CURIOSIDADES:
Corría
el junio de 1897 ,en pleno apogeo de la última sublevación americana de un
territorio bajo administración de la corona de España, cuando se escribieron un
par de documentos; uno de Estrada Palma dirigiéndose al líder Calixto García de
los insurrectos, y el otro un informe del general español Valeriano Weyler al
ministro de guerra. En apariencia los acontecimientos parecían favorables para España.
A
continuación exponemos la carta de Estrada Palma a Calixto García en Junio de
1897:
Mi
querido Calixto:
Recibí
la suya juntamente con la copa de la comunicación que us5ted dirigió al general
en jefe. Comprendo por el contenido de esta la situación difícil de usted. La
verdad es que las fuerzas de Oriente y Camagüey son las únicas que han sido
movilizadas, así en la guerra actual como en la anterior. El general Roloff tenía
el pensamiento de hacer que pasase de Las Villas al Camagüey para armarse y conducir luego a su territorio
un convoy de municiones. Tal vez no pueda cruzar la Trocha hoy gente indefensa;
si pudiera verificarlo sería el remedio racional de aumentar la fuerza de Las
Villas.
ESTRADA PALMA |
Allí
es casi imposible, sin prácticos de mar, hacer alijo de expediciones. Después
de la que desembarcó al mando del brigadier Betancourt y de la que se intentó
desembarcar un poco más tarde, no me he atrevido a correr allí un nuevo riesgo.
Esa expedición que iba destinada a Las
Villas y cuyo alijo lo impidió la presencia de dos buques de guerra españoles,
a uno de los cuales hizo el buque nuestro un disparo de cañón, esa expedición,
digo, fue desembarcada en Pinar del Rio a principios de enero de este año. El
22 de marzo se llevó otra a la provincia de La Habana, trescientos cincuenta
mil tiros y trescientos rifles, precisamente el día después de haber llegado a
Banes con la suya el general Roloff. El 24 de mayo se hizo en la misma
provincia otro alijo, aunque destinado a la provincia de matanzas, doscientos
mil tiros y cuatrocientos cincuenta rifles. Dos días antes, el 22, había llegado felizmente al Camagüey el
cargamento compuesto de quinientos rifles y cuatrocientos cincuenta mil tiros,
a cargo del comandante Serapio Ortega. Tengo actualmente otra en el mar, cuyo
alijo obedecerá a un plan especial; si se regulariza esta sin tropiezos,
habremos puesto un pica en Flandes, por la oportunidad del auxilio a las
fuerzas a que se destina. No me atrevo a hacer la menor indicación de lugar.
Ahora
estoy haciendo un llamamiento a las emigraciones para una recaudación
extraordinaria. No confío mucho en el resultado, porque, en verdad, los que se
sienten llenos de ardor patrio, tienen muy mermados sus recursos pecuniarios, y
los ricos, con bien rara excepción, son sordos a la voz del deber; muchos de ellos, los más sin duda, verían con
regocijo a Cuba sometida de nuevo a España. De todos modos, yo tengo que hacer
el esfuerzo para crear algunos fondos con que enviarles ahora en el verano
siquiera un millón y medio de tiros, una gran parte de máuser, que cuestan muy
caros.
En
vano han sido nuestros esfuerzos para contratar empréstitos, se nos han hecho
varias proposiciones, pero todas dependen de que se reconozca la beligerancia o
de que el presidente Mac Kinley adopte una política deicidamente favorable a
nosotros. Si el tiempo pasa sin que el gobierno intervenga o reconozca nuestros
derechos de beligerantes, no podemos contar absolutamente para tener fondos
sino con las contribuciones de la emigración, cada día más esquilmada, y con
los recursos de que arbitren por medio de un impuesto racional a los amos de
ingenios que4 aún se hallan en condiciones de explotar su propiedad. Cuando una
ley no se puede hacer efectiva, viene a ser letra muerta y arrastra en su
descrédito el prestigio de la autoridad que la dictó, siendo por lo tanto
contraproducente el resultado que produce. Esto ha sucedido con la ley de
impuesto forzoso al tipo del dos por ciento sobre el valor nominal de las
propiedades. Nadie lo ha satisfecho, y sin embargo en Las Villas, Matanzas y La
Habana, los dueños de ingenios que han podido moler a viva fuerza lo han
verificado sin contribuir con un peso al Tesoro de la república. En Camagüey,
un solo ingenio, casi en su mayor parte de comerciantes americanos, ha venido
pagando con regularidad una contribución mensual de acuerdo con el arreglo que hicieron
conmigo dichos comerciantes en septiembre último. Los mismos señores contrajeron
igual compromiso y lo cumplieron puntualmente por el ingenio de Holguin, que usted
conoce.
A
fines de agosto o principios de septiembre celebré convenio con otra casa de
Nueva York y recibí de conformidad más de treinta mil peso fuertes… por varios
ingenios de Guantánamo y Santiago; la mitad al contado y los de Holguin y
Camagüey cantidad fija mensual. Caso de no permitirse hacer la zafra, la suma
entregada serviría para que se protegiesen las propiedades de los
contribuyentes. El dueño de otro ingenio del Camagüey, M. Bernal, se ha negado
a pagar contribución alguna por el año económico de 96 al 97. Y aun de la
parte de lo que debió de satisfacer por
la zafra hecha el año anterior. Por los ingenios de Manzanillo nada se ha
recibido en esta Delegación, así como por el de Pons en Guantánamo y otros de
Oriente. Los hechos, pues, han demostrado que la ley de empréstito forzoso no
es eficaz, y no puede menos de serlo porque los amos de ingenios, lejos de
poseer algún metálico, están empeñados y carecen de crédito, no siéndoles
posible obtener dinero sino a cuenta de la zafra. En tal virtud, ¿Cómo les erá
dable, sin molienda, conseguir los fondos necesarios para abonar la
contribución? Las casas de comercio de Nueva York me pagan, abrigaban la esperanza
de que se les dejara moler, y además se encontraban en situación más desahogada
que la inmensa mayoría de los propietarios de Cuba. Es preciso por lo tanto
plantear el problema tal como es, de un modo práctico, sin hacerse ilusiones: o
se da permiso para que se muela a cambio de que los dueños satisfagan en esta
Delegación la mitad de la suma total del impuesto, a razón de cincuenta
centavos por saco, tomando por tipo el número de sacos hechos en zafra
anterior, o se prohíbe absolutamente la molienda.
REPRESENTACIÓN DE UNA CARGA POR PARTE CUBANA |
En
el primer caso dispondríamos en poco tiempo de municiones y muchos rifles, aprovechándose
el buen tiempo de los meses de julio, a agosto y septiembre_; en el segundo
caso tendremos que conformarnos con las modestas contribuciones voluntarias de
los emigrados, y ustedes no podrán contar sino con el pequeño auxilio que se
posible remitirles, en armonía con los escasos fondos de nuestro tesoro. Si se
permite hacer la zafra debe procurarse a todo trance, aun sacrificando algunos
hombres, destruir algún ingenio grande de Cienfuegos, el del americano Ackins,
que tan hostil se muestra a la causa de la Independencia, o el de algún otro
magnate de los que se nieguen a pagar la contribución impuesta. Si no se
permite moler, es de todo punto indispensable, para el prestigio del gobierno
de la República, que se haga el mismo escarmiento antes indicado. De otra
manera, ¿qué respeto podemos inspirar a los que son enemigos, ni qué fuerza
moral tendremos en nuestros partidarios? Sírvanos de enseñanza lo que nos ha
pasado respecto de la zafra de 96 a 97. Algunos de los que han molido en
Matanzas y Las Villas estaban pronto en el mes de septiembre a hacer el pago
adelantado de la mitad del impuesto; esos mismos que han hecho la zafra bajo la
protección de guarniciones españolas, y sin duda, en muchos casos, a la sombra
de gratificaciones entregadas a nuestros jefes de zonas, rehúsan contribuir
ahora con cantidad alguna.
Sin
embargo, estoy seguro de que si el escarmiento que he apuntado se hiciese tan
pronto como fuera posible, muy en breve vendrían ellos mismos a entregar lo que
les corresponde, a razón de cincuenta centavos por saco, conforme al número de
los que hubiesen hecho este año. Meditaré y adoptaré, sin pérdida de tiempo,
una resolución, ya autorizando a esta Delegación para que comience a hacer
arreglos con los dueños de ingenios bajo promesa de quie no se les prohibirá
hacer la zafra venderá, ay haciendo sentir con mano fuerte a Ackins, Apezteguia
y otro igual, el castigo en que han incurrido los que desafiaron y violaron el
decreto del gobierno de la República. Yo tengo la lista de los ingenios de Las
Villas, Matanzas y La Habana que han molido, y me estoy dirigiendo a sus dueños en cobro de la contribución que
les corresponde; de estos ya algunos han contestado privadamente negándose a
pagar; solo uno en Cienfuegos está dispuesto a contribuir, y tal vez
generosamente.
Ayer
tarde recibí de parte de Poyo, nuestro agente en Key West, el telegrama
siguiente: “hoy publicó Yara orden Gobierno, documentos sobre elecciones
enviados a mí con Echarte, que insta proceda inmediatamente elecciones ganar
tiempo, diga si procedo seguidamente elecciones”. Este telegrama me sorprendió
por no saber yo de que se trataba. Contesté: “no tengo comunicación del Gobierno
sobre asunto, y no me es posible, por tanto, autorizar acto alguno respecto
elecciones”. Tengo entendido que Echarte está empleado en la Secretaria de
Relaciones exteriores, y que ha venido con comisión especial, dirigiéndose a
key West en vez de venir a Nueva York a entregarme las comunicaciones que trae
para mí, y que el mismo me anunciara desde Nassau. He sabido por persona
particular aquí que se ha extendido la ley de elecciones a la emigración, y que la ida de Echarte al
Cayo parece obedecer a algo en conexión con eso. De todos modos no comprendo
como puede Poyo haber publicado aquella y dado las instrucciones correspondientes
para que sean uniformes las elecciones en todos los centros de emigrados. Mucho
me temo que esa medida del gobierno venga a introducir la política en los
patriotas del extranjero, y sea causa de que se alteren nuestras masas, compactas
y disciplinadas hoy, la unión tan necesaria en el exterior.
A
continuación tenemos el informe del general Weyler al ministro de la guerra
español:
Pero
al comenzar el período de las aguas en la isla de Cuba, es de mí deber señalar
a vuestra Excelencia y al gobierno de Su Majestad el estado en que se encuentra
al insurrección el territorio de mi mando. La gran Antilla, militarmente
consideraba, puede dividirse en dos grandes regiones, la Oriental y la
Occidental, siendo sus límites la trocha de Júcaro a Morón o mejor dicho, de Júcaro a Turiguanó, pues hasta
esta isla se extienden las defensas y vigilancia de esta importante línea
militar, que nunca existió fortificada en la guerra pasada, y solo en mi mando
es cuando real y efectivamente es una obra permanente y de resultado.
EL GENERAL VALERIANO WEYLER |
La
parte occidental, que llega al cabo de San Antonio, debe considerase fortificada,
y con ella el terreno más rico y fecundo de la isla, donde residen los
verdaderos recursos, el mayor capital, los más importantes ingenios centrales y
donde se cultiva el más preciado tabaco de la isla. Comprendiéndolo así, desde
mi llegada dediqué mi atención preferente a todo este territorio, preparando al
ejército para combatir bajo las base de su organización natural en divisiones,
brigadas y batallones completos, con sus jefes propios; reuní la caballería
para sacar todo su efecto útil, creé los hospitales precisos y factorías necesarias,
para que al comenzar en noviembre las operaciones no cesaran ni un momento,
como así se ha efectuado hasta principios de junio, que las aguas han
comenzado, aunque todavía no ha habido afortunadamente que suspend3er en absoluto
las operaciones activas.
El
resultado de estos siete meses ha superado a mis pronósticos; desde la trocha
de Júcaro al cabo de San Antonio no quedan más que grupos aislados sin
organización ni comunicaciones, que errantes por montes y maniguas, van
chocando sucesivamente con las columnas que, unas veces causándoles bajas,
otras haciéndoles prisioneros, otras dispersándolos, otras, presentándose con
armas, dan los resultados que decenalmente y diariamente comunico a Vuestra
Excelencia por correo y cable.
En
mis últimas operaciones, he marchado por trenes de Placetas a Sagua, de esta a
Cienfuegos, de Tunas a Spiritus, y viceversa, con sus viajes ordinarios sin
locomotora exploradora y sin más escolta que diez o doce hombres dedicados a
este servicio, habiéndome convencido de la tranquilidad de las antiguas Villas,
que me hace esperar con fundamento que la próxima zafra y recolección del
tabaco se hará en esta provincia tan pacíficamente como en las épocas en que a
este país no le preocupaba ninguna idea política ni económica.
He
reconocido lo más intrincado de las jurisdicciones de Ciego de Ávila, Spiritus
y Remedios, llevanod de escolta solo un regimiento de caballería y como apoyo
un batallón de infantería, que muchas veces se separaba para reconocer montes o
lugares sospechosos, acampando sin más protección que los trescientos caballos
que me acompañaban, y a pesar de sto, ni Máximo Gómez, ni Carrillo, ni aquellos
antiguos cabecillas de las pasadas guerras, se han atrevido a librar combate,
huyeron siempre, dejando en su fuga los sellos y papeles, las cartas y
documentos, perdiendo el valor moral y prestigio que entre los suyos tuvieron. “Entró
el huracán de Weyler en Spiritus”, decía en una de sus cartas a Carrillo,
Máximo Gómez, y razón ha tenido, pues en menos de cuarenta días mis aguerridas
tropas ha recorrido, registrado, destruido, quemado y ocupado sus campamentos
más famosos, cogido sus depósito de caballos, su más preciado ganado, los
boniatales escondidos en los cayos de monte, base de su alimentación y
subsistencias. Los hombres armados y las familias se presentaban en los
poblados, acosados por el hambre. En el campo no queda con qué vivir y tienen
que acogerse al seno de la bandera española que, siempre generosa, olvida lo
que fueron y les proporcionará el abrigo de los fuertes del pueblo, vivienda en
sus alrededores, un pedazo de tierra donde sembrar y vivir al amparo de la
nacionalidad.
Así
están Las Villas, Matanzas, La Habana, Pinar, y por consecuencia, cumplido en
siete meses de activas operaciones lo más difícil, en mi concepto, de esta
guerra, que era la pacificación de la parte occidental de la isla, que por ser
la más rica, era la que más recursos proporcionaba al enemigo, restando a la
vez los propios al tesoro público.
La
parte oriental de la isla, men os poblada que su homóloga, presenta en el
momento actual mucho mejor aspecto que al comenzar las operaciones en fin del
pasado año; se ha conservado y defendido la región cultivada de Cuba,
protegidos los ferrocarriles de Nuevitas al Príncipe, de Gibara a Holguín; lo
mismo en el Camagüey que en Holguín, Manzanillo y Cuba, se ha hecho sentir el
efecto de nuestras armas y el valor de ejército.
La
descomposición cunde en las filas enemigas, no conteniéndolo ni la influencia
de Rabí en Manzanillo, Calixto García en Holguín y Tunas, Periquito Pérez y
Cebrero en Cuba; las familias se reconcentran a los poblados y los hombres se
presentan con sus armas y municiones.
TROPAS ESPAÑOLAS CONTRA LOS INSURRECTOS DE CUBA |
La
terminación de la trocha de Júcaro es el valladar y apoyo para acabar la
insurrección de Oriente, como la línea de Mariel lo fue para la de Pinar del
Río; a ella no han querido ni podido llevarlos Calixto García, como dije a
Vuestra Excelencia en mi pasado parte; la intención bastó para que comenzaran
las presenciones en jurisdicciones que todavía se mantenían firmes los
insurrectos.
No
me propuse, en mi plan, como Vuestra Excelencia conoce, operar de norte a sur y
de oriente a occidente, simultáneamente en toda la isla, sino marchar de
occidente a oriente hasta llegar a la Trocha de Júcaro, procurando poner en el
momento preciso en cada provincia fuerzas suficientes para rápidamente
conseguir deshacer los grandes núcleos, batirlos en zonas una vez dispersos;
así afortunadamente ha sucedido.
El
tiempo, factor importante en esta guerra, se ha aprovechado, llegando a Júcaro
en la época que me proponía. De las aguas dependerá que antes de noviembre haya
recibido la insurrección oriental varios golpes que la imposibiliten rehacerse
en estos meses de verano; de todos modos, con aguas y sin ellas, me propongo
obtener en Oriente, sobre todo en Cuba y Manzanillo, durante la canícula,
resultados que me lleven, a los pocos meses de la seca, a poder devolver en
breve plazo la paz a esta isla., que con la nueva marcha política decretada por
el gobierno y siguiendo en su régimen un plan basado en absoluto, que el
labrador vivía en el pueblo y salga cómo los aldeanos en la Península a
trabajar sus tierras al campo, reconstituirán el país y pondrán a cubierto esta
isla de nuevas insurrecciones, evitando a la Península otra vez sacrificios de
hombres y dinero, como las dos pasadas y la actual.
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