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lunes, 15 de junio de 2015

CARLOS IV Y LA INVASIÓN DE AUSTRALIA

 CURIOSIDADES:



El descubrimiento de las cartas de un oficial de la armada española del siglo XVIII prueban que España planeaba invadir Australia y otras colonias británicas en el sureste asiático para reinar en los Mares del Sur.

En 1793, el rey Carlos IV envió a José de Bustamante a Montevideo para que reuniera una flota de barcos de guerra. Acababa de estallar la guerra entre España e Inglaterra y el mundo era un inmenso tablero de ajedrez. Si el Imperio español, ya afincado en Filipinas, conseguía conquistar Australia, podría interrumpir el intenso tráfico marítimo entre las colonias británicas y la metrópolis.

Sin embargo, mientras Bustamante se afanaba en reunir su flotilla en Montevideo, las fuerzas españolas sufrieron una terrible derrota en la batalla del cabo de San Vicente en junio de 1797. “España perdió muchos barcos y el foco de la guerra se fue moviendo a Europa”, cuenta a El Confidencial el historiador y vicepresidente de la Asociación Australiana de la Historia Marítima, Chris Maxworthy.

El académico, antiguo oficial de la marina australiana en reserva, descubrió los planes secretos de Bustamante durante una visita reciente al Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán, en Viso del Marqués, cerca de Ciudad Real.


FLOTA ESPAÑOLA DE 1790


Leyendo las cartas de Bustamante, Maxworthy se dio cuenta de la expedición científica que emprendió junto con Alessandro Malaspina tenía fines mucho menos nobles. En realidad, los exploradores tenían una misión secreta: estudiar la invasión de Australia y de otros puertos británicos en la región.

Malaspina y Bustamante atracaron en la bahía Sídney en 1793 a bordo de las corbetas Descubierta y Atrevida. Bajo el pretexto de una expedición para recabar datos sobre la geografía, la flora y la fauna del Pacífico, Malaspina y Bustamante sopesaron un posible ataque a la joven colonia al tiempo que distraían a sus anfitriones con vino español, buñuelos y chocolate de las Indias.

“Este descubrimiento reescribirá la historia del Pacífico”, asegura Maxworthy. Los papeles descansaban olvidados en el archivo, que contiene fondos con un volumen aproximado de 12 kilómetros de largo sobre la armada y las actividades marítimas desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX.

"Al principio no llamaron mucho mi atención, pero luego volví a Australia y no podía dejar de pensar en ellos, así que pedí copias para examinarlos con más detalle", explica este estudioso especializado en las incursiones de piratas y corsarios británicos en el Pacífico entre los siglos XVIII y XIX.

Hasta el descubrimiento de Maxworthy los estudiosos creían que la primera amenaza para la joven colonia australiana habían sido los franceses. Pero los documentos manuscritos de Bustamante prueban que España ya había contemplado conquistar Australia dos años antes.

En las cartas, Bustamante detalla un plan para forzar la estrecha bocana de la bahía de Sídney y llegar hasta las puertas de la floreciente colonia. El oficial propuso al rey Carlos IV asaltar el puerto con una flota de cien fragatas de tamaño medio, armadas con cañones preparados para disparar balas de cañón al rojo vivo.

Bustamante y Malaspina calcularon que era posible destruir buena parte de la colonia con este método si el ataque se llevaba a cabo en verano: la mayor parte de las casas eran todavía de madera y arderían como la yesca, azuzadas por el calor tórrido del estío austral.

Los exploradores argumentaban que "la colonia australiana era peligrosa para España porque los ingleses ya estaban en ubicaciones estratégicas como las Malvinas, Hawai, la India y China", explica Maxworthy.

Malaspina y Bustamante se dieron cuenta del peligro que representaba el imperio británico durante su expedición, entre 1789 y 1794. Sin embargo, sus advertencias cayeron en oídos sordos en una Corte enzarzada en luchas cainitas por el poder.


CARLOS IV DIO SU APROBACIÓN EN 1793 SOBRE EL PLAN DE INVADIR AUSTRALIA CINCO AÑOS DESPUÉS QUE LOS BRITÁNICOS SE INSTALARÁN EN LA ISLA


Poco después de regresar del viaje, Malaspina se vio envuelto en una conspiración para derrocar al todopoderoso ministro Manuel Godoy y terminó encarcelado en la fortaleza de San Antón, en La Coruña. Bustamante “fue más astuto, tenía más habilidad política”, explica Maxworthy.

El historiador confiesa sentir simpatía por este personaje que creía con firmeza que la clave para conservar las colonias en América del Sur pasaba por la defensa de un océano Pacífico, que poco a poco caía en manos británicas.

Curiosamente, los últimos capítulos de la vida de Bustamante también han generado polémica en los últimos años: "Bustamante era el comandante de la flotilla que en 1804 viajaba entre Montevideo y Cádiz con diez millones de pesos en oro y plata", explica el historiador.

Durante el trayecto, fragatas británicas apresaron tres buques españoles y hundieron uno de ellos, el Nuestra Señora de las Mercedes. Bustamante fue apresado por los británicos y más tarde liberado y juzgado por un tribunal militar español. Si bien el oficial fue absuelto de toda culpa, jamás volvió a recuperar el favor de la corona.

Las monedas, sin embargo, dieron mucho más que hablar. En mayo de 2007 la compañía americana Odyssey Marine Exploration recuperó 17 toneladas en monedas de oro y plata del fondo del mar, supuestamente el tesoro olvidado del Nuestra Señora de las Mercedes.

El hallazgo provocó una encarnizada batalla judicial entre el Gobierno español, que alegaba que los restos se encontraban en aguas españolas, y el británico, que defendía que el tesoro estaba en aguas de Gibraltar. El pleito se zanjó a favor de España en 2012 y las monedas terminaron el viaje que habían emprendido más de doscientos años atrás entre gran alboroto mediático e institucional.
Maxworthy no prevé provocar el mismo revuelo con su descubrimiento, pero sí espera que el suceso arroje algo de luz sobre las relaciones entre España, Inglaterra y sus colonias… y sobre las aventuras y desventuras de un par de marinos espías a los que la fortuna nunca sonrió. 


fuente_EL CONFIDENCIAL


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