CURIOSIDADES EXPRESS:
Felipe
II tras regresar de Flandes en 1559, se mantuvo casi siempre en el centro del
imperio, en Castilla, en el Escorial, y ya no se movería demasiado de allí, tal
vez alguna salida a Córdoba, Lisboa, Zaragoza o Valencia. Felipe establece la
capital en Madrid, y gobernó mediante informaciones y órdenes secretas.
Fue
un rey muy trabajador, pasaba horas y horas en los asuntos de la
correspondencia en su despacho Universal del Alcázar madrileño o en las salas
del Escorial. Tan ensimismado en su tarea, le daban las tantas de la noche, sin
probar bocado. Tal magnitud de papeleo hizo necesaria la ampliación de los
archivos del Estado, así se encomendó al arquitecto Juan de Herrera, la
ampliación del archivo de Simancas.
Pero
para mantener tal cantidad de información se construyó una red de informadores
y espías, una gran red, la más extensa de la historia que extendía sus
tentáculos desde El Escorial hasta cualquier rincón del Imperio en los cuatro
continentes.
En
esos tiempos se fortalece los servicios de los correos públicos haciendo
necesaria el desarrollo de la moderna criptografía para oscurecer la
información a posibles interceptores de los correos y tiempo de creación de una
diplomacia que no difiere en nada de las funciones del espía puro y duro. Se nombraron
embajadores y diplomáticos con licencia para matar, sobornar y realizar
cualquier acción que dieran por bueno la preservación o la obtención de valiosa
información.
A
diferencia del Imperio Americano, donde su núcleo es enorme y con gran cantidad
de recursos de todo tipo, muy concentrado y fácil de defender, el Imperio de
Felipe II estaba desperdigado por el orbe mundial, aunque su núcleo fuera un
poco poblada Castilla en medio de las viejas rencillas con los musulmanes del
sur y los levantiscos protestantes del norte, sumado a esto el enemigo secular,
Francia, con más peso demográfico, con una buen andamiaje en política exterior
y espionaje. Para contrarrestar el peligro francés, se intentó ganarse la
confianza de Inglaterra, porque un enfrentamiento con estos hubiera supuesto un
aliado a Francia, y por tanto se pactó la vía matrimonial, pero el enlace con
María Tudor solo dio una tregua de confianza de cinco años e Inglaterra y el
Imperio se las verían en el intento de invasión de Inglaterra por parte de la
Armada Invencible que como todos acabó sucumbiendo, y en esos menesteres el
espionaje realizó su trabajo, así como en el intento de la corona por convertir
a Irlanda en una especie de Flandes inglés que también fracasó. Se debe añadir
el gran avispero que era Flandes para Felipe II, que llevó a asesinar al
rebelde mayor, Guillermo de Orange, en 1584. Veinte años estuvo el cuerpo de
espionaje filipino tras la pista del de Orange, que era considero una de las
piezas más complicadas de seguir su rastro, pero lo consiguieron y esa misión
dio una gran fama a los servicios secretos de Castilla, con una fama de
terrible maquinaría de la cual nadie podía escapar.
ANTONIO PEREZ |
La
gran estructura de espionaje estaba formada de muchos efectivos humanos, así
como de grandes recursos económicos y precisaba de una eficaz coordinación.
Estaba comandada por el Superintendente de las inteligencias secretas o espía
mayor. Por encima, los secretarios de Estado, con el enérgico Antonio Pérez,
que se hizo rico mediante la venta de información confidencial, creó una red
dentro de la red pero fue finalmente descubierto por Juan de Escobedo, el que
fuera secretariado del hermanastro del rey, Don Juan de Austria. Pero Pérez
realizó una contra finta mandando ordenar asesinar a Escobedo, con la falsa
atribución de la orden proveniente de Felipe II. Pero se pueden fijar de cómo
se movían los hilos en aquel tiempo, que cuando Felipe II se enteró de esta
farsa, quiso caer sobre él, pero no lo pudo hacer tan sencillo, debido a la
información que manejaba ya que Pérez puso a buen recaudo varios baúles
repletos de documentos comprometedores. Felipe II tuvo que esperar
pacientemente hasta encontrar la forma de echarlo, pero tanto tiempo esperó que
el truhán se marchó a las fauces del enemigo y comenzó entonces una gran
campaña de desprestigio para el Imperio, Pérez era conocedor de muchas cosas
que fueron útiles para los enemigos del Imperio. Y que llegó a constituir uno
de los puntales para la llamada Leyenda Negra, que sus enemigos fomentaron para
erosionar la imagen pública y privada del rey. El espionaje no implicaba
únicamente territorios sino la propia corte y como botón de muestra tenemos el
uso que dispensaban los bufones en el alcázar de Madrid para poner al tanto al
rey de las intrigas que se tejían inter muros. Estos bufones debido a su
función podían traspasar las reglas de cada estamento social, es decir, se
codeaban de tú a tú desde nobles a mozos de cuadra con lo que sus oídos eran
antenas que llegaban hasta el último recodo y de ahí al rey. Los bufones
mantenían la mente limpia al rey con sus gracias, además de la función de espía
descrita y , a veces, podían ser confesores porque solían ser fieles y bien
pagados. No obstante, no era raro el caso de que algún poderoso aprovechando la
posición de correo y espía del bufón le hiciera algún regalo costoso para
predisponerlo a su favor y obtener influencias y valiosa información. Estos
bufones podían llegar a superar los 100.000 ducados anuales de ganancia con lo
que podemos hacernos la idea de que dotasen a sus hijas de bodas de gran postín
y compraran buenas casas, molinos etc.…
FELIPE II Y SU BUFÓN VELASQUILLO QUE EJERCIÓ DE ESPÍA |
Felipe
II también usó para su red de espionaje el imperio de los Tassis. Esta compañía
nacida en 1290 en Lombardía, por la familia Tasso, adoptó un emblema con un
cornetín de postas sobre fondo amarillo porque se veía a distancia. Los
hermanos Leonardo, Ruggiero y Francesco, los Tassis, establecieron un red
eficaz de comunicación por Italia, y en poco tiempo se extendieron por media
Europa. En Alemania era la Thurn und Taxis, en Francia, la Tour & Taxis, y
en España, Tarsis. Esta compañía de correos privada detentó el monopolio
durante 400 años y que llegó a tener más de 20.000 empleados y miles de
vehículos y caballos. Así que cuando la Casa de Austria necesitó de
comunicaciones postales fiables les encargó la tarea a ellos.
EMBLEMA DE LOS TASSIS EN ESPAÑA LOS CONDES DE VILLAMEDIANA |
Así, Carlos V los
nombró Correos Mayores de Castilla, otorgándoles grado de nobleza en 1534. Los
correos iban cifrados, si bien, en tiempos de Carlos V, ya muchas de las claves
estaban rotas y eran un coladero de información. Como consecuencia, Felipe II
ordenó el cambio de claves y se usó, por ejemplo, la rejilla de Cardano, que
eran un sistema de tarjetas perforadas y los discos concéntricos de León
Battista della Porta. Como vemos los italianos eran maestros en el cifrado de
la época, pero los franceses no se quedaban atrás como demuestra lo que pasó en
1589, cuando Enrique de Navarra, hugonote, aspiraba a hacerse con el trono
francés con el nombre de Enrique IV, pero al ser protestante Felipe II se
oponía a ello y por ello utilizó los servicios de espías y correos. Sin embargo,
algunos despachos españoles fueron interceptados por Enrique IV, y en
particular una carta con información sensible que estaba cifrada en un sistema
con un nomenclátor de 413 caracteres que se consideraba indescifrable. Pero su
enemigo tenía entre sus filas a François Viète, consejero privado de Enrique,
gran amante de las matemáticas y le encomendó la tarea de descifrar aquella
carta. La carta está fechada el 28 de octubre de 1589 y Viète consiguió romper
el código el 15 de marzo de 1590. Tal berrinche cogió Felipe II al ver
descubiertos sus planes por el francés que se dirigió al Papa protestando que
habían usado artes diabólicas para penetrar en sus documentos. Pensemos que
Felipe II gastaba mucho dinero en su red de espionaje, y además, si debía
sobornar a alguien de importancia las cifras se disparaban. Los agentes más
eficaces eran aquellos que tenían que ocultar un pasado borrascoso y ya con una
edad elegían la profesión de espía, ya que sus contactos, información y habilidades
le permitían moverse con solvencia en los resquicios del Imperio turcos,
hispano y entre austriacos e italianos. Y pensemos que tantos bandos azuzaban
la tentación de hacerse pasar por agente doble, como así sucedía.
BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA:
ESPÍAS DE FELIPE II (EBOOK)
LA ESFERA DE LOS LIBROS
,
Los servicios secretos del Imperio español Conspiración, sabotaje,
intriga y asesinato eran moneda corriente en la vida política de la
segunda mitad del siglo XVI, caracterizada, además, por el uso
interesado de la propaganda , una manipulación que, en cierto modo,
recuerda a la guerra fría del siglo XX. Esta situación marcó
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