CURIOSIDADES:
Estando
en la República de Colombia, su secretaria general y en comunicado reservado
hacia el Cuartel General de Guayaquil, en 29 de julio de 1822. El señor
secretario de Relaciones Exteriores recibe lo siguiente:
Tengo
el honor de participar a Vuestra Señoría que el 26 del corriente entró en esta
ciudad Su Excelencia el general José de San Martín, el protector de Perú, y
tengo el deber de transmitir a Vuestra Señoría las más importantes y notables
materias que fueron objeto de las sesiones entre Su Excelencia Simón Bolívar el
Libertador y el Protector de Perú, mientras estuvo aquí.
REPRESENTACIÓN DE BOLIVAR Y SAN MARTÍN EN LA CONVERSACIÓN |
Desde
que Su Excelencia el Protector vio a bordo a Su Excelencia el Libertador le
manifestó los sentimientos que le animaban de conocer a Su Excelencia,
abrazarle y protestarle una amistad la más intima y constante. Seguidamente lo
felicitó por su admirable constancia en las adversidades que había
experimentado y por el más completo triunfo que había adquirido en la causa que
defiende, comándalo en fin de elogios y de exageraciones lisonjeras. Su
Excelencia contestó del modo urbano y noble, que en tales casos exige la
justica y la gratitud.
El
protector se abrió desde luego a las conferencias más francas y ofreció a Su
Excelencia que pocas horas en tierra serían suficientes para explicarse. Poco
después de llegado a su casa no habló otra cosa el Protector sino de lo que ya
había sido el objeto de su conversación., haciendo preguntas vagas e inconexas
sobre las materias militares y políticas sin profundizar ninguna, pasando de una
a otra y encadenando las especies más graves con las más triviales. Si el
carácter del Protector no es de este género de frivolidad que aparece en su
conversación, debe suponerse que lo hacía con algún estudio. Su Excelencia no
se inclina a creer que el espíritu del Protector sea de este carácter aunque
tampoco le parece que estudiaba mucho sus discursos y modales. Las especies más
importantes que ocurrieron al Protector en las conferencias con Su Excelencia
durante su mansión en Guayaquil, son las siguientes:
En
primer lugar, al legar a la casa preguntó el Protector a Su Excelencia si
estaba muy sofocado por los enredos de Guayaquil, sirviéndose de otra frase más
común y grosera aún cual es pellejerías, que se supone ser el significado de
enredos; pues el mismo vocablo fue repetido con preferencia al tiempo que hacía
que estábamos en revolución, en medio de los mayores embarazos.
En
segundo lugar, el Protector dijo espontáneamente a Su Excelencia y sin ser
invitado a ello, que nada tenía que decirle sobre los negocios de Guayaquil, en
los que no tenía que mezclarse, que la culpa era de los guayaquileños refiriéndose
a los contrarios. Su Excelencia le contestó que se habían llenado perfectamente
sus deseos de consultar a este pueblo; que el 28 del presente se reunían los
electores y que contaba con la voluntad del pueblo y con la pluralidad de los
votos de la Asamblea. Con esto cambió de asunto y siguió tratando de negocios
militares relativos a la expedición que va a partir.
En
tercer lugar, El Protector se quejó altamente del mando y sobre todo se quejó
de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima.
Aseguró que iba a retirarse a Mendoza; que había dejado un pliego cerrado para
que lo presentasen al Congreso, renunciando al protectorado; que también
renunciaría la reelección que contaba se haría en él. Que desde luego que
obtuviera el primer triunfo se retiraría del mando militar, sin esperar a ver
el término de la guerra; pero añadió que antes de retirarse dejaría bien
establecidas las bases del gobierno; que este no debía ser democrático en el
Perú porque no convenía, y últimamente que debería de venir de Europa un
príncipe aislado y solo a mandar aquel estado. Su Excelencia contestó que no convenía
a la América ni tampoco a Colombia la introducción de príncipes europeos porque
eran partes heterogéneas a nuestra masa; que Su Excelencia se opondría por su
parte si pudiese pero que no se opondría a la forma de gobierno que quiera
darse cada Estado, añadiendo sobre este particular Su Excelencia todo lo que
piensa con respecto a la naturaleza de los gobiernos, refiriéndose en todo a su
discurso al Congreso de Angostura.
JOSE DE SAN MARTÍN, EL PROTECTOR DEL PERÚ |
El Protector replicó que la venida del
príncipe sería para después, y Su Excelencia repuso que nunca convenía que
viniesen tales príncipes; que Su Excelencia había preferido invitar al general Iturbide
a que se coronase con tal que no viniesen borbones austriacos, ni otra dinastía
europea. El Protector dijo que en el Perú había un gran partido de abogados que
querían república, y se quejó amargamente del carácter de los letrados. Es de
presumirse que el designio que tiene es erigir ahora la monarquía sobre el
principio de darle la corona a un príncipe europeo, con el fin, sin duda, de
ocupar después el trono el que tenga más popularidad en el país o más fuerzas de que disponer. Si los discursos
del Protector son sinceros, ninguno está más lejos de ocupar tal trono. Parece
muy convencido de los inconvenientes del mando.
En
cuarto lugar, El Protector dijo a Su Excelencia que Guayaquil le parecía
conveniente para residencia de la federación., la cual ha aplaudido
extraordinariamente como la base esencial de nuestra existencia. Cree que el
gobernó de Chile no tendrá inconveniente en entrar en ella; pero si el de
Buenos Aires por falta de unión en él; pero que de todos modos nada desea tanto
el Protector como el que subsista la federación del Perú y Colombia aunque no
entre ningún otro Estado más en ella, porque juzga que las tropas de un Estado
al servicio del otro deben aumentar mucho la autoridad de ambos gobiernos con
respecto a sus enemigos internos, los ambiciosos y revoltosos. Esta parte de la
federación es la que más interesa al Protector y cuyo cumplimiento desea con
más vehemencia. El Protector quiere que los reclutas de ambos Estados se
remitan recíprocamente a llenar las bajas de los cuerpos; aun cuando sea
necesario reformar el total de ellos por licencias, promociones u otros
accidentes. Mucho encareció el Protector la necesidad de esta medida, o quizás
fue la que más apoyó en el curso de sus conversaciones.
En
quinto lugar, Desde la primera conversación dijo espontáneamente el Protector a
Su excelencia que en la materia de límites no habría dificultad alguna; que él
se encargaba de promoverlo en el Congreso, donde no le faltarían amigos. Su
Excelencia contestó que así debía ser principalmente cuando el tratado lo
ofrecía del mismo modo, y cuando el Protector manifestaba tan buenos deseos por
aquel arreglo tan importante. Su excelencia creyó que no debía insistir por el
momento sobre una protección que ya se ha hecho de un modo enérgico y a la cual
se ha denegado el Gobierno del Perú bajo el pretexto de reservar esta materia
legislativa al Congreso; por otra parte, no estando encargado el Protector del
poder ejecutivo, no parecía autorizado para mezclarse en este negocio. Además,
habiendo venido el Protector como simple visita sin ningún empeño político ni
militar, pues ni siquiera habló formalmente de los auxilios que había recibido
Colombia y que sabia se aprestaban para partir, no era delicado prevalerse de
aquel momento para mostrar un interés que habría desagradado sin ventaja
alguna, no pudiendo el Protector comprometerse a nada oficialmente. Su
Excelencia ha pensado que la materia de limites debe tratarse formalmente por
una negociación especial en que entren compensaciones reciprocas para
rectificar los limites.
SIMON BOLIVAR TRAS LA ENTRADA TRIUNFAL EN CARACAS DE 8 AGOSTO 1813 RECIBE EL TÍTULO DEL LIBERTADOR |
En
sexto lugar, Su Excelencia El Libertador habló al Protector de su última
comunicación en que le proponía que adunados los diputados de Colombia, el Perú
y Chile en un punto dado, tratasen con los emisarios españoles destinados en
Colombia con este objeto. El protector aprobó altamente la proposición de Su
Excelencia y ofreció enviar, tan pronto como fuera posible, al señor
Rivadeneira, que se dice amigo de Su Excelencia el Libertador, por parte del
Perú con las instrucciones y poderes suficientes, y aun ofreció a Su Excelencia
interponer sus buenos oficios y todo su influjo para con el Gobierno de Chile a
fin de que hiciese otro tanto por su parte, ofreciendo también hacerlo todo con
la mayor brevedad a fin de que se reúnan oportunamente estos diputados en
Bogotá con los nuestros.
Su
Excelencia habló al Protector sobre las cosas de Méjico, de que no pareció muy
bien instruido y el Protector npo fijó juicio alguno sobre los negocios de
aquel Estado. Parece que no ve a Méjico con una grande consideración e interés.
Manifiesta
tener una gran confianza en el director supremo de Chile, general O’ Higgins,
por su grande tenacidad en sus designios y por la afinidad de principios. Dice
que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires va cimentándose con orden y
fuerza sin mostrar grande aversión a las disidentes de aquellos partidos; que
aquel país es inconquistable; que sus habitantes son republicanos y decididos,
que es muy difícil que una fuerza extraña los haga entrar por camino, y que de
ellos mismos debe esperarse el orden.
El
Protector piensa que el enemigo es menos fuerte que él y que sus jefes, aunque
audaces y emprendedores, no son muy temibles. Inmediatamente va a emprender su campaña
por Intermedios en una expedición marítima y también por Luna, cubriendo la
capital por su marcha de frente.
El
protector ha dicho a Su Excelencia que pida al Perú todo lo que guste, que él
no hará más que decir si, si a todo, y que espera que en Colombia se haga otro
tanto. La oferta de sus servicios y amistad es ilimitada, manifestando con
satisfacción y una franqueza que parecen sinceras.
Estos
son, señor secretario, las especies más importantes que han tenido lugar en la
entrevista del Protector con Su Excelencia. Yo las transmito a Vuestra Señoría
para inteligencia del Gobierno y ha procurado valerme casi de las mismas
expresiones de que han usado Sus Excelencias.
Pero
unos días más tarde, en concreto el 29 de julio el señor Intendente del
Departamento de Quito el general A. J. de Sucre recibe lo siguiente de la
Secretaria General en Guayaquil:
Tengo
el honor de participar a Vuestra Señoría que el 26 a las nueve de la mañana
entró en esta ciudad Su Excelencia el Protector de Perú. El Protector, luego se
vio a su Excelencia el Libertador a bordo del buque que lo conducía le manifestó
del modo más cordial los sentimientos que le animaban de conocer al Libertador,
abrazarle y protestarle una amistad intima, sincera y constante. Felicitó a Su
Excelencia el Libertador por la constancia admirable de la causa que defiende
en medio de las adversidades que ha experimentado y por el triunfo que ha
coronado su heroica empresa; en fin el Protector manifestó a Su Excelencia de
todos modos su amistad, colmándolo de elogios y de exageraciones lisonjeras.
Su
Excelencia el Libertador contestó del modo urbano y noble que exigen en tales
casos la justicia y la gratitud. El Protector se abrió a las conferencias más
francas que se redujeron principalmente a las siguientes:
A
las circunstancias en que se ha encontrado últimamente esta provincia en razón
de las opiniones políticas que la han agitado. Espontáneamente, dijo el
Protector a Su Excelencia que no se había mezclado en los enredos de Guayaquil
en los que no tenía la menor parte y que la culpa era de ellos, refiriéndose a
los contrarios. Su excelencia le repuso que se habían llenado sus deseos de
consultar este pueblo; que el 28 se reunían los electores, que contaba con la
voluntad del pueblo y los votos de la Asamblea. Con esto varió de asunto el
Protector y siguió tratando de negocios militares y de la expedición que va a
marchar.
El
Protector se quejó mucho del mando y sobre todod de sus compañeros de armas que
últimamente lo habían abandonado en Lima. Aseguró que iba a retirarse a
Mendoza: que había dejado un pliego cerrado para que lo presentasen al Congreso
renunciando al Protectorado y que también renunciaría la elección que contaba
se haría en él, y que luego que ganara la primera victoria se retiraría del
mando militar sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que antes
de retirarse pensaba dejar bien puestas las bases del gobierno. Que éste no debía
ser democrático porque en el Perú no conviene, y últimamente dijo que debería venir
de Europa un príncipe solo y aislado a mandar en el Perú. Su Excelencia contestó
que en América no convenía, ni a Colombia tampoco, la introducción de príncipes
europeos porque eran partes heterogéneas a nuestra masa, y que por su parte Su
Excelencia se opondría a ellos si pudiese, mas sin oponerse a la forma de
gobierno que cada uno quiera darse. Su Excelencia repuso todo lo que él piensa
sobre naturaleza de los gobiernos, refiriéndose en todo a su discurso en el
Congreso de Angostura. El Protector replicó que la venida del príncipe sería
para después.
Es
de presumirse que el designio que se tiene en el Perú es el de erigir una monarquía
sobre el principio de darle la corona a un príncipe europeo con el fin, sin
duda, de ocupar después el trono el que tenga más popularidad en el país, o más
fuerza de que disponer. Si los discursos del Protector son sinceros ninguno
está más lejos de ocupar tal trono. Parece muy convencido de los inconvenientes
del mando.
El
Protector aplaudió altamente la federación de los estados americanos como la
base esencial de nuestra existencia política. Le parece que Guayaquil es muy
conveniente para la residencia de la federación. Cree que Chile no tendrá inconveniente
en entrar en ella; pero si Buenos Aires por falta de unión y sistema. Ha
manifestado que nada desea tanto como el que la federación de Colombia y el
Perú subsista aunque no entren otros estados.
El
Protector piensa que el enemigo es menos fuerte que él y que aunque sus jefes
son audaces y emprendedores no son muy temibles. Inmediatamente y por Lima, cubriendo
la capital con su marcha de frente.
El
Protector, desde las primeras conversaciones, dijo espontáneamente a Su Excelencia
que la materia de límites entre Colombia y el Perú se arreglaría
satisfactoriamente y no habría dificultad alguna. Que él se encargaba de
promover en el Congreso, desde no le faltarían amigos, este negocio.
El
protector ha manifestado a Su Excelencia que pida todo lo que guste al Perú,
que él no hará más que decir sí, si a todo y que él espera otro tanto de
Colombia. La oferta de sus servicios y de su amistad es ilimitada, manifestando
una satisfacción y una franqueza que parecen sinceras. La venida del Protector
a Colombia no ha tenido un carácter oficial, es puramente la visita la que ha
hecho a Su Excelencia el Libertador, pues no ha tenido ningún objeto ni
político ni militar, no habiendo hablado siquiera de los auxilios que ahora van
de Colombia al Perú.
Ayer
al amanecer marchó el Protector manifestándose a los últimos momentos tan
cordial, sincero y afectuoso por Su Excelencia como desde el momento en que lo
vio.
El
batallón vencedor en Bocayá y el batallón Pichincha se han embarcado ayer para
seguir al Perú. Antes se había embarcado Yaguachi para el mismo destino. Estos
tres cuerpos ascenderán a mil ochocientos hombres, que con cerca de ochocientos
que tiene la antigua Numancia, llamado hoy Voltijeros de la Guardia, formarán
la división de Colombia auxiliar del Perú.
Su
Excelencia ha dispuesto que el regimiento de Dragones del Sur mandado del
coronel Cestari venga a esta ciudad, cuya orden se le ha comunicado ya. Mañana
se reúne al Junta Electoral de esta provincia para decidir formal y
popularmente su incorporación a Colombia. Probablemente no habrá un voto en
contra y aquí los negocios tomarán el curso regular en que deben quedar para
siempre bajo nuestro sistema constitucional.
Fuente_J.G.PEREZ
Pero
ese mismo día Simón Bolívar comunicó al general lo siguiente:
Antes
de ayer por la noche partió de aquí el general San Martín, después de una
visita de treinta y seis o cuarenta horas; se puede llamar visita propiamente,
porque no hemos hecho más que abrazarnos, conversar y despedirnos. Yo creo que
él ha venido por asegurarse de nuestra amistad, para apoyarse con ella con
respecto a sus enemigos internos y externos. Lleva mil ochocientos colombianos
en su auxilio, fuera de haber recibido la baja de sus cuerpos por segunda vez,
lo que nos ha costado más de seiscientos hombres; así recibirá el Perú tres mil
hombres de refuerzo, por lo menos.
El
Protector me ha ofrecido su eterna amistad hacia Colombia; intervenir a favor del
arreglo de límites, no mezclarse en los negocios de Guayaquil; una federación
completa y absoluta aunque no sea más que con Colombia, debiendo ser la
residencia del congreso Guayaquil; ha convenido en mandar un diputado por el
Perú a tratar, de mancomún con nosotros, los negocios de España con sus
enviados; también ha recomendado a Mosquera a Chile y Buenos Aires, para que
admitan la federación; desea que tengamos guarniciones cambiadas en uno y otro
estado. En fin, él desea que todo marche bajo el aspecto de la unión, porque
conoce que no puede haber paz y tranquilidad sin ella. Dice que no quiere ser
rey, pero que tampoco quiere la democracia y si el que venga un príncipe de
Europa a reinar en el Perú. Esto último yo creo que es pro forma. Dice que se
retirará a Mendoza, porque está cansado del mando y de sufrir a sus enemigos.
MAPA INDEPENDENCIA AMERICA ESPAÑOLA |
No
me ha dicho que trajese proyecto alguno, ni ha exigido nada de Colombia, pues
las tropas que lleva estaban preparadas para el caso. Solo me ha empeñado mucho
en el negocio de canje de guarniciones; y, por su parte, no hay género de
amistad ni de oferta que no me haya hecho.
Su
carácter me ha parecido muy militar y parece activo, pronto y no lerdo. Tiene
ideas concretas de las que a usted le gustan, pero no me parece bastante
delicado en los géneros de sublime que hay en las ideas y en las empresas. Últimamente,
usted conocerá su carácter por la memoria que mando con el capitán Gómez, de
nuestras conversaciones, aunque le falta la sal de la crítica que yo debería
poner a cada una de sus frases.
Hoy
están tratando los de la Junta Electoral de esta provincia sobre su agregación
a Colombia: creo que se hará, pero pretendiendo muchas gracias y privilegios.
Yo, encargado del poder ejecutivo en esta parte, me encargaré de la provincia,
dejando al soberano congreso, libre de su soberana voluntad, para que salga del
paso con su soberano poder. Aquí me servirá de algo la división de los poderes
y las distinciones escolásticas concediendo la mayor, y negando la menor. Hemos
logrado en estos días uniformar la opinión, a lo que no ha dejado de contribuir
también la venida de San Martín, que ha tratado alos independientes con el
mayor desdén. Esto en lo que se llama saber sacar partido de todo. No es para
mí este elogio, sino para el que sabe lisonjear a tiempo, aunque sea al cuerdo.
La prueba y la venganza no estarían hoy en le Perú, sin la política de San
Martín; pero ya no hay más que esperar de estos bobos, y ahora le echa la culpa
a ellos.
Gracias
a Dios, mi querido general, que he logrado con mucha fortuna y gloria cosas
bien importantes; primera, la libertad del Sur; segunda, la incorporación a
Colombia de Guayaquil, Quito y las otras provincias; tercera, la amistad de San
Martín y del Perú para Colombia; y cuarta, salir del ejército aliado, que va
darnos en el Perú gloria y gratitud, por aquella parte. Todos quedan
agradecidos, porque a todo he servido, y todos nos respetan, porque nadie ha
cedido. Los españoles mismos van llenos de respeto y de reconocimiento del
Gobierno de Colombia. Ya no me falta más, mi querido amigo, si no es poner a
salvo el tesoro de mi prosperidad, escondiéndolo en un retiro profundo, para que nadie me lo
pueda robar; quiero decir que ya no me falta más que retirarme y morir. Por
Dios, que no quiero más; es por la primera vez que no tengo nada que desear y
que estoy contento con la fortuna.
El
coronel Lara va mandando estos cuerpos y después seguirá el general Valdés, es
cuanto en esta ocasión tengo que participar a usted y quedo siempre de usted de
corazón.
Fuente_Simon
Bolivar
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