CURIOSIDADES:
¡Malditos
sean los que nos llaman pordioseros o gentuza o hombres desarrapados! ¿A quién
acuden para que les saquemos las castañas del fuego? ¡Sí a nosotros los
almogávares!
En
estos tiempos, somos plebeyos y no es ninguna ganga el serlo. Podemos padecer hambruna,
tiranía de los señores y padecer pestes, por tanto, nosotros gente de la
montaña hemos escogido ser guerreros a sueldo, y con ello, aunque la muerte nos
quiera besar, podemos tener días y semanas de desenfrenado y puro disfrute.
Os
preguntáis de dónde venimos, pues de las montañas de los pirineos, al servicio
de la corona de Aragón. Y nuestro nombre, no lo sé de cierto, pero se comenta
de viejo que viene de una palabra árabe que significa el que hace correrías. Y
, por Dios, que nombre más acertado.
Mirad,
somos muy nuestros, no te metas con nosotros que vamos a una contra vosotros.
Somos montañeses, qué quieres. No ves como visto; zamarra de piel, calzas de
cuero, una redecilla de hierro, o a veces un gorro de cuero y como calzado, las
abarcas. Y cuando vamos a guerrear, no os penséis que somos corderitos. Te
gusta lo que ves, te resulto fiero, pues ya verás cuando esté dispuesto para la
lucha y golpee las armas contra las piedras, envuelto en polvo y chispas y
gritando como un loco “Desperta ferro”. Y no yo sólo, sino con mis hermanos,
con un gesto en la cara de rabia contenida y desplegar movimiento de ataque. Os
lanzaré una lanza corta, la que llamamos la azcona, o sucumbiréis al impacto de
pequeños dardos, y si os ponéis a mano, sufriréis el colirtell, ese fuerte
cuchillo de buen filo.
VESTIMENTA ALMOGAVAR |
Cuando
luchamos, nos gusta ir cuerpo a cuerpo y deslizarnos debajo de los caballos
enemigos para destriparlos, su montura cae al suelo con gran estrepito e
incapaz de articular movimientos rápidos postrado en el suelo por su pesada
armadura es presa fácil de nuestras armas.
Nuestra
estrategia es causar pánico en las huestes enemigas con nuestro vocerío y mala
leche y nuestras tácticas de ataque, una vez desatado el mismo nuestra acción
es pura carnicería en la que no se levanta una mano para herir que no diera en
carne.
No
nos gusta mandar, sino recibir órdenes de fabulosos caballeros con bastante
tino en la dirección de la batalla. Estos caballeros son de buen linaje y
mejores jinetes, pero eso sí han de poseer nuestra mala leche y ansías de botín
y aventuras, y ser el mejor postor, por supuesto. Queremos dineros por
adelantado. No os vayáis a pensar que renunciamos a la democracia castrense, en
ellas se eligen los almocadenes, una especie de sargentos, “la flor del mundo”
y los capitanes, que están en contacto con los caballeros. Y, aunque, la
batalla esté en el mismo infierno, llevamos siempre con nosotros a nuestras
mujeres y nuestros hijos, ¡ojo, con ellas y ellos, que por sí solos se sirven
de vosotros como desayuno!.
Cuando
el rey Pere de Aragón, y nosotros con él, acabó la reconquista. El nos mando a
Sicilia, que estaba siendo atacada por el francés, Carlos de Anjou, y más
concretamente sitiaba en ese marzo de 1282, la ciudad de Messina. Recuerdo, que
esa noche nos colamos como 2000 de los nuestros dentro de las murallas de la
ciudad y que los lugareños se quedaron con semblante de haber visto al mismo
demonio delante suyo. Pero a la mañana siguiente, no imaginaron el terrible y
hermoso cuadro que se les dibujó delante de su faz. Nos vieron salir con gran
estruendo y potencia por la puerta y asestar tan duros golpes a los sitiadores
que a estos no les quedó más remedio que huir y dejar pertrechos por doquier
para salvar sus miserables vidas. Y nos embarcamos para seguirlos hasta el continente y rematar la destrucción de su
campamento en la Catona en un baño de sangre, vísceras colgando de los caídos,
miembros cercenados, cabezas rodando, y se formaron ríos y lagos de rojo líquido.
Pero
nos llegó la noticia de la muerte de Pere el gran, y con ella quedarnos sin
nuestra actividad favorita y dineros, su hijo, Jaume segundo, renuncia a
nuestro pesar a Sicilia y nos ordenan abandonarla. ¡Nunca! Nos enteramos que
tenemos nuevo rey, Fadrique, el tercer hijo del Pere. Otra vez a la greña, más
correrías contra franceses, y siempre de triunfo en triunfo. Pero se ve que nos
excedimos y dejamos de obedecer al rey y además, nos enteramos que no tiene
fondos para pagar. Y nosotros juzgamos por cosa imposible vivir con moderación.
Encontramos un noble caballero, Roger de Flor, que nos contó haber cerrado unas
buenas negociaciones con el emperador de Bizancio, Andrónico segundo Paleólogo,
que necesitaba ayuda para contener los turcos. Así, que de Messina zarpamos en
ocho naves hacia Constantinopla, con 4000 de nosotros, 1500 hombres a caballo,
1000 marineros y nuestras familias.
Y
desfilamos ante los sorprendidos e irritados aristócratas bizantinos, que desde
sus gradas engalanadas nos contemplaban, rodeados de lujo y suntuosidad. Constantinopla,
se veía esplendorosa, vibrante, con vida en torno a su majestuosa basílica de
Santa Sofía que recibía con júbilo a la Compañía catalana, contratada para
frenar el avance turco que se cernía sobre la ciudad.
El
emperador fiel a lo pactado con Roger de Flor, les adelantó cuatro pagas y con
la pompa y beato propios de la capital imperial, se celebró el nombramiento de
Roger de Flor como megaduque y su boda con la princesa María, de 16 años, hija
del khan de los búlgaros y de Irene, la
hermana de Andrónico.
ROGER DE FLOR A SU ENTRADA EN CONSTANTINOPLA |
Nos
dimos cuenta que esa fabulosa ciudad habían gentes de fuera, nos enteramos de
que había genoveses, mercaderes y soldados, que traficaban en ella. Les gusta
ir bien ataviados, pero vimos como dos de ellos comenzaron a mofarse de
nosotros por las pintas de un compañero nuestro que estaba solo en mitad de una
calle. Eso corrió de boca en boca, y nosotros ya fuera de sí, tremendamente
ofendidos no perdimos tiempo en matar a genoveses, dicen por ahí que acabado el
acto se hizo un recuento y que fueron unos 3000, y menos mal que nuestro jefe
nos paró justo a tiempo, sino su número hubiera aumentado hasta tal punto que
su sangre podría haber pintado las paredes de la basílica.
Se
ve que el emperador vio todo lo que pasó desde las ventanas de su palacio de
Blanquernas, que instó a que Roger nos despachara cuánto antes. De esta guisa
abandonamos Constantinopla, y unos meses después, en noviembre de 1302 cruzamos
el mar de Mármara para descargar cual mandoble vigoroso sobre un campamento
turco que tiempo atrás el príncipe heredero Miguel no se atrevió a atacar a
pesar de contar con un numeroso ejército. Y en un plis plas del campamento
turco solo quedó el nombre. Esta hazaña llegó a oídos de la capital que la
recibió con contenido júbilo y no causó alegría precisamente en Miguel.
Pasamos
el invierno en Cizico, y nuestro jefe Roger, recibió continuas quejas por parte
de sus habitantes debido a nuestro comportamiento. Que quieren les pedíamos de
comer, y si se ponían chulos se lo quitábamos, y los que no teníamos mujer, de
tanto, tomábamos alguna del pueblo y cosas por el estilo. Tampoco hay para
tanto. Roger de Flor pasó bastante de este tipo de quejas, pero por lo que se
ve uno de nuestros caballeros más destacados, Ferran Jiménez de Arenós, no le
pareció bien nuestros manejos y decidió junto a otros 80 más que montaban a
caballo abandonar la compañía y pasarse al servicio del duque de Atenas.
Supimos más tarde, que Georgios, jefe de los alanos, que el duque de Atenas tenía contratados también , tuvieron un incidente con estos caballeros, la conclusión que
unos 300 alanos fueron degollados bajo sus manos por lo que Georgios decidió
separar ambos grupos, si bien unos 1000 alanos acabaron quedándose en compañía
de los demás.
RECORRIDO DE LA VENGANZA CATALANA |
Bueno,
ya en mayo de 1303, comenzó para nosotros una nueva campaña que trataba de
liberar la ciudad de Filadelfia que estaba sitiada por el emir turco de
Karamania, Ali Schir. Este ejército formado por unos 8000 caballos y 12.000
infantes, se vio sorprendido ante nuestra tremenda furia, portando los
estandartes de Aragón y don Fabrique acabando con casi todos ellos. En nuestro
lado solo hubo 180 bajas. Más tarde, hacemos matanza en Tiria, y nos ponemos a
descansar que viene el invierno. En esas estamos que recibimos refuerzos de
unos 1.200 hombres más que fueron traídos por Bernat de Rocafort reunidos en
Efeso con lo que podemos proseguir nuestra marcha el año siguiente por la
Anatolia. Llegando a lo que se conoce como el desfiladero de Puertas de Hierro
nos esperaba el mayor ejército contra el cual hemos tenido la ocasión de
masacrar; éramos 8000 contra 20.000 infantes y 10.000 caballos. Esto nos hace
estar muy animados, además siendo el día de la virgen María en Agosto y antes
de combatir en tal precioso día, todos
nos ponemos muy serios para orar.
Al
día siguiente lo que se contemplaba en el campo de batalla era una escena apocalíptica
y gozosa para nuestros ojos; 18.000 turcos abiertos en canal. Estamos
exultantes y presa de los delirios de grandeza que provoca el alcohol y
recolectando un inmenso botín pensamos que nada nos puede parar. El Éufrates y
el Tigris no andan tan lejos, y podría ser que nosotros nos podríamos hacer con
el control de la zona. Sin embargo, Roger de Flor no le ve tan claro y nos
mandó volver a la costa europea y retirarnos a Gallipoli en el otoño de 1304,
donde se nos une Berenguer de Entenza, recién llegado de Sicilia siendo gran
amigo del megaduque, tanto que Roger le nombra megaduque siendo para él el de
Cesar, segundo cargo más importante después de emperador.
CUADRO DEL PINTOR MARIANO FORTUNY |
Los
bizantinos a la vez estaban contentos de que los turcos estuviesen bien lejos y
no los hostigaran, pero a la vez desconfiaban de nosotros, somos tan “bestias”
para ellos. De esto bien sabía el príncipe heredero Miguel que urdió una trampa
a Roger de Flor y algunos de nuestros hombres cuando fueron a visitarle a
Adrinópolis, y con Georgios y los alanos
se encargarían de matar al nuevo césar y
hasta unos 1.300 hombres que lo acompañaban tras la celebración de un banquete.
Cuando
esto llegó a oídos nuestros en Gallipoli, donde 3.500 de los nuestros quedaban.
Seguros de nosotros mismos decidimos declarar la guerra a todo el imperio,
incluidos los genoveses y venecianos que en él moran. Y así lo hacen saber a la
corte formalmente, a través de unos embajadores que, cuando regresaban junto a
comerciantes catalanes que se habían visto obligados a abandonar
Constantinopla, fueron linchados y descuartizados por los habitantes de
Rodosto.
LA TRAICIONERA MUERTE DE ROGER DE FLOR TRAS EL BANQUETE |
Miguel
y unos 30.000 hombres nos van a sitiar en Gallipoli, pero en esas que no hemos
perdido el tiempo y aprovechamos para tomar la ciudad de Heraclea, donde
matamos a todo el mundo, sea hombre, mujer o niño. Pero en Rodosto, nuestra
venganza fue todavía feroz, puesto que los animales también sufrieron nuestra
perdición e hicimos buena cuenta a los alanos en su retirada. En Rodosto, un caballero
prestigioso, un tal Muntaner, se hace cargo de la fortificación mientras que
nuestros compañeros se entretienen con los alanos, y en alguna ocasión se ve
forzado a defenderla junto a mujeres, que como ya dije son lo más en la batalla
cuando se las molesta.
Pero
he aquí que Berenguer de Entenza es apresado por los genoveses, siendo
sustituido por Rocafort, que en junio de 1305, decide salir y plantar cara a
los 30.000 sitiadores. Decidimos salir no por lo furia del orgullo, sino porque
comprendíamos que nuestra situación era desesperada en extremo, y afrontamos la
lucha empuñando la muerte como arma última. Y aunque sea difícil de creer
aniquilamos a 10.000 bizantinos por solo 3 de los nuestros.
VIDRIERA QUE REPRESENTA LA VENGANZA CATALANA |
A
partir de entonces, teníamos barra libre para campar a nuestras anchas, e
incluso aceptamos que se unieran a nosotros los turcos en armonía. Nos
dedicamos a saquear sin descanso. Éramos ricos y sobrados. Tanto que esquilmamos
toda la Tracia y nos dirigimos hacia Macedonia. Nos dividimos en dos grupos, uno comandado por
Rocafort y el otro por Entenza y Serós, y no tardarían en batallar entre sí,
porque aunque estuvieran enfrentándose ante todo un imperio nos les faltaba
agallas para enfadarse entre ellos. Y todo porque rocafort y Entenza tenían una
rivalidad feroz. Este último cae muerto en la batalla que se produce entre
ellos.
En
esas, sufrimos la primera derrota sería en Salónica, cosa que no impide que
Rocafort, prosiguiera con su deseo de convertirse en el Rey de Grecia. En esas,
que un delegado del rey francés Carlos de Valois, Teobaldo de Capoy, se cruce
en nuestros caminos y seamos derrotados siendo Rocafort y su hermano Gisbert
condenados a morir de hambre en Nápoles.
Más
tarde, el contrato con Gautier de Brienne. Duque de Atenas, se acaba, pues no pagaba
el cabrito, decidimos acabar con él y su corte. Somos dueño de una tierra y
tenemos dos opciones, proseguir con nuestro belicoso nomadismo o bien
quedarnos. Estamos fatigados por lo que decidimos hacer esto segundo y nos
apropiamos otro ducado, el de Neopatria, y nuestros principales se casan con
las viudas de los caballeros franceses asesinados, y como no sabemos mandar
cedemos el mando a uno de nuestros prisioneros, Roger Deslaur. Nos dedicamos a
cultivar. Pasa el tiempo, y en 1379 acierta a pasar por allí una compañía de
navarros al mando de Juan de Uturbia que nos arrebatan los territorios de
Neopatria. Pasados seis años, las tropas contratadas por el comerciante
florentino Niero Acciajuoli atacan Atenas. Los nietos de los grandes
almogávares se refugian en Atenas al mando de Pere de Pau, donde resisten hasta
que mueren. Y con ello esta aventura.
FUENTE_EL CABALLERO RAMON MUNTANER
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