signifique las particularidades que
V. M. holgare entender; a él me remito por no cansar con una misma lectura
tantas veces a V. M.
D.Juan de Austria |
Encabezamiento de la primera carta de D. Juan de
Austria
a Felipe II después de la batalla de Lepanto.
ANTECEDENTES
ANTES DE LA BATALLA
Desde que
los otomanos unificaran el Islam desde la península de Turquía, sus conquistas
en Europa se sucedieron una tras otra llegando a ocupar Macedonia, Bulgaria, Serbia y
Bosnia. En 1453 cayó Constantinopla, el último recuerdo vivo del Imperio Romano de
Oriente, poco después caía Valaquia, Besarabia, Bosnia y Hungría hasta que en 1529 los Jenízaros fueron detenidos ante las puertas de Viena. En el Mediterráneo la situación era
análoga, las galeras turcas imponían su ley y las incursiones berberiscas desde
Túnez, Argelia y Marruecos no respetaban ninguna costa.
En los
tiempos del Sultán Solimán la política de la Sublime Puerta en el Mediterráneo
Occidental tuvo como objetivo Italia, por lo que tarde o temprano habría de
chocar con los intereses españoles. En 1565 Solimán atacó Malta, un enclave que
aseguraba el paso por los estrechos del Mediterráneo Central y una plataforma
excelente para empresas sobre Italia. La expedición organizada por el virrey
español de Sicilia consiguió levantar el asedio turco convirtiéndose en la
primera victoria de los ejércitos cristianos en muchos años, demostrando que la
flota turca no era invencible si se le oponía una fuerza organizada.
En 1566
llegó al trono de la Sublime Puerta el Sultán Selim, quien alentaba la idea de
una guerra santa con argumentos religiosos panislamistas muy semejantes a los
argumentos contra reformistas de Felipe II.
Selim
ayudó a Dragut, por entonces virrey de Argel en sus expediciones contra Túnez y La Goleta, al
mismo tiempo preparó una ofensiva contra los puntos estratégicos del comercio
europeo en Oriente. El principal de estos enclaves era la isla Chipre, punto clave para los
intereses económicos de Venecia.
Durante la
Edad Media, Venecia se convirtió en una ciudad-estado, dirigida por una
corporación de comerciantes y banqueros que alcanzaron la prosperidad vendiendo
en Europa los productos que traían desde la India y China. Los venecianos
disponían de una larga cadena de bases comerciales y puertos situados en puntos como Dalmacia, el
Mar Egeo y el Mediterráneo Oriental. Para proteger estas posesiones los
venecianos más que a la guerra recurrieron a su diplomacia, no dudando en
repartir regalos y sobornos con suma generosidad.
A
comienzos del siglo XVI el monopolio de Venecia fue roto por los portugueses
con sus rutas marítimas circunnavegando África, mientras en 1522 con la caída de
Rodas, los turcos se fueron haciendo con las posesiones venecianas. Los
venecianos comprendieron entonces que acabarían por perder todos sus puntos comerciales, por lo que
trataron de encontrar un acuerdo con el Sultán, el cual fue rechazado. Tras la infructuosas negociaciones recurrieron a la ayuda de España y el Papa. Ya que treinta años atrás había firmado una
alianza junto con, Génova y Venecia, pero la alianza fracasaría ya que resultó ser derrotada por los
turcos, lo que provocó que cada nación siguiera su propio camino, hasta que con la elección como
Papa de Pío V, firme partidario de frenar un hipotético imperio religioso
musulmán en el Mediterráneo, hizo un llamamiento a la formación de una nueva Liga Santa.
Tan pronto como las negociaciones comenzaron, surgieron los intereses
particulares. Venecia pretendía formar rápidamente una expedición para
recuperar Chipre, mientras que Felipe II, deseaba una alianza a largo plazo que
dominara el Mediterráneo para realizar expediciones contra los corsarios que tantos dolores de cabeza están dando situados en Argel, Túnez y Trípoli. Pío V prometió a ambos financiar económicamente la gran
flota que se proyectaría y en Febrero de 1571 se firmaron los Pactos entre la
República de Venecia, España, la Orden de Malta y el Papa. La alianza tendría
validez por un período inicial de tres años, durante el cual se reuniría una
gran flota cuyo mando se otorgó a Don Juan de Austria, hermano bastardo del rey
Felipe II.
Firma del tratado de la liga santa |
La flota aliada al mando de don Juan de Austria, estaría secundada por la armada real de Felipe II contando con los mejores capitanes posibles como don Álvaro de Bazán, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria, mientras la flota veneciana
iba capitaneada por Sebastián Veniero y
la pontificia por Marco Antonio Colonna también dos grandes marinos.
Juan de Austria
y Sancho de Leiva parten de Barcelona el 20 de julio con
las galeras del rey. Recalan en La Spezia para recoger tropas
alemanas e italianas, y llegan a Nápoles el 9 de agosto, el 14
don Juan de Austria recibe el estandarte y las insignias de la Liga Santa,
diseñados por el Papa y en el que aparecen los símbolos de las tres comandos. Nuevamente zarpan y Arriban a Mesina el 23 de agosto.
En el puerto de Mesina mientras tanto llegaba don Juan de Austria se fueron concentrando galeras y naves procedentes de Barcelona, Valencia,
Cartagena, Mallorca, Sicilia, Nápoles, Malta, Génova, Venecia, Corfú y Creta.
El 23 de Agosto de
1571 por fin llega Don Juan de Austria, acompañado por Don Luis de Requesens quien
actuaba como consejero en temas navales.
Las galeras españolas
se encontraban por lo general en buen estado y bien equipadas de artillería.
Sin embargo, muchas de las naves venecianas tenían el casco en mal estado por
tratarse de buques viejos que habían salido de la reserva, mientras que las de
nueva construcción lo habían sido con muchas tolerancias a causa de las prisas,
a lo que se añadía que sus dotaciones eran escasas y mal disciplinadas. De los
venecianos escribía Requesens:
"La chusma es voluntaria y descuidada y a
cualquier parte que llega sale a pasear por tierra; y si por mal tiempo es
necesario levar anclas, es fuerza esperar a los remeros, estando en peligro de
perderse en cualquier borrasca y ha de ser trabajo intolerable navegar en su
compañía porque es cosa extraña lo que tardan en hacer cualquier cosa. Todavía
si tuvieren gente de pelea, se tomaría lo demás en paciencia; esperan que les
llegue de Calabria, pero yo temo que tardará demasiado y que no llegará la
décima parte que ha de menester".
DISPOSICIÓN DE LA LIGA SANTA
Galeras 204
Galeazas 6
Fragatas 26
Infantes
50000
Jinetes 4500
Marineros
9000
Bandera de la Armada Otomana |
DISPOSICIÓN DE LAS TROPAS TURCAS
Galeras 216
Galeaotas 64
Fustas 64
Soldados
34000 ( De los cuales 3000 eran Jenízaros )
Marineros
13000
REUNIÓN DEL IMPERIO OTOMANO
Por otro lado la armada
reunida por los turcos para la conquista de Chipre estaba formada por 100
Galeras al mando de Alí Pachá, aconsejado
por el marino Mohamed Bey y el corsario Uluch Alí, antiguo fraile italiano. Una vez que
supo de la concentración de naves cristianas en Mesina, el sultán Selim ordenó enfrentarse al enemigo y para
ello, Alí Pachá llevó su flota al golfo de Lepanto, lugar elegido para que se
concentraran todas las naves disponibles se reforzó la escuadra en el doble de buques usados durante la toma de la isla de Chipre. Se confiscaron provisiones y leña se decretaron levas para reforzar a los remeros. Llegaron Jenízaros de las
guarniciones de Grecia y la flota turca recibió como insignia un estandarte de verde seda elaborado en La Meca, adornado con la Media Luna y versículos del
Corán.
Finalmente las naves
reunidas por los turcos sumaron 216 Galeras, muchas de ellas de 28 y 30 bancos, 64 Galeotas y 64 Fustas y otras pequeñas naves. En ellas habían embarcado
13.000 marineros, y 34.000 soldados,
aunque solo de éstos, 3.000 eran
jenízaros armados con arcabuces. Hay que tener en cuenta que éstas eran las
únicas armas de fuego disponibles en la armada turca, estando el resto de
combatientes armados con arcos y flechas envenenadas, efectivas sólo a corta
distancia.
Los turcos disponían de menos artillería, 750
cañones frente a 1.215 en las naves de La Liga santa que con frecuencia eran de
calibre superior.
Una
flotilla de exploración al mando de Karah Kodja avistó que la armada cristiana se
encontraba a la entrada del golfo de Patrás, impidiendo de esta manera a la armada turca el
acceso a mar abierto. Pertev Pachá y Uluch Alí recomendaron evitar el combate
quedando al abrigo de los castillos de Lepanto. Alí Pachá se negó, ya que el
Sultán en persona había rechazado esa posibilidad, dando orden de entrar en combate a
toda costa.
El
despliegue de la armada turca era muy similar al de la Liga Santa con tres escuadras y
una reserva. Chuluk Bey, virrey de Alejandría y
conocido por los cristianos como Mehemet Sirocco, con 55 Galeras y una Galeota se situaría en el ala derecha, lo que haría que se enfrentara a Barbarigo Dux de Venecia. El mismo Alí
Pachá a bordo de La Sultana ejercería el mando del centro con
96 Galeras y Galeotas. En el ala izquierda, Andrea Doria se enfrentaría a Uluch Alí al mando de 61 Galeras y 32 Galeotas en su
mayor parte de corsarios berberiscos. Si bien la flota de combate turca era
superior a la cristiana, la escuadra de reserva de Murat Dragut formada por 31
unidades, sólo contaba con 8 Galeras.
Bandera Otomana |
"Si hoy es vuestro
día, Dios os lo dé, pero estad ciertos que si gano la jornada, os daré
libertad. Por lo tanto, haced lo que debéis a las obras que de mí habéis
recibido".
Tras esta palabras, la flota turca salía al encuentro de los
cristianos con el viento a favor, lo que permitía dar descanso a sus remeros.
Cuando la flota cristiana cruzaba el cabo Scropha los serviolas divisaron al
enemigo a quince millas de distancia.
EMPIEZA LA BATALLA
"la más alta ocasión
que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros"
El 7 de octubre a las
7 de la mañana una vez divisadas las dos escuadras, se oye un cañonazo
procedente del lado turco y Don Juan de
Austria entiende que es el desafío de La Sultana la nave capitana al mando de Alí Pachá y ordena contestar con
otro cañonazo desde La Real como
señal de aceptar el reto. Don Juan seguidamente se dirigió a los venecianos
diciendo:
"Hoy es día de vengar afrentas; en las manos
tenéis el remedio a vuestros males. Por lo tanto, menead con brío y cólera las
espadas"
Dirigiéndose
seguidamente a los españoles les dijo:
"Hijos, a morir hemos venido, o a vencer si
el cielo lo dispone. No deis ocasión para que el enemigo os pregunte con
arrogancia impía ¿Dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre, porque
muertos o victoriosos, habréis de alcanzar la inmortalidad"
La vanguardia de la flota cristiana entró en el golfo de Patrás ( Lepanto ) y el comandante en jefe de la flota, Don Juan de Austria avistó ,al este ,a la flota Otomana, formando un improvisado consejo de guerra en el que deliberar las últimas actuaciones a tomar D.Juan de Austria dijo, "Señores, ya no es hora de deliberaciones, sino de combatir".
La estrategia inicial
de Alí Pachá, era evitar el potente fuego cristiano y flanquear la línea
enemiga por ambos lados. En el centro, el propio comandante, fijaría las
posiciones cristianas mediante las reservas que mantenía a su retaguardia.
Don Juan supo
ver lo que se proponía Alí Pachá, y adelanto su posición
central, la poderosa escuadra de galeazas, unas naves con gran potencia de
fuego, que estaban muy adaptadas para momentos de máxima exigencia. Don Juan
había ordenado eliminar sus espolones de proa para adelantar lo más posible la
artillería , favoreciendo la eficiencia de los cañones cristianos. Además, a
diferencia de Alí Pachá, Don Juan mantuvo sus reservas a retaguardia, y dispuso
que Álvaro de Bazán estuviera dispuesto a controlar las posibles brechas que se
pudiera producir en la línea de combate .
Movimientos de las flotas cristiana y otomana |
A las 11 de mañana, ambas
flotas ya estaban dispuestas a iniciar el fuego. Las naves de Barbaringo y de
Sirocco, fueron las primeras en entrar en combate. El escuadrón cristiano copó al turco e incluso su comandante fue herido mortalmente.
Las acciones de las galeazas, con viento a favor, permitió un rápido
desbordamiento de las naves de Sirocco que sin un líder que las comandara ya todo fue fácil para el escuadrón
veneciano, mucho más rápido gracias a su mayor maniobrabilidad lo que permitió atrapar al
escuadrón turco contra la costa en la punta de Scropha. El ala izquierdo
otomana resultó completamente aniquilada. Los soldados turcos fueron abatidos
en sus propias naves o incluso perseguidos por tierra. La batalla había
comenzado con gran éxito para la escuadra cristiana.
A las 12 de la mañana,
continuaba el combate esta vez por el centro de las dos escuadras. Las dos naves capitanas dirigiendo a lo mejor de los dos ejércitos, se encontraban una frente a la otra. Las naves
turcas rompieron la línea de vanguardia cristiana y avanzaron en busca de la
nave capitana de Don Juan de Austria. Esta arriesgada maniobra, fue
neutralizada en parte por la artillería cristiana que causó muchos daños en las
galeras enemigas, pero fue tal el ímpetu de las naves otomanas que después de
penetrar en el interior de la vanguardia cristiana se lanzaron al abordaje.
La Sultana embiste a la Real,
proa con proa, dejando de esta manera unidas a las dos embarcaciones
en una plataforma de 110 metros. Tras recibir el impacto de la Sultana la Real abre fuego sobre la nave otomana, recibiendo en su cubierta
todo el fuego de artillería y fusilería de que era capaz la galera de don Juan,
lo que le produce muchas bajas, la repuesta es inmediatamente desde otras galeras cristianas. Colonna, Veniero, el Duque de Parma y Urbino se ponen al costado, en apoyo a la Real, con lo que se forma una piña de Galeras cristianas y turcas
en las que se lucha cuerpo a cuerpo.
El desorden era total,
apenas se veía, las naves apenas superaban 2 ó 3 metros sobre el nivel del mar;
y el humo de los disparos e incendios dificultaba todavía más la visión; el lio
de naves y mástiles que se cruzaban sin ningún orden de batalla era total. El combate continuaba y las naves pequeñas tuvieron en este
momento crítico, una importancia vital. Actuaban de enlace y de transporte de
infantería donde se precisaba para controlar las brechas o para infiltrase en
la líneas enemigas.
Álvaro de Bazán, con sus naves de socorro,
interviene impidiendo que Galeras turcas
puedan unirse a esa piña, y envía 200 hombres en apoyo a la Galera de Don Juan.
Posicionamiento inicial a la batalla |
Movimientos de las escuadras |
D. Juan de Austria lanza un último ataque con todo lo que le
quedaba, de las galeras próximas a la Real y se dirige al abordaje
definitivo de la Sultana. Álvaro de Bazán nuevamente manda una oleada de infantería del
tercio de refresco que abordaron la galera de Alí Pachá a sangre y fuego.
Un
disparo de un arcabucero dio en la cabeza de Alí Pachá que cayó fulminado al
instante. Reconocido el cuerpo del
comandante de la flota otomana, su cabeza degollada fue clavada en una pica a modo de estandarte lo que
desconcertó a las tropas musulmanas .
Un galeote ofreció la
cabeza a Juan de Austria, Éste la
despreció con gesto de asco y ordenó que la arrojase al mar.
La noticia de la
conquista de La Sultana y
la muerte de Alí Pachá pasó de una nave a otra y los turcos comenzaron a dar
por perdida la batalla. Karah Kodja se rindió a Juan Bautista Cortés y Mustafá
Esdrí se rindió a la Toscana del
Papa. La galera de Mustafá era la galera capitana pontificia capturada diez años atrás, a bordo llevaba los cofres de la tesorería de la
flota turca. Otra galera turca la asaltaron Don Alejandro Torrella y Don
Fernando de Sayavedra guiando a caballeros valencianos del Tercio de Moncada y
en ella encontraron a los hijos de Alí Pachá, Mohamed Bey de diecisiete años y
Sain Bey de trece. Llevados ante Don Juan, se echaron llorando a sus pies y
aquél les consoló por la muerte de su padre, mandó que fueran alojados y que
les llevaran ropa y comida preparada según sus creencias.
Aunque los
turcos habían sido vencidos en el centro y en la izquierda, en la derecha Uluch
Alí había logrado cercar la escuadra de Andrea Doria y allí los cristianos
comenzaban a perder terreno en toda la línea. En la Piamontesa de Saboya en la que iba Don
Francisco de Saboya todos los que se encontraban a bordo fueron pasados a cuchillo. En la Florencia del Papa sólo hubo 16
supervivientes, todos ellos heridos. En la San
Juan, también del Papa, murieron todos los soldados y los galeotes. En
la Marquesa se hallaba enfermo
un soldado de veinticuatro años que cuando supo que se iba a entrar en combate
pidió a su capitán Francisco San Pedro que le colocara en el lugar más
peligroso, pero éste le aconsejó que permaneciera en la enfermería.
"Señores –contestó
él- ¿qué se
diría de Miguel de Cervantes cuando hasta hoy he servido a Su Majestad en todas
las ocasiones de guerra que se han ofrecido? Y así no haré menos en esta
jornada, enfermo y con calentura". Entonces se le puso al mando de doce soldados en
el esquife y combatiendo recibió dos heridas en el pecho y otra en la mano
izquierda "que perdió su movimiento para gloria de la diestra".
Así, el
combate no se desarrollaba muy bien para Doria hasta que por fin apareció Don
Alvaro de Bazán con la escuadra de socorro. Uluch Alí llevaba a remolque la
capitana de Malta y viendo la llegada de las nuevas galeras, cortó los cabos
con que sujetaba a su presa y comenzó la huida. Don Juan también dirigía sus
naves en ayuda del ala derecha, cuando un grupo de 16 galeras turcas que no
aceptaron ni la rendición ni la fuga, pusieron proa hacia las galeras que
llegaban, pero Don Juan de Cardona les cortó el paso con tan sólo ocho galeras
y acabó por desordenar el grupo atacante.
Uluch Alí
se dirigió hasta Lepanto reuniendo todas las naves que pudo. Las naves
cristianas trataron de darles caza, pero a estas alturas de la batalla la gente
de remo estaba tan agotada que se renunció a la persecución. Una vez en
Lepanto, Uluch Alí incendió las naves supervivientes para evitar que fueran
capturadas, aunque pudo conservar como trofeo el estandarte de la capitana de
Malta. Eran las cuatro de la tarde y viendo que se estaba formando una tormenta
Don Juan ordenó refugiarse en el puerto de Petala.
El arrojo y
determinación que demostraron las tropas cristianas fue determinante para
lograr la victoria total. El mérito principal de la victoria
estuvo a cargo de, Don Juan de Austria que demostró en todo momento ser digno de
la alta responsabilidad que se le dió y que su táctica resultó acertadísima y así se lo reconocieron los venecianos.
En cuanto al heroísmo,
puede decirse que fue general, tanto en las tropas veteranas como las bisoñas. En
las fiestas de la noche de la victoria se pudo comprobar que uno de los
soldados que lucharon con más bravura se trataba de una mujer. Por ello, se le
concedió plaza en el Tercio de Lope de Figueroa.
El Sultán Selim tras ser informado de la derrota sufrida se limitó a decir: "Me
han rapado las barbas, ya crecerán con más fuerza", durante el siguiente invierno se reunieron más de
doscientas galeras que se pusieron al mando de Uluch Alí quien durante la
batalla había conseguido el único trofeo para el Sultán.
La batalla de Lepanto
cerró el capítulo del Mediterráneo en la Historia Universal ya que a partir de
entonces los asuntos del mundo se resolverían en el Atlántico. Cuando esto se
produjo, España se encontraba tanto en el Atlántico como el Mediterráneo.
La batalla de Lepanto
ha sido la batalla naval más sangrienta de la Historia, ni siquiera comparable
con las batallas navales de las 2 guerras mundiales.
APENDICE
Características principales de la Nave Real
Desplazamiento 170 tm , eslora sin
espolón 55 m, manga en línea de flotación 6 m, calado 1,5 m, bancos por banda
25, total bancos 50, remeros por banco 3, remeros totales 150, longitud de los
remos, 14 m, velocidad máxima a remo 7 nudos, velocidad máxima a vela 12
nudos. Artillería: 1 cañón y 4 culebrinas a proa
Fue una nave típica
del mediterráneo , es muy antigua y su diseño se basó en los trirremes romanos.
A diferencia de los trirremes, su casco era más alargado y ligero e iba
provisto de castillo de proa y el alcázar en la popa donde se alojaban los
oficiales. Se movían mediante mástiles con aparejo latino, en periodos de
viento, y mediante remos impulsados por uno, dos o tres galeotes.
Especialmente durante las batallas las galeras de movían a remos.
La Galera , durante la
batalla era la plataforma de combate , desde donde la infantería o incluso la
caballería saltaba al abordaje a la nave enemiga. Este fue el origen de la
infantería de marina española, cuya primera unidad, El Tercio de Armada, se
creó en España durante el reinado de Felipe II y debutó con éxito en la batalla
de Lepanto
Excepto en las Galeras cristianas, los remeros o galeotes, solían ser esclavos o prisioneros.
Desde lo fenicios, era frecuente cumplir los castigos de condenas en Galeras .
Galeote, es una de las ocupaciones más antiguas de la historia, remaban
coordinadamente al ritmo que marcaba un tambor.
En España hubo varias
escuadras de Galeras, la de Galeras de España, que ostentaba la mando supremo y
honores en el Mediterráneo; la de Sicilia, la de Nápoles, la de Génova y la del
Estrecho. Lepanto puso de manifiesto la inferioridad de las Galeras frente a la
artillería ; esta fue la última gran batalla naval de Galeras de la Historia.
CURIOSIDADES
Tras la batalla, D Juan de Austria tubo que mantener
la palabra de liberar a todos los Galeotes por ayudar a conseguir la
victoria, y eso hizo que toda la armada española se quedara parada a falta de
reos para poder mover las embarcaciones y Felipe II ,tubo que ordenar a todos
los jueces que condenaran todas infracciones cometidas en castigo a Galeras.
Había tanta sangre en las embarcaciones durante la batalla,
que se tenia que poner arena en las cubiertas para que la gente no se resbalara
con la sangre y las vísceras de los caídos.
Se cree que en esta batalla,se incorporo el gorro de la marinería que ha perdurado hasta nuestros días en la armada Española, he incluso se ha extendido a otras, llamándose desde entonces Lepanto.
La nave capitana de Malta contaba con una tripulación se 300 caballeros, tras el termino de la batalla solo quedaron tres con vida los demás fueron pasados a cuchillo.
Los soldados cristianos caídos al mar en el fragor de la batalla y que se acercaban a las galeras turcas pidiendo auxilio se les cortaba las manos y se les impedía subir a cubierta.
LIBROS RELACINADOS:
«La más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros», estas palabras de Cervantes ilustran perfectamente lo que fue la batalla de Lepanto. Un tema realmente fascinante, al igual que los dos protagonistas de esta novedosa novela: Juan de Austria y Alejandro Farnesio. Con estos ingredientes y una genial portada
España se constituía como un poder militar hegemónico incontestable. El papa Pio V la exaltó como una victoria de Dios y así fue celebrada. Coincidiendo con la fecha de la batalla, 7 de octubre de 1571, su sucesor Gregorio XIII estableció la fiesta del Rosario vinculando el acontecimiento al triunfo de la Iglesia. Desde aquel lejano día de hace ya más de 300 años se fue tejiendo sobre aquel episodio un mito que lo fue desfigurando hasta hacerlo irreconocible, transformándolo en un relato fantástico, legendario. Voltaire observó entre divertido e irónico que tal exaltación era exagerada o absurda, anotando las primeras líneas del antimito. Concluyó que aquello no fue para tanto, más bien una ocasión desaprovechada. Después de la batalla, nada cambió, el Imperio Turco se anexionó Chipre y Túnez, alcanzó el Magreb amenazando de manera directa la Península Ibérica.
La Guerra contra el Imperio Turco, conocida popularmente como la "Guerra del Turco", fue la más tenaz y prolongada que España libró a lo largo de su historia. Duró más de 200 años y tuvo como escenario principal el mar Mediterráneo y los países ribereños. Un enfrentamiento titánico que obligó a un derroche descomunal de recursos y energías y dejó casi despoblada gran parte de la costa española. En esa contienda despiadada se mezclaron factores políticos y religiosos, pero sin la intervención de España, entonces en el cenit de su poder, es muy probable que el centro y sur de Europa hubieran caído en manos del islam otomano. Mientras el Imperio Hispano se extendía por todo el mundo, a duras penas conseguía detener los ataques de turcos y corsarios magrebíes. La guerra se convirtió en una herida abierta que se tragó enormes cantidades de hombres, barcos y oro.
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